Por: Yoisi Moguel
A pocos días de parir a su primer hijo, Rafaela Can Aké de 13 años de edad, le preguntó a su marido de 21 años de edad, ¿cómo saldrá el bebé de mi barriga?. En su momento te darás cuenta, le respondió de manera amorosa.
La respuesta no aclaró en nada la duda de una niña que en breve sería madre y posteriormente, con un don heredado, una de las parteras más reconocidas del estado y del país, además de ser acompañante de médicos en los partos.
A sus 63 años de edad Rafaela relata su trayectoria dentro de la medicina tradicional, sector en donde sus servicios son demandados por mujeres de todos los niveles económicos de Yucatán, pues está incluida en el registro de las 179 parteras que hay distribuidas en los 106 ayuntamientos del estado.
La labor que para Rafaela es bendita, porque “ayuda a dar vida”, se enfrenta a la lucha por mantenerse vigente ante la modernidad tecnológica y de los avances médicos de las clínicas públicas y privadas, pero sobre todo para seguir siendo auxiliar de las embarazadas durante y posterior al parto.
De acuerdo con la Secretaría de Salud de Yucatán estas mujeres están capacitadas y tiene la experiencia para prevenir cualquier problema que se presente durante el embarazo, como presión alta, y para identificar otra eventualidad, por ello cuentan con el aval de esta dependencia.
Como parte de su vocación, revela Rafaela, las comadronas dedican su tiempo a ayudar, orientar y apoyar a las embarazadas que las solicitan y necesitan al momento del nacimiento de sus hijos, en la ciudad y en el campo, a un costo de mil a siete mil pesos, depende de las posibilidades económicas de las familias.
También sirven de acompañantes del médico en el parto, cuando se trata de hospitales privados, donde las mujeres que alumbrarán solicitan su presencia.
Es así que Rafaela ha dedicado más la mitad de su vida a asistir a mujeres embarazadas, recibiendo en sus manos a más de 500 niños y niñas, que optan por las parteras y no por la modernidad de los hospitales.
En su historia esta mujer de la comunidad Chumbec del municipio de Sudzal, ubicado en el centro del estado, considera su oficio como un “don” divino, heredado de sus abuelas.
La revelación de su encomienda, recuerda, fue por medio de sueños frecuentes, que empezaron cuando cumplió 15 años, donde se le enseñaba cada paso a seguir para recibir a un bebé en agua, hamaca, cama y piso, así como en otras circunstancias.
“Ese sueño de estar en un parto me enfermó, el dolor de cabeza no se quitaba, al grado que caí en depresión, por ello fui al médico a Izamal, donde me diagnosticaron como un mal nervioso”.
Esa misma tarde, describe, se presentó ante mí una mujer de edad avanzada que me preguntó qué problema me agobiaba, porque mi aspecto estaba muy mal, entonces para desahogarme le conté del sueño que tenía cada noche. Y fue que ella me dijo: No te preocupes es un llamado para ser partera y desde ese día los sueños se fueron.
A la edad de 25 años, ya con cuatro hijos, sin saber leer ni escribir Rafaela fue propuesta por su comunidad para ser la mujer que el Instituto Mexicano del Seguro Social capacitaría por seis meses como partera en Mérida. Designación que le sorprendió, pues nunca pensó en dedicarse a ello, además en su vida había viajado a la capital del estado, refiere.
“Durante la capacitación mi sorpresa fue mayor, pues me di cuenta que ya sabía muchas de las cosas que enseñaban, porque recordaba los sueños, lo cual resultó ventajoso porque fui una de las más reconocidas en el desempeño.”
El apoyo de su esposo fue incondicional, pues fue quien la animó para aceptar y aprender este oficio, que ahora heredará a su nieta.
Con la llegada de la modernidad, señala, con nuevas clínicas y con la evolución de la medicina, esta actividad se relegó, pero en los últimos 10 años empezó a resurgir, y ser demandada por familias de profesionistas y de nivel económico medio alto, quienes prefieren a las parteras para el nacimiento de sus bebes.
Las embarazadas consideran a las parteras sus aliadas, y en ocasiones como familia, por ser conocidas en su sociedad.
Rafaela actualmente está certificada por la Secretaría de Salud del Estado y por el Instituto Mexicano del Seguro Social como partera y auxiliar médico, además en 2014 la fundación Semillas la becó para ser Líder Partera y capacitar a otras mujeres de Yucatán y de otras partes del país en esta práctica ancestral.
Este trabajo, aseguró, no es solo recibir al bebé, es también darle seguimiento al embarazo desde los primeros meses, proporcionando asesoría alimentaria, basada en la tradición maya, en el chequeo mensual y la atención postparto.
A diferencia de los nacimientos realizados en las clínicas y hospitales, donde se le induce y acelera la dilatación del útero de la mujer para agilizar el proceso, las parteras dejan que se desarrolle de manera natural, detalló.
Para ayudar a la mujer se elabora un té, a base de la corteza de un árbol conocido en la entidad como “Huaxin”, que sirve como relajante y propicia que la dilatación sea en el tiempo correcto y exacto.
Actualmente, puntualizó, algunos doctores de clínicas privadas y en partos naturales se apoyan en ellas, para brindarle a la mujer confianza y tranquilidad.
En ese sentido, precisó que en sus casi 40 años de partera ya vio nacer y crecer a tres generaciones distintas, pues tuvo la dicha de recibir al nieto, al padre y al abuelo.
Y cuando se detecta que una mujer no podrá dar a luz de manera natural, la turna con un médico, por ser quienes están capacitados para realizar cesáreas y salvarle la vida, tanto del bebé como de la madre, destacó.
Para el trabajo se cuentan con equipo básico compuesto por: Guantes, tijeras, colchoneta, material estéril para evitar la contaminación, cepillo quirúrgico para lavarse las manos, el pinar para escuchar el latido del bebé, báscula para pesar, entre otros, así como hojas de registro del recién nacido, la cual le es proporcionada por la Unidad Médica de la comunidad.
En este tema la Secretaría de Salud de Yucatán indicó que no se tiene registro de fallecimiento de algún recién nacido atendido por parteras, ya que ellas al detectar alguna complicación, actúan de manera correcta y canalizan a sus clientas a una clínica u hospital.
El nacimiento se registra en un formato oficial que las parteras entregan a la Secretaría de Salud Estatal, y posteriormente a los padres del recién nacido para su inscripción en el Registro Civil.
SU LABOR, RECONOCIDA POR LA INSTITUCIÓN
De acuerdo con la gerente del Programa IMSS Prospera de la Delegación del Instituto Mexicano del Seguro Social, Carmen Pool los servicios de las parteras son ampliamente demandados por cultura, tradición y la confianza que brindan a las mujeres de ser atendidas y supervisadas por una persona conocida de su comunidad.
Ellas atienden el 15 por ciento de los nacimientos que se registran en Yucatán al mes, acentuó.
En el caso del IMSS, precisó, en Izamal, Acanceh, Maxcanú y Oxkutzcab, las parteras trabajan de manera coordinada con los equipos de salud, y son capacitadas mensualmente para llevar correctamente el control prenatal de forma alterna a los médicos.
En las comunidades, dijo, son las primeras a las que se acuden las mujeres para saber si hay embarazo, son quienes las canalizan a las clínicas para confirmar su estado por medio de una prueba química.
Durante el período gestación aconsejan a las mujeres sobre planificación familiar, alimentación que deben tener las embarazadas conforme a sus recursos.
LA CERTIFICACIÓN
Al respecto el presidente de la Comisión de Asuntos Indígenas del Congreso del Estado, David Barrera Zavala, aseveró que el Congreso Local trabaja en una legislación que les permitirá certificarse y ser auxiliares del embarazo y parto en las clínicas públicas del estado, como una acción para desahogar la gran demanda que tienen los médicos.
En Yucatán, subrayó, principalmente en el interior del estado, muchas familias prefieren contratar los servicios de las parteras, por la poca atención que reciben en los hospitales y la mala experiencia vivida en manos de algunos médicos.
Por ello, el Congreso local en coordinación con las dependencias estatales y federales buscarán reconocerlas como personas capacitadas y certificadas en su labor, para apoyar al sector salud.
Se prevé que ellas asistan esos partos con higiene y equipo básico, además se pretende la procuración y conservación de la cultura maya, en una actividad ancestral, asentó.
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