sábado, 29 de enero de 2022

Rocío G. Benítez evoca la violencia desde la belleza




Por: Virginia Bautista

Desde la belleza y la potencia de la palabra, el horror del feminicidio. Una nueva perspectiva de la violencia es lo que propone la escritora y periodista queretana Rocío G. Benítez (1982) en su poemario Donde una vez tus ojos ahora crecen orquídeas, ganador del Premio Iberoamericano de Poesía Minerva Margarita Villarreal 2020.

Dividido en cuatro apartados–Aquí había una mujer, Cuerpo llano, Ese su vientre y Amo mi país–, la poeta confecciona 57 textos breves en los que recrea una experiencia vital límite: la pérdida de una hija en circunstancias violentas; a partir de una voz lírica que transita por un espectro de emociones, que van desde la ternura o el tono confesional hasta el desgarramiento y la desesperación.

No sabía cómo abordar la temática. Al principio, puse una barrera para no salir trastocada. Los poemas se fueron llenando de miedos personales, de cosas que había dejado de lado. Y, al final, me di cuenta que eran los miedos y las dudas de todos”, confiesa en entrevista con Excélsior.

La periodista cultural admite que la temática de este libro, editado por la Universidad Autónoma de Nuevo León, “es muy compleja” porque es algo que se ve a diario como noticia en los medios de comunicación de México.

"Como lectores, cansados, le damos la vuelta a estas historias que el periodismo ha documentado y visibilizado. Ése era mi caso, hasta que leí que a una madre que buscaba a su hija sólo le entregaron dos fragmentos de cráneo. Esa imagen se me hizo incomprensible”, afirma.

Detalla que el primer paso fue revisar diversas notas periodísticas sobre feminicidios, para analizar cómo los contaban. “Pero, sobre todo, revisé los comentarios que sobre las notas hacían los lectores en las redes; y muchos eran muy violentos. Adentrarme en el tema fue una forma de reconocerme, de ver cuál era mi posición.

Como ciudadana descubrí que a la mujer siempre se le ha encasillado al cuerpo que es y no somos conscientes de ello; es una problemática histórica. Siempre ha existido el silencio. Silencio y ceguera, no se quiere ver ni escuchar”, indica.

La autora de los poemarios Muina y Entre Darwin y Guadalupe destaca que “el cuerpo femenino ha sido victimizado en todo el territorio mexicano, a pesar de que somos parte de este país. El ‘shock’ más grande fue ser consciente de que soy parte de esta nación. Eso me ha cambiado mucho”.

Considera que “si indagamos en el pasado de nuestras familias, las de nuestros amigos y colegas, veremos que existen estas historias de violencia. Lo vemos con asombro y tristeza, pues hemos omitido tanto el tema que ya lo percibimos como algo común. Te preguntas en qué momento pasó todo esto. La familia es parte del problema”.

Benítez señala que lo que más le interesaba al escribir los poemas era que la madre y la hija fallecida entablaran un diálogo. “Fue lo más complejo, pues no quería que se perdiera ninguna de las voces. Quería rescatar esa relación sin pensar en el lector”.

Así, evoca en uno de los poemas: “Tomas los pedazos de su cráneo/ y los bendices…/ Los acuestas contigo./ Los arrullas entre tus brazos./ Los acaricias con la yema/ de tus dedos primarios./ Los pegas a tu pecho/ y bailas con ellos.”

Describe lo que significó para ella recrear este tema. “Como mujer, fue detenerme en seco y posicionarme. Ante la sociedad, me asumía más como periodista que como mujer. Todo este horror estaba ahí, pero no quería verlo. Mi intención es mostrar otra perspectiva para llegar más hondo. El periodismo siempre ha estado paralelo a mi literatura. Pero en ésta nadie me dice qué y cómo contar; es algo muy mío”.

Dice que buscará seguir presentando estos tópicos desde el arte. Por lo que acaba de autorizar al grupo Los Focos, dirigido por Jessica Íñiguez, para que realice una representación teatral retomando el libro. “Es un tema que me abrió los ojos y quisiera que mis próximas obras literarias sigan por ahí”.

Rocío G. Benítez seleccionó como portada para este libro el grabado En la memoria de los ausentes, que el artista plástico Víctor López hizo en 2018, en referencia a los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa.

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