domingo, 28 de febrero de 2021

La improvisación en danza y su valor estético


Por: Maria Jose Bejarano

Improvisar es una palabra que conlleva un prejuicio cuando la utilizamos en lenguaje popular. “Es un improvisado”, quiere decir que es una persona poco preparada o que logra algo con el favor del azar. Sin embargo, en las artes esta palabra está relacionada con una preparación o entrenamiento particular. Improvisar en la música, el teatro o la danza significa entrenar en una serie de herramientas técnicas y creativas para utilizarlas espontáneamente -en forma individual o en consonancia con otras personas- para crear obras que no han sido escritas o diseñadas previamente. Por ejemplo, la improvisación musical se popularizó en el siglo XX en espacios como los jams de jazz. La improvisación teatral implica un entrenamiento especial para crear escena. Esta se puede apreciar en espacios también llamados jams, algunas propuestas de stand up comedy, así como en las propuestas de clown.

Anne Teresa De Keersmaeker

En la danza, la improvisación es una herramienta fundamental para la creación coreográfica, ya que permite que las personas que bailan puedan crear lenguajes e interpretaciones propias en diferentes técnicas o estilos. De igual manera, es un fenómeno espontáneo que transforma con el tiempo y el espacio prácticas aparentemente estables o definidas. Por ejemplo, la improvisación en bailes populares relacionadas con trabajo de pies, es decir, el tap, las danzas tradicionales del Este de Europa, el flamenco, entre otras, han sido extensamente estudiadas por la posibilidad de comprender qué diferencia a una persona que baila de manera estándar de una persona sobresaliente. Muchas veces es el uso del tiempo, del ritmo o la inclusión de un nuevo movimiento a los pasos reconocidos lo que marca una interpretación original o destacada. También un baile como el tango parecería estar altamente coreografiado cuando apreciamos propuestas escénicas, sin embargo, no es esa la base del tango. Por el contrario, es una práctica altamente centrada en la improvisación.

La improvisación en la danza escénica es una preparación o entrenamiento para construir movimiento espontáneo en respuesta a un estímulo musical, corporal o a un juego coreográfico entre bailarines. Se nutre de la trayectoria corporal de la persona que baila, de la experimentación bajo circunstancias previamente establecidas y/o en juegos coreográficos, por dar algunos ejemplos. El estudio de las técnicas de improvisación ha permitido producir lenguajes nuevos e innovadores para la escena, los cuales se muestran cada vez más a menudo en los escenarios del mundo. Técnicas como el passing through, el butoh, la improvisación de contacto y diversas prácticas contemporáneas como la performance se basan en esta preparación. Reconocidos pioneros de la improvisación son Steve Paxton, Trisha Brown, Anna Halprin o Nancy Stark Smith. En la escena contemporánea algunos artistas improvisadores reconocidos son Kirstie Simson (EEUU), Anne Teresa De Keersmaeker (Bélgica) y Boris Charmatz (Francia). En Latinoamérica es un movimiento en desarrollo, algunos exponentes de la región son Ernesto Ortiz (Ecuador), Martín Piliponsky (Argentina) y en Costa Rica se puede mencionar a las artistas Milena Rodríguez y Estefanía Dondi.

Fotografía de Kirstie Simson tomada de: www.kirstiesimson.com

Boris Charmatz, bailarín y coreógrafo francés expresa sobre la improvisación

“Cuando uno improvisa, uno va en contra de los propios esquemas corporales, el propio entrenamiento, la forma siempre repetitiva de los mismos gestos. Muy rápidamente uno se encuentra paredes tan altas como las que se encuentra en un proyecto escrito. Pero este es un aspecto interesante: la posibilidad de mirar y tocar las paredes que crean la educación, la historia, el hábito. Mencionarles en lugar de escapar. (…) En este sentido, la improvisación es una forma de arqueología de uno mismo”[1].

Nancy Stark- Smith

Por su parte Nancy Stark- Smith propone las siguientes imágenes al bailar desde la improvisación:

“Donde estás cuando no sabes dónde estás es uno de los puntos más preciosos que la improvisación ofrece. Es un lugar desde el cual más direcciones son posibles que cualquier otro lugar. Llamo a este lugar “la brecha”. Entre más improviso, más me convenzo de que es por medio de estas brechas -esta suspensión momentánea del punto de referencia- que llega lo inesperado y más adelante, el material original. Es original porque su origen está en el momento presente y porque viene de afuera de nuestro punto usual de referencia” (Stark-Smith, 2003, 246[2])

Fuera de la escena, la improvisación es una gran herramienta de exploración de los lenguajes de movimiento para cualquier persona. Como experiencia estética entonces permite colocarse frente a lo desconocido para indagar en las imágenes, trayectorias y expresiones que surgen del instante. Las técnicas somáticas y la Danza Movimiento Terapia- entre otras- traen la improvisación de movimiento como el canal para la exploración y expresión corporal. Esta práctica cada vez atraviesa más las prácticas comunitarias, en busca de lenguajes nuevos para la cultura viva.

Steve Paxton

El público que se coloca frente a una improvisación tiene otro rol que el público espectador de una obra coreográfica. Está involucrado en el instante de improvisación y compone el paisaje que da pie a la escena. Su mirada construye escena desde un instante compartido. Se puede decir entonces que la improvisación es un lenguaje dancístico valioso, más que solamente una herramienta creativa. Permite al/la artista que danza mantener en movimiento su creatividad, bajo el riesgo y el regalo de la espontaneidad, bajo la implacabilidad o la tiranía del instante.

[1] (cita tomada de aquí: http://www.borischarmatz.org/?improvisations-161 )

[2] Cooper Albright, A. & Gere, D. (2003) Taken by surprise: A dance improvisation reader. Wesleyan University Press: Middletown


María José Bejarano Salazar nació en San José, Costa Rica. Es psicóloga, gestora cultural, bailarina e investigadora. Cursó la carrera de grado en psicología en la Universidad de Costa Rica. Luego viajó al exterior para especializarse en Danza Movimiento Terapia en la Universidad Nacional de las Artes (Buenos Aires, Argentina) y recientemente culminó el Máster Erasmus+ Choreomundus en Conocimiento, Práctica y Patrimonio de la Danza. Es co-fundadora de la Red de Investigación sobre el Cuerpo y las Corporalidades – Costa Rica. Su trayectoria profesional ha girado en torno al vínculo entre el movimiento y la transformación personal y social, a través de la danza comunitaria, el yoga, el movimiento creativo, la somática y la ludopedagogía. Su investigación académica gira en torno a los procesos de cambio social a través de la danza y el Patrimonio Cultural, como elementos para la paz y el desarrollo sostenible. Ha realizado proyectos abordando estas temáticas en Costa Rica, Argentina, Uruguay, Colombia, Hungría, Francia y Reino Unido.

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