Con una coreografía internacional y el deseo de colocarse entre las mejores organizaciones dancísticas del país, la Compañía de Danza Clásica de Yucatán presentó su primer recital, el ballet titulado “Espartaco”.
La obra cumbre de Aram Khachaturiam, representada por primera vez por un ballet mexicano, tuvo en la figura de Emmanuel Gutiérrez, como intérprete, el mejor de los aciertos, pues su depurada técnica hizo vibrar de emoción al público en cada una de sus participaciones, tanto en los dos actos como en el epílogo del recital dancístico.
La coreografía de Víctor Salas sobre la original de Leonid Yacobson dejó gratamente impresionados a los conocedores.
El recinto del teatro José Peón Contreras ofreció las condiciones para que las primeras bailarinas Montserrat Castellanos en el papel de Egina y de Tatiana Arcila como Frigia, también lucieran sus cualidades.
Aunque la escenografía y el vestuario fueron modestos, estos no impidieron la transportación del público a la antigua Roma, donde los excesos, las ansias de poder, las traiciones y el desprecio por la vida humana y la libertad fueron comunes.
En este contexto, Espartaco se convierte en el señor de los esclavos que desean liberarse del yugo opresor y reunirse con su amada Frigia, en manos del general romano Craso, interpretado por Pablo Mercader.
La clemencia de Espartaco, quien logra vencer a sus opresores romanos, se convierte al mismo tiempo en el peor de sus errores, pues concluye con la muerte del líder.
Una de las estampas mejor logradas corresponde al duelo que sostienen Espartaco y Craso, en la que es meritorio reconocer que la interpretación de Castellanos como un romano altanero, traidor, vengativo y sin escrúpulos suprimió sus contados errores.
Lo mejor del recital llegó durante el epílogo al momento en que Espartaco se despide de Frigia previo a su muerte y las intrigas de Eginia con las tropas de Espartaco, que permitieran detenerle, así como la aprehensión misma.
Sin embargo, los momentos más virtuosos de la presentación fueron la muerte del Espartaco y el duelo de Frigia, en donde cada movimiento se convirtió en una estampa interna de dolor para el espectador.
Así como los funerales del esclavo libertario, que mostró no sólo la calidad del naciente ballet, sino también del ser humano, mismo que busca trascender a la muerte y al yugo de la opresión, a costa aún de la vida misma.
Aunque todavía se requiere de algunos ajustes, la Compañía de Danza Clásica de Yucatán inició con el pie derecho su andar y con la confianza del Instituto de Cultura de Yucatán, el aporte de la tradición dancística local y la dirección de Víctor Salas.
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