viernes, 10 de febrero de 2012

Luisa Díaz una estrella que brilla en Europa



Por: Alida Piñón El Universal

El coreógrafo francés Maurice Béjart creó La Consagración de la Primavera en 1959 y marcó un hito en la historia del ballet. Cuarenta años más tarde, en 2001, el genio de la danza del siglo XX le confió su obra maestra a una de las bailarinas de su compañía. “Quiero que te la aprendas”, le dijo en español a Luisa Díaz González, la mexicana que había reclutado un año antes por su talento y técnica excepcionales.

Hoy, Luisa Díaz es una de las bailarinas principales del Béjart Ballet Lausanne; su imagen suele ser usada en los carteles de difusión de las giras de la compañía del coreógrafo fallecido en 2007, a los 80 años de edad; se ha presentado en los teatros más importantes del mundo como La Scala de Milán, en donde bailó La valsé á mille temps, obra que creó junto con el coreógrafo en 2004 y que es una de las más alegres de su repertorio, que abarca cerca de 200 obras.

Luisa tiene 29 años de edad y aunque no ha recibido invitaciones para bailar en México, tiene en mente realizar unas funciones que podrían formar parte de su titulación como licenciada en filosofía con especialidad en danza postmoderna, por parte de la Universidad Intercontinental, carrera que estudia a distancia desde Lausanne, Suiza.

Su vida transcurre entre ensayos para bailar en el Palacio de Versalles, lavar su ropa, cocinar, hacer su tarea, cuidar sus pies, coser zapatillas de punta, ir al supermecardo y, al menos por ahora, sobrevivir a las bajas temperaturas que registra Europa.

Vía correo electrónico desde Lausanne, Luisa Díaz narra lo que ha sido su vida en una de las compañías más importantes del mundo y de la influencia de Béjart, a quien considera un “abuelo, maestro, protector y padre de la danza”.

Los inicios

Luisa nació el 10 de abril de 1983 en la ciudad de México, es hija de los médicos José Alberto Díaz de la Garza y Martha Lilia González, y hermana de la bailarina Ana Lililia.

Comenzó a bailar desde los tres años de edad; a los cuatro bailó junto con su hermana la técnica del libro Ballet paso a paso de Gloria Contreras en la UNAM, y cuatro años más tarde obtuvo el papel de Clara en El Cascanueces, con el New York City Ballet.

En febrero de 1992, la famosa bailarina y coreógrafa Claude Bessy, entonces directora de la Ópera de París, le dijo que tenía potencial para trabajar en su compañía. Luisa se dedicó a perfeccionar su francés y para el verano de ese año se convirtió en la primera mexicana en la Escuela de la Ópera de París.

Un día, Luisa le contó a Bessy que después de terminar sus estudios en París regresaría a México para audicionar en la Compañía Nacional de Danza. Días después, la coreógrafa la mandó llamar para avisarle que un auto la esperaba para llevarla a una audición con Maurice Béjart. Se emocionó y corrió por sus zapatillas y partituras para ir al Teatro de la Reina en el Palacio de Versalles, donde ya la esperaba el maestro. Al terminar de bailar, él le pidió que cantara algo, ella eligió el aria de Romeo y Julieta. “Te voy a mandar un contrato”, le dijo el coreógrafo.

A más de 10 años de esta experiencia, Díaz dice estar orgullosa de ser mexicana, de sus instituciones y de su lucha valiente contra las adversidades, de su búsqueda de la justicia y la legalidad; y de los bailarines mexicanos; pero también lo está de haber sido admitida en Suiza para trabajar y para ser ciudadana, pues ya adquirió esa nacionalidad.

El Ballet Béjart

Al morir el coreógrafo francés Maurice Béjart, la compañía quedó protegida por tres años, después su futuro era incierto. Ahora, el grupo se mantiene vigente y actualmente es dirigido por uno de sus bailarines: Gil Román.

“A cuatro años de la muerte de Maurice Béjart, la compañía sigue con igual ritmo de trabajo y es la compañía de danza internacional más importante que ha habido, la que más viaja y, sobre todo, la que logra llenar no solamente teatros, también estadios de futbol”, comenta la bailarina políglota que además tiene estudios en música y canto.

La figura tutelar

El sentimiento de orfandad que la muerte de Béjart dejó en sus bailarines fue descrito por Luisa en el libro Adiós Maurice, te amo. A la distancia, recuerdos más luminosos son el motor para honrar el legado del creador.

“Recuerdo cómo subía a la Muralla China ‘jalando’ a todos sus bailarines, incitándonos a contemplarla y a hacer una reflexión filosófica profunda, valorando el sentido de la vida; la obra coreográfica de Maurice te presenta aspectos para seguir reflexionando, el secreto fue dejarse llevar por su obra, dejarse guiar por su mano, dejar impregnar su espíritu en el tuyo”, recuerda la mexicana.

Con 29 años de edad, Luisa es una bailarina exitosa y una mujer plena. “Cuando acaricio la plenitud y estoy optimista, escribo poesía, versos libres, impregnados de utopía. Cuando llega el desasosiego, hago objetivo mi pensamiento: no estoy sola a pesar de las adversidades. Por ejemplo, cuando viví a distancia el secuestro de mi abuelo, días y días, noches y noches sin parar de bailar en la incertidumbre, pero no estaba sola, las instituciones mexicanas estaban ahí, fuertes, firmes, luchando para lograr su objetivo. Yo sigo creyendo en México”, asegura.

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