La mirada de Isaac Hernández parece flotar en el aire, ligera. Es sutil, pero no por ello menos atenta. Se da cuenta de que éste es su momento, lo disfruta y recuerda cuando tenía ocho años y practicaba el ballet en el patio de su casa tapatía, junto a sus nueve hermanos. Ahora es la máxima promesa de la danza y en este año montará La dama de las camelias, El lago de los cisnes en la versión del coreógrafo Rudi van Dantzig y traerá consigo en agosto, al DF, a la élite de la danza mundial con el espectáculo Despertares.
Nació en Guadalajara y se autodefine como “un hada de 24 años”, un ser alado feliz que hace apenas cuatro meses convirtió en realidad su primer sueño: ser el primer bailarín del Het Nationale Ballet, de Holanda. Hoy vive en Ámsterdam y se acepta como un romántico y melancólico, un encarecido amante del ballet, adicto al chocolate blanco, la música clásica, la literatura, el golf y un gramófono que conserva en su casa de Holanda.
Éstas son algunas de sus pasiones. Aunque ahora debe sumar una nueva que nunca habría pensado: atender a su club de fans. Es un club que lo sacude. Está integrado por 600 niños y jóvenes de México, sabe que es un ejemplo para ellos y no quiere decepcionarlos. Ellos lo rodean y le piden su autógrafo, que se tome una foto para subirla a Facebook. Él sonríe. Luego otra foto, pero ahora todos juntos; una más, pero sonriendo. Y así, de pronto, Isaac acaricia la fama como si se tratara de una curiosa, leal y dócil mascota.
Una de sus fans es María Priscila Morales. Ella conoce su trayectoria de memoria y puede contar tantos detalles de su vida como si estuviera en un programa de concursos:
Isaac nació el 30 de abril y desde muy chico inició su carrera. Tenía ocho años cuando empezó a estudiar ballet clásico, con su papá, Héctor Hernández Valle. Fue becario en The Rock School for Dance Education, en Filadelfia, y en The American Ballet Theatre”.
¿Crees que es un bailarín reconocido a nivel mundial?, le pregunto. “A los 13 años ganó el Premio Nacional de la Juventud y obtuvo tres Grand Prix; y hasta ahora es el único mexicano que a los 16 años obtuvo la medalla de oro en la USA International Ballet Competition. Su vida es la danza. Es lo que más le apasiona”.
¿Y por qué te interesa tanto un bailarín?” “Ah, porque es muy profesional, tiene carisma, es muy bueno en lo que hace y se preocupa por los jóvenes de este país”, dice convencida.
Luego continúa: “Hasta donde sé, dedica casi 14 horas diarias a la danza, aunque por lo general va una hora al gimnasio antes de empezar los ensayos, y como como complemento utiliza unas pesas en los tobillos para tomar mayor fuerza en las piernas y así ser más flexible. En el Het Nationale Ballet normalmente ensayan de lunes a sábado, pero cuando se acerca alguna presentación prácticamente no tiene descanso y trabajan hasta las 11 de la noche”.
Un gramófono en su vida
Sobre el misterioso gramófono que Isaac adquirió hace unos meses, se sabe que lo adquirió atrás del Teatro de Ámsterdam, donde hay un mercado de reliquias y curiosidades, justo la calle por donde el bailarín camina casi todos los días.
Cierto día vio ese gramófono y le pidió al vendedor que le permitiera escucharlo. Ahí descubrió el sonido melancólico de los viejos tiempos y se enamoró. Entonces lo adquirió, pues es un amante de los viniles, Así que hoy puede escuchar Summertime o Dream a Little Dream of Me, de Ella Fitzgerald y Louis Armstrong sin pensar en su iPhone.
Otros días le da por escuchar los grandes éxitos de Luciano Pavarotti, el Concierto No. 3 de Rachmaninoff, las sinfonías de Wolfgang Amadeus Mozart, de Ludwig van Beethoven y también de Michael Jackson.
Pero ¿qué lee Isaac Hernández? Hace sólo un mes terminó una biografía de Albert Einstein, y quedó absolutamente impactado, pues le pareció increíble explorar la mente de uno de los genios más grandes de nuestros tiempos.
Lo que más me llamó la atención de Einstein es que siempre fue diferente, era el muchacho raro, el atrevido y no fue influenciado por nada, simplemente a lo que él se dedicó fue a pensar y eso fue lo que dijo, que lo único que necesitaba era un lápiz y un papel porque todo lo demás se solucionaba con la mente. Insistía en que el arte y la ciencia son productos de la imaginación, y afirmaba que en esa palabra vive el secreto de la vida”, cuenta Isaac a Excélsior.
Conociendo a Gabo
Ahora que el bailarín ha concluido con Einstein, ha comenzado la lectura de la obra completa de Gabriel García Márquez. “Acabo de leer El coronel no tiene quien le escriba y Cien años de soledad. Y todo empezó porque hace poco encontré una fotografía que me tomé con él en la Feria del Libro de Guadalajara, cuando yo tenía 11 años. Y ahora que supe de su muerte me sentí avergonzado de no haber leído alguno de sus libros, así que fui a comprar su colección y no detenerme más tiempo”.
Para este joven, Cien años de soledad ha sido una experiencia extraordinaria, una aventura muy emocional; y El coronel no tiene quien le escriba, destaca es una historia tan condensada como contundente.
Ahora ha comenzado La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y su abuela desalmada porque su objetivo es conocer toda la obra del Premio Nobel 1982. Aunque también es cierto que de vez en cuando disfruta la relectura de El sueño de una noche de verano, Romeo y Julieta y Hamlet, de Shakespeare.
Justo he encontrado esto, que me hacía falta leer y agregar esa parte del conocimiento a mi mente y no sólo especializarme en la danza”, confiesa el bailarín.
¿Eres perfecto o perfectible?, le pregunto mientras se incomoda un poco. “No, no lo soy. Pero creo que tenemos que aspirar a esa idea porque es la que nos mantiene en la rutina diaria, luchando por esa idea de encontrar lo mismo que le pasaba a Einstein, encontrar lo ideal”.
Y si no lo pensara así, creo que estaría sentado en casa ahora. Necesitamos esa idea de encontrar lo que sigue, de desarrollar algo mejor y evolucionar. Quizá nunca sabremos qué es la perfección, pero es una idea que nos mantiene vivos e ilusionados. Así que es importante tenerla”.
Arte salvador
A veces en sus ratos libres, Isaac piensa que el arte podría salvar a la humanidad. Y aunque es una frase gastada o a muchos les puede parecer una locura porque ante una vida llena de problemas cotidianos es difícil creer que el arte sea la solución a los problemas, él piensa que es algo que puede sensibilizar a la sociedad para darle a los jóvenes la oportunidad de acceso a este conocimiento.
Esta idea le surge en sus conversaciones con amigos y familiares porque piensa que el mayor problema del mundo es la propia humanidad, pues de ella se deriva la guerra y la violencia. “No puede ser que pues después de toda la miseria que hemos visto, la humanidad siga siendo exactamente lo mismo”, dice Isaac con las manos entrelazadas y la cabeza clavada en el piso, como si buscara una respuesta que lo corrigiera todo.
A mí me causa mucho conflicto que después de todo el sufrimiento que se ha visto en la historia, de todas las revoluciones y las guerras, no hemos ido más allá de lo que somos ahora. Y me sorprende el odio que nos seguimos teniendo, la primitividad de nuestros sentimientos hacia los otros… es algo que me parece ilógico pero muy actual”.
Y vuelve al punto: “Ahí es donde verdaderamente podemos medir el desarrollo de nuestra especie, porque a final de cuentas la evolución tecnológica no ha servido de mucho, pues nosotros seguimos en la edad de piedra: matándonos unos a otros. ¡Es increíble!”.
Entonces hace una pausa y le vuelve la sonrisa, piensa en sus fans y reconoce que le hacen ilusión. Respira profundo y concluye: “Pienso que todos tenemos una batalla que luchar y para mí es un honor que las personas se tomen el tiempo y que los padres le den el tiempo a sus hijos para venir a apoyarme en mi batalla. Es importante para mí, tiene una nobleza especial”.
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