Por: ALFONSO HIRAM GARCÍA ACOSTA
Desde sus inicios el bolero cubano, como expresión de una lírica vocal de la cancionística trovadoresca cubana, estuvo marcado por el acompañamiento del motivo conocido por cinquillo, en forma de continuo rítmico-armónico, que a su vez constituye la base rítmica del danzón, y que mucho antes se encontraba en la contradanza y la danza cubanas.
La presencia del cinquillo y sus variantes, de manera directa o implícita en el acompañamiento del bolero, podemos apreciarla en las ejecuciones de obras de las primeras etapas muy conocidas y de autores famosos, como “Perla Marina” de Sindo Garay, “Mujer Perjura” de Miguel Compagnioni, “Pensamiento” de Rafael Gómez “Teofilito”, “Y tú, ¿Qué has hecho?” de Eusebio Delfín, o “Marta” de Moisés Simons.
En algunos de los primeros boleros se ve más clara la presencia del cinquillo en la melodía misma de la canción. “Tristezas” presenta un discurso musical casi todo el tiempo basado en una figuración variante del cinquillo que también se perfila en la melodía de “Y tú, ¿Qué has hecho?”.
A diferencia del bolero, la habanera –género cuyo origen se encuentra en la danza criolla– tuvo su mayor auge durante la segunda mitad del siglo XIX, como manifestación bailable desapareciendo luego como baile, y quedando como género vocal del que es ejemplo la habanera “Tú”, de Eduardo Sánchez de Fuentes.
Esto explica la paralización de la habanera como género danzario vivo en Cuba, y el haberse convertido en una expresión musical de la lírica de concierto, a pesar de tener en su contenido elementos comunes al bolero, como pueden ser la temática romántica del texto literario, motivo rítmico simétrico, estable y constante.
Sindo Garay, precursor de la trova cubana
El bolero en el Danzón
A fines del siglo XIX, la contradanza con sus variantes había agotado sus posibilidades de renovación. Sin embargo, sus elementos rítmicos, armónicos, melódicos y morfológicos van a incidir en la creación de nuevos géneros de la música popular cubana. El ritmo del cinquillo pasará a ser la base de un nuevo género: el danzón, más tarde catalogado como baile nacional de Cuba.
En 1879 Miguel Failde, un músico mulato de la ciudad de Matanzas que tocaba en orquestas de baile, compuso y estrenó con su propia orquesta la obra que se ha aceptado como el primer danzón: “Las Alturas de Simpson”. Probablemente el nombre danzón se derive de la danza cubana, es decir, de una danza más extensa, un danzón, empleando el grado superlativo.
Desde el punto de vista musical sus rasgos más importantes son el cinquillo, como continuo rítmico, sobre el cual descansan los elementos melódicos y armónicos ya presentes en las contradanzas y danzas enmarcados en el sistema tonal mayor-menor. La forma de la primera etapa del danzón consiste en una Introducción de 8 compases, de los cuales los cuatro últimos son improvisados sobre las funciones armónicas de Tónica – subdominante – Dominante – tónica; siguen después 2 secciones de 16 y 32 compases, respectivamente, denominadas primer y segundo danzón, entre los cuales se intercalan los 8 compases de introducción, adoptando la pieza una forma definida como: A (Introducción) – B (Primer Danzón) – A (Vuelta a la Introducción) – C (Segundo Danzón).
Posteriormente se amplió la estructura formal del danzón con una nueva sección, en la cual incluye el son. La ampliación del danzón con esta estructura fue realizada por el compositor José Urfé en 1910, con la creación del danzón “El Bombín de Barreto”. Esta nueva sección, llamada montuno en alusión a su procedencia sonera, se caracteriza por un continuo rítmico-armónico sobre el cual algunos elementos tejen su improvisación.
Tanto los danzones creados según el modelo formal de Faílde como los compuestos con la forma aportada por Urfé, son de realización instrumental. Años más tarde, el danzón experimenta otra innovación al crearse el danzonete, como una mezcla de la ejecución puramente instrumental del género con influencia del canto en el son.
El primer danzonete fue creado por el músico matancero Aniceto Díaz en 1929, titulado “Rompiendo la Rutina”, y otros también muy populares, entre los que se cuentan “El Trigémino” y “La Zona Franca”.
El danzonete tuvo una moda efímera, pero lo que sí logró fue la adopción y el uso por la orquesta “Charanga Francesa” de un cantante, el cual ejecutaba todas las melodías de moda, ya fueran boleros, criollas, canciones o guajiras. Con el danzonete, el danzón se convierte de género instrumental en vocal-instrumental.
Con el desarrollo de la forma vocal-instrumental como consecuencia de la creación del danzonete, el danzón fue evolucionando hasta llegar al denominado danzón cantado, con la inclusión de una sección completa con una canción, interpretada por un cantante solista.
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