martes, 9 de junio de 2020

Propuestas generales para la reestructuración del nuevo organismo de apoyos y fomentos para las Culturas y las Artes(Antes Fideocomiso del FONCA)




Colegas del país, redactamos a continuación un compilado con las propuestas que hemos recabado en los últimos meses. Léelo con atención. 

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GRACIAS por tu tiempo. 
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Consideramos que el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (FONCA), tal y como sigue actualmente funcionando, cuenta con algunas reglamentaciones legales, pero carece de legitimidad en la población, debido a que no tomaba en cuenta las necesidades, condiciones y demandas de numerosas y diversas agrupaciones artísticas y culturales del país, en la toma de decisiones, organización y reglas de operatividad en los apoyos que se otorgaban al Arte y la Cultura.

Se trata de un organismo con mecanismos y reglas que favorecen una visión sesgada de los conceptos de arte y cultura, en donde se privilegiaban la alta cultura y las Bellas Artes, por encima de la diversidad cultural y artística, que es numerosa e invaluable en nuestro país. Entre otros vicios, ha concentrado los apoyos en la zona centro de la República Mexicana excluyendo a la mayoría de los estados y municipios, y propicia la endogamia al permitir que pocas agrupaciones y artistas repitan en numerosas ocasiones el rol de beneficiarios y jurados acumulando apoyos. Por si fuera poco, no existe a la fecha reglamentación estricta que impida a funcionarios públicos como directores de Escuelas de Arte, directores de Casas de Cultura o funcionarios municipales de cultura (salvo para los medios y altos mandos de la Secretaría de Cultura federal o de Instituciones Estatales de Cultura), participar en las convocatorias y recibir becas del FONCA; lo cual se convierte en terreno fértil para prácticas de tráfico de influencias y conflicto de intereses, que legalmente son dos variantes de la corrupción.

Consideramos que es necesario modificar varios programas del anterior FONCA y sus reglas de operación, para que tengan cabida diferentes voces y  generar apoyos que no se concentren en los centros urbanos con mayor desarrollo económico, y en vez de eso puedan llegar a barrios, alcaldías, municipios y estados, donde los programas han tenido bajo o nulo impacto. Para que esto suceda, proponemos que se creen nuevos instrumentos legales para involucrar a los diversos actores culturales de las regiones, en la deliberación y gestión de sus demandas, que conlleven al desarrollo cultural de sus localidades; en otras palabras, que se abran oportunidades de participación activa, donde los ciudadanos puedan tomar decisiones en beneficio del desarrollo cultural de sus regiones. En resumen, cambiar los esquemas de competencia, a otros sistemas fundados en la solidaridad, empatía y el bien común, para evitar la subordinación entre unos y otros, y la generación de élites culturales.

Pensamos que es primordial tomar conciencia de que los apoyos que se otorguen son gracias a las aportaciones del erario, por lo tanto es indispensable que los beneficios sean otorgados a los proyectos que atiendan las necesidades de la población y no las necesidades individuales. Son programas públicos, no financiamientos empresariales de inversión privada. 

También consideramos necesario que quede debidamente establecido y reglamentado, que no se trata de un Programa de Jubilaciones (como en el caso de los apoyos vitalicios), ni de un Programa de contrataciones laborales, ya que las relaciones laborales entre Patrón y Trabajador se establecen en un contrato legal que no se limita solo a los derechos de los trabajadores, sino también amerita obligaciones y un ejercicio de subordinación con el Patrón, tal y como lo establece la Ley Federal de Trabajadores vigente. El derecho al acceso a los servicios de salud que por años demandamos, en la actualidad puede quedar cubierto con el recién creado Instituto Nacional de Salud y Bienestar (INSABI). 

Pensamos que actualmente no existe ningún modelo económico a nivel mundial, que permita la contratación Estatal de todos los ciudadanos, independientemente de su profesión u oficio. Contratar a unos cuantos es avalar la permanencia de la endogamia. Por lo tanto en un ejercicio democrático, empático y solidario, no consideramos que la actividad artística tenga mayor valor que otras. Tan importante es un maestro albañil, una trabajadora del hogar, un ingeniero, un abogado o un artista, y no se puede contratar a todos. Por eso se trata de Programas de Apoyo y Fomento, que pueden seguir funcionando a través del otorgamiento de becas en el caso de estudiantes o investigadores, o de contratos específicos de Prestación de Servicios para creadores y agrupaciones.

Por todo lo expuesto, presentamos algunas propuestas generales para la transformación del nuevo organismo de apoyos a las culturas y las artes, que dependerá directamente de la Secretaría de Cultura. Las propuestas que presentamos se desarrollan a través de tres ejes que consideramos prioritarios: Democratización, Descentralización y Combate a la corrupción.

Democratización

Proponemos que todas las instituciones culturales dependientes del Estado, sean espacios de pluralidad, diversidad e inclusión y que representen a la población, tomando en cuenta a las voces de cientos de comunidades artísticas y culturales que existen en el país.
Para ello es indispensable cambiar la concepción que se tenía del arte y la cultura, hacia una perspectiva amplia y diversa. Resulta ofensivo y denigrante sostener una visión elitista de las artes y las culturas como meras manifestaciones de excelencia, calidad y mérito, ya que estos términos son construcciones subjetivas del lenguaje, que prepondera la competencia y que usualmente hace referencia al ejercicio manufacturero de las industrias para el consumo. Las artes y las culturas son conocimientos e identidades con sentido simbólico que necesitan ser revalorados como tales. Es por ello que el acceso a las mismas constituyen un derecho.
Las propuestas para este rubro son las siguientes:

Repartición equitativa del presupuesto federal. Que el presupuesto federal destinado al nuevo Programa de Apoyos a las Artes y las Culturas, sea repartido equitativamente en toda la República. Principalmente a los lugares que históricamente han sido rezagados y que no han recibido ningún apoyo, a través de la creación de nuevas convocatorias que atiendan la descentralización y fomenten una redistribución equitativa de los recursos disponibles.

Procurar que los apoyos se destinen a quienes los necesiten y presenten un proyecto claro y contundente para el bien común. Ya no más apoyos a proyectos con intereses particulares, porque se trata de apoyos con financiamiento público, no de la iniciativa privada.

Que la Secretaría de Cultura vaya al encuentro de los artistas. Que este órgano estatal y descentralizado que represente a la Secretaría de Cultura, promueva la investigación regional para ir al encuentro con los artistas de diversas comunidades de la región, en vez de que los artistas siempre vayan al encuentro con la Secretaría. Es decir, que retome su función de fomento y difusión de manera comprometida.

Promover la participación de actores culturales locales, en la creación de programas y entrega de apoyos a partir del conocimiento de la realidad local y del análisis crítico, para que la participación de pares sea efectiva y no una farsa, es decir, que se involucren directamente los actores culturales en la toma de decisiones, con el fin de mejorar la redistribución de la riqueza material y del poder de decisión.

Fortalecer las capacidades locales para reducir la dependencia económica hacia el Estado, implementar cursos y apoyos que tomen en cuenta las necesidades de conocimiento y capacitación, que demanden los actores culturales locales dentro de su contexto socioeconómico. La finalidad de los apoyos debería ser generar sustentabilidad y autosuficiencia.

Descentralización

En el ámbito de las políticas culturales en México ha existido una lógica centralista, una tendencia concentradora de los recursos y del ejercicio público. Es hasta finales de los ochenta y principios de los noventa que se construyen instituciones, programas y productos culturales que tienen como bandera la descentralización cultural. Sin embargo, la descentralización ha sido insuficiente para paliar todas las desigualdades y diferencias en el acceso y desarrollo cultural del país. Simultáneamente, se han provocado asimetrías regionales de desarrollo cultural muy marcadas. Varios de los programas que pregonan la descentralización han generado un desarrollo cultural desequilibrado, incluso dentro de las entidades federativas, promoviendo en todo caso nuevas formas de centralización, al reproducir los mismos vicios en los estados.

A través del estudio de las actas de dictaminación, se observa que la mayoría de los jurados han procedido de la Ciudad de México, y que han existido grupos de artistas que unos años son jurados y otros beneficiarios provocando endogamia, además de que algunos han fungido como funcionarios públicos al mismo tiempo. En otras palabras, más allá de lo valioso que puedan ser o no sus creaciones, ha predominado la concentración exacerbada de recursos en zonas geográficas específicas y en ciertos grupos de artistas.
Por ello, para la necesaria y urgente descentralización, proponemos lo siguiente: 

Crear una cartografía cultural local, es decir, un levantamiento de datos de los patrimonios tangibles e intangibles, y un censo oficial avalado institucionalmente del número de creadores y sus lugares de nacimiento y residencia, como base fundamental para obtener una serie de indicadores que permitan partir de una base real para planificar los programas culturales.

Crear una convocatoria específica que impulse el fomento y desarrollo de grupos artísticos y culturales en lugares de alta marginalidad del país, en municipios y comunidades donde la programación de actividades artísticas y culturales sea poca o inexistente. En este caso, no se debería exigir a las comunidades algún tipo de coinversión para el desarrollo de sus proyectos, para no propiciar requisitos que los marginen de las convocatorias en razón de sus condiciones de producción. 

La creación del Programa “Infraestructura gubernamental para la comunidad artística”, con la finalidad de poner a disposición de agrupaciones culturales y artísticas, los espacios públicos oficiales que se encuentran en abandono o semi-abandono (denominados “elefantes blancos”), o que se utilizan muy poco, incluyendo escenarios móviles o similares que dejaron de ocuparse. Esta idea tiene como antecedente el programa de “Teatros para la comunidad teatral”, que se desarrolló hace algunos años, en el que se otorgaban apoyos económicos y teatros del IMSS en comodato para ser operados y administrados por compañías artísticas, por periodos hasta de tres años. En este caso proponemos que se considere cualquier espacio que haya caído en desuso (o sea sub-utilizado) y forme parte de la infraestructura del Estado (federal, estatal y/o municipal). 
Este programa incentivaría el desarrollo de otros modelos económicos autosustentables, en donde a través de otorgar espacios públicos en comodato a agrupaciones culturales, éstas puedan funcionar a través de Cooperativas que  operen en condiciones dignas, fomentando su desarrollo y subsistencia. 
Esto contribuiría a fortalecer otros modelos económicos que permitan la autonomía, también fomentaría la promoción del diverso ecosistema artístico del país y fortalecería la descentralización; además de poner en uso la infraestructura cultural ya existente.

Combate a la Corrupción. 

Después de revisar las actas de dictaminación del FONCA (Disponibles en el sitio oficial de ese organismo), observamos casos de artistas que han repetido becas en varias ocasiones, recibiendo apoyos hasta por 21 años. Algunos de ellos recibieron hasta 25 estímulos en diferentes convocatorias y temporalidades. De la misma manera, existen grupos escénicos beneficiados hasta por 14 años consecutivos, con apoyos del Programa México en Escena (desde su creación hasta la fecha), al mismo tiempo de que sus representantes legales recibieran recursos del Sistema Nacional de Creadores de Arte (SNCA), y/o a través de otros Programas como Creadores Escénicos, Apoyos Especiales o Coinversiones, por nombrar sólo algunos.

Queremos aclarar que no cuestionamos la calidad o relevancia que pudieran tener sus trabajos y creaciones, pero sí consideramos fundamental que se establezcan límites en el número de veces que se vean beneficiados todos los artistas y agrupaciones culturales, para evitar la endogamia y promover la democratización de los apoyos.

Sumado a lo anterior, tal y como lo mencionamos al inicio de este documento, es fácil observar en las mismas actas, que algunos artistas repitieran en numerosas ocasiones el rol de beneficiarios y jurados. Por todo lo expuesto consideramos que es indispensable Generar un nuevo código de ética y nuevas Reglas de Operación para el funcionamiento del nuevo órgano de apoyos del Estado para las culturas y las artes, en donde se establezca lo siguiente: 

Cambiar el mecanismo de selección de los jurados en los distintos programas de apoyos a las artes y las culturas. Proponemos que sean incluidos como jurados el mayor número de artistas del país que hayan tenido o no, una beca del FONCA; que se consideren a más mujeres artistas del interior del país para procurar la paridad de género, y que también se incluyan a diversos actores culturales (artesanos, investigadores, maestros, gestores, representantes de pueblos originarios). Asegurando que la diversidad cultural del país tenga representatividad e injerencia en la toma de decisiones. Se trata de incorporar otras subjetividades y estéticas que antes permanecían en la marginalidad. Con esto se promovería la igualdad de oportunidades para el acceso a los apoyos sin importar la condición social, origen étnico, lugar de procedencia o género, procurando mayor diversidad e inclusión en la toma de decisiones. Planteamos que cualquier artista o actor cultural que cumpla con ciertos requisitos establecidos de común acuerdo con la comunidad cultural del país, pueda participar y entrar en el sorteo para la insaculación de las comisiones de selección en las diferentes áreas y especialidades. En el caso de los programas con apoyos mixtos entre el Gobierno Federal y los Gobiernos Estatales, proponemos que se elijan jurados con el 50% de actores culturales locales y el resto del interior del país, por el método de insaculación anteriormente propuesto; para que los anhelos de participación democrática perseguidos desde la creación del FONCA, por fin encuentren un mecanismo. 

Periodicidad en el ejercicio rotativo de los jurados. Proponemos que las comisiones de selección de los proyectos, puedan durar como máximo dos años en funciones, para luego dar paso a nuevos creadores y actores culturales como jurados. Proponemos que transcurra por lo menos un periodo de cuatro años para que un jurado pueda volver a serlo, y que a su vez una misma persona pueda ser jurado un máximo de tres veces. Es inconveniente que los jurados se repitan en innumerables ocasiones y en varias convocatorias a la vez, esto ha creado situaciones de endogamia y la creación de grupos privilegiados con acceso a constantes apoyos, mientras una gran mayoría no ha podido recibir alguno.

Establecer límites en el otorgamiento de apoyos a una misma persona o grupo cultural, para procurar una redistribución equitativa del presupuesto y evitar la concentración del mismo en un reducido grupo de beneficiarios. Proponemos que un mismo artista o agrupación cultural reciba hasta tres veces un apoyo de este Programa. A su vez, consideramos importante reglamentar que un mismo artista y su agrupación no puedan recibir becas simultáneamente; por ejemplo, si se otorga al grupo de un artista el apoyo México en Escena,  que no se le otorgue al mismo tiempo al director de ese grupo, la beca del SNCA (Sistema Nacional de Creadores); o si se beneficia a un artista con el apoyo del Programa de Coinversiones, que no se otorgue al mismo tiempo el apoyo del Programa México en Escena, y así sucesivamente. 

Impedir que funcionarios puedan participar en la solicitud de apoyos. Explicitar en el nuevo Código de Ética, que aquellos que tengan un cargo público no puedan solicitar becas, a menos que renuncien a su cargo. En el anterior código de ética, solo se establecían límites para funcionarios de altos y medios mandos, pero eso permitía que directores de Escuelas, Centros Culturales e incluso, funcionarios de alcaldías (en el caso de la Ciudad de México), pudieran solicitar becas. Mismas que fueron otorgadas dando pié al tráfico de influencias y conflicto de intereses.

Establecer claramente los vínculos entre solicitantes y jurados en el nuevo código de ética. Consideramos que si ha existido algún vínculo laboral o profesional entre la persona encomendada para desempeñar la función de jurado y el solicitante, sin importar su temporalidad, el jurado se verá impedido a desempeñar de manera imparcial y objetiva dicha actividad. Por esto, planteamos que si han existido vínculos afectivos, profesionales o laborales entre becarios y jurados, estos últimos se abstengan de dictaminar dichos casos.

Establecer que sea imprescindible el ejercicio de retribución social. Consideramos que es imprescindible que los beneficiarios de estos apoyos, tomen consciencia de que el presupuesto destinado para el funcionamiento de los mismos, proviene del erario. Por ello están obligados a retribuirle a la sociedad atendiendo las necesidades y solicitudes de la misma, no al revés. Tal y como lo contempla el Programa de Cultura Comunitaria.


Instituir que los apoyos se destinen a quienes los necesiten y presenten un proyecto claro y contundente, donde se busque el bien común y no los intereses individuales y particulares de un artista, ya que se tratan de apoyos con financiamiento público, no de la iniciativa privada. Necesitamos cambiar un sistema de selección basado en la competencia y la meritocracia, por uno cimentado en la solidaridad y el bien común. 

Como complemento de las propuestas generales presentadas, consideramos que es indispensable la creación de un Comité de Vigilancia Ciudadana (en cada estado de la República), encargado de vigilar la transparencia en el manejo de recursos, y el cumplimiento del Código de Ética en el otorgamiento de los apoyos a las artes y las culturas. Es necesario que dicho comité esté conformado por diferentes actores de la sociedad y que funcione de manera honoraria para que no existan intereses económicos de por medio.
También consideramos importante que la Secretaría de Cultura coadyuve en el ejercicio de la promoción y difusión de diversas prácticas artísticas, y de los creadores que no cuenten con una beca, para que se conozcan sus trabajos.

Por último consideramos necesaria la generación de un nuevo Sistema Nacional de Creadores que no sea vitalicio ni endogámico, para que exista un presupuesto destinado a fomentar la creación y la investigación artística y sus diversas aplicaciones en el desarrollo cultural y educativo del país. Sería destacable que dicho sistema proporcione las condiciones necesarias para que los creadores e investigadores, puedan realizar sus actividades en beneficio de la sociedad; y se incentive el trabajo colaborativo, participativo y solidario, en vez de las prácticas de competencia. Así mismo sería pertinente generar un rubro que considere fondos económicos en casos de desastres o contingencias nacionales, que opere bajo estrictas normas de vigilancia, para que esos apoyos se apliquen debidamente a las personas que verdaderamente lo necesiten, y no a los artistas y agrupaciones que ya cuentan con otros apoyos.

Pensamos que las artes y las culturas deben ser consideradas en su pluralidad, diversidad y riqueza de conocimientos, lo que las hace indispensables en el desarrollo de la sociedad. Por ello es necesario que el Gobierno y la sociedad civil trabajemos conjuntamente para procurarlas, fomentarlas y valorarlas.

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Los primeros firmantes somos los siguientes: 

Fernando Yralda
Humberto Robles
Jorge Pérez Falconi
Mauricio García Carmona 
Paco Vela
Paola Aimée
Víctor Navarro 
*Obligatorio

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