EFE
Las carcajadas resonaron anoche en las ruinas romanas de Cáparra con "La corte del faraón", una comedia musical cuyo objetivo, sobradamente cumplido, es lograr la risa del público mediante una acertada adaptación que se sitúa entre la zarzuela y la revista, con toques de vodevil.
Tercera cita de la extensión cacereña del Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida, La corte del faraón, que ya triunfó en Mérida la temporada pasada, supone una vuelta de tuerca a un clásico prohibido durante la dictadura franquista, al tiempo que conserva su esencia "pícara y cachonda".
Esta divertida comedia, coproducida por el Festival y la productora extremeña Rodetacón Teatro, está dirigida por Ricard Reguant y ha llegado al escenario de Cáparra protagonizada por Belinda Washington, acompañada en escena por Paco Arrojo, Marta Arteta, Noelia Marló, Inés León, Javier Enguix y Joan Carles Bestard.
Un excelente plantel de artistas que cantan, bailan e interpretan al más puro estilo cabaret durante algo más de hora y media, en un juego de comedia y enredos, sin más pretensión -o con toda la pretensión- de divertir y provocar la risa, algo que no está demás en tiempos de pandemia.
La corte del faraón es una zarzuela denominada opereta bíblica en un acto y cinco cuadros, que se estrenó en Madrid en el Teatro Eslava el 21 de enero de 1910, con libreto de Guillermo Perrín y Miguel de Palacios y música de Vicente Lleó.
Está basada en una obra francesa sobre el episodio bíblico del casto José y la esposa de Putifar y es, sin duda, junto a La verbena de la paloma, la zarzuela más conocida por el público en general, incluso para los que no conocen prácticamente nada de este género musical.
Esta nueva versión, basada naturalmente en el tan conocido original, la representación de la trama se ve alterada por distintos accidentes y acontecimientos ajenos al argumento del libreto, y llevándolo a un terreno algo más actual.
Se trata de un giro hacia el musical y la revista más moderna, con vestuario y coreografía afines a las intenciones de la dirección y una adaptación que intenta "sacar el polvo a una obra", ya de por sí inmortal, para reconvertirla en un nuevo éxito.
En este caso, la obra recupera del pasado asuntos tan vigentes como la censura, la libertad amorosa o el arte de disfrutar del sexo con la mayor naturalidad posible porque, tal y como entonan su protagonistas, "la verdad no se puede reprimir y siempre encontrará como salir".
En definitiva, una desternillante propuesta plagada de momentos ingeniosos y divertidos guiños a la actualidad que hacen partícipe al público y convierten el escenario, esta vez levantado junto al arco romano de Cáparra, en una fiesta.
Cáparra acogerá este domingo la cuarta y última propuesta en el marco del 66º Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida.
El cierre estará a cargo de la compañía Atalaya que pondrá en escena el espectáculo Elektra.25, la universalidad de un mito, dirigido por Ricardo Iniesta.
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