Las preferencias musicales cambian y se adaptan al estado de ánimo en cada momento. La música nos ayuda a gestionar las emociones y con ello favorece el bienestar. Así escuchamos canciones diferentes en distintos momentos del día (por la mañana suelen ser más pausadas), en distintos días de la semana (el fin de semana pide música de baile) o en distintas semanas del año (abundan los villancicos en Navidad y la canción del verano en época estival).
Cada persona busca la música que mejor se adapta a su momento vital. Además, acceder a la música, por ejemplo vía radio, tiene unos costes de consumo muy reducidos. Por estos motivos, el consumo musical es probablemente el consumo cultural más generalizado. Analizando el sentimiento de las canciones más escuchadas podemos obtener la preferencia social que existe en cada momento. La música que escucha la sociedad en cada periodo concreto nos ayudará a reflejar el estado emocional en el que se encuentra.
Por otra parte, las recesiones económicas son uno de los principales factores que impactan en el bienestar colectivo. Cabe preguntarse: ¿qué tipo de música preferimos escuchar para acomodar nuestro bienestar cuando la economía está en recesión?
Las preferencias musicales en recesión económica tienden a favorecer canciones con música y letras más positivas. En nuestro estudio mostramos que las preferencias musicales se adaptan para suavizar las fluctuaciones en el bienestar social relacionadas con los ciclos económicos. Ante un aumento del desempleo, de la inflación o de los tipos de interés, el consumo de canciones que aportan positividad se incrementa.
Las canciones más alegres suelen coincidir con periodos con tasas de paro elevadas
El gráfico (elaborado a modo ilustrativo) muestra la tasa de paro en Estados Unidos (en gris las épocas de recesión) y la media para el periodo 1958-2019, que fue del 6 %.
En el mismo gráfico se han localizado en el tiempo las diez canciones más positivas que se lanzaron durante el periodo analizado. Son canciones que permanecieron durante diez semanas en la lista de grandes éxitos y fueron números uno. Las letras de las canciones se analizan de forma automática con técnicas avanzadas de inteligencia artificial (procesamiento del lenguaje natural) para proporcionar un índice sobre el tono positivo o negativo de la canción. También se ha utilizado un indicador de la alegría que transmite la canción elaborado en función de las características musicales (tempo, tono, etc).
En total se revisaron 28 747 canciones diferentes publicadas en las 3 205 semanas estudiadas (62 años). Como ejemplo, podemos observar la aparición de “Diamonds”, de Rihanna, en 2012, un año marcado por un largo periodo de alto desempleo tras la crisis financiera de 2008.
Como se puede observar en el gráfico, solo tres de las diez canciones más positivas alcanzaron el número uno en periodos en los que la tasa de paro era menor de 6%. Y eso teniendo en cuenta que en el 60 % del tiempo analizado el desempleo estaba por debajo de la media. En otras palabras, en épocas en las que hay menos paro también hay menos canciones positivas de las que cabría esperar. En el lado opuesto encontramos que cuando el desempleo es más elevado se concentran más canciones alegres.
En el estudio mostramos que la música preferida por la sociedad se ve afectada no solo por el desempleo, sino también por la inflación, las cotizaciones bursátiles y las tasas de interés. Cuando aumenta la tasa de desempleo, la inflación, los tipos de interés o baja la bolsa, disminuye el bienestar de la sociedad y se modifican las preferencias musicales. En estas situaciones, las personas son propensas al consumo de canciones alegres y letras positivas en lugar de canciones tristes y negativas. Los resultados se mantienen al utilizar series de tiempo anuales, mensuales y semanales y son robustos a diferentes medidas de las variables.
El “efecto pintalabios”
El repunte de la música alegre en épocas difíciles se relaciona con el denominado “efecto pintalabios”, que recibe su nombre del incremento de las ventas de este producto durante las recesiones. En periodos de crisis económicas los consumidores compran bienes que tienen un coste reducido pero otorgan satisfacción personal. Por primera vez se ha identificado este efecto en el consumo de bienes y servicios culturales, en concreto en la música.
La música es probablemente el ámbito cultural más accesible y de mayor satisfacción inmediata. Por ello muchas personas acudimos a ella para sentirnos mejor. Conviene ser conscientes de que, frente a los problemas económicos, personales o sociales, la cultura es un refugio y debemos contar con ella para que nos permita superar las oscilaciones en el bienestar personal que se derivan de las crisis.
Juan de Lucio, Investigador Economista, Universidad de Alcalá y Marco Palomeque Carrillo, Investigador en Economía Cultural, Universidad de Alcalá
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation.
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