martes, 10 de noviembre de 2009

Clausuró Barro Rojo, Arte Escénico, la XXIX edición del Festival Internacional de Danza Contemporánea Lila López


Por: Roberto A. Valenciano Capín


No hay mejor forma de clausurar las actividades del XXIX Festival Internacional de Danza “Lila López, con una de las agrupaciones con gran talante creativo, propositivo en el quehacer dancístico mexicano es sin lugar a dudas, Barro Rojo Arte Escénico, al tener como escenario el Teatro de la Paz.

Un espacio que desde temprana hora fue abarrotada por un público que agradece y reconoce la trayectoria de esta decana compañía, al presentarnos en esta noche un programa titulado “Perspectivas”, el cual comprendió tres coreografías  que permitieron apreciar su más reciente acto creativo y permitir que el público potosino decodificará estas sensaciones a través del particular lenguaje expuesto por sus coreógrafos.

De esta forma, Barro Rojo reafirma estar en una etapa en cuanto a la búsqueda de nuevas formas y propuestas dancísticas que ha llevado a los artistas de Barro Rojo a la introspección y reflexión en torno a las ideas e historias contadas con el cuerpo, así como a la expresión de los sentimientos a través del movimiento.

Al desprenderse de esta acto reflexivo, tres cuadros coreográficos. “Ozomatli”, de Sergio Anselmo, " Vacío" de Francisco Illescas y "Soledades Compartidas", de Felipe Landa.

“Ozomatli” o “animal de dos ambientes” que sin lugar a dudas nos remite a la novela “Metamorfosis”, de Franz Kafka, a través de siete bailarines soslayan y dejan transparentar las diferentes formas de exponer las pasiones humanas, las cuales son llevadas a tal extremo que se soslayan y recaen innegablemente por si mismas en una monotonía que conlleva la inevitable rutina.

Para quedar demostrada el oficio y a la vez presentar una gama diferentes de sensaciones a través de frenéticos y hasta colapsados movimientos entre un acertado juego lumínico que le da esa tangente buscada por el coreógrafo.

En la obra “Vacío”, Francisco Illescas nos sorprende al trazar y desplegar desde una perspectiva muy personal de un bailarín que llega a los 50 años, en el cual detenta el coreógrafo una reflexión sobre su vida, sus devenires, así como preguntas en torno a una profesión que ha ejercido por más de tres décadas.

Un trabajo escénico que deja plasmado su nuevo trabajo bajo la escencia creativa de un maduro y con oficio coreografico, en esta ocasión detiene su camino para reflexionar y preguntarse a través del constante discurso entre las palabras y las sensaciones, creando en muchos de los presentes esa permuta de cierta nostalgia.

Ser testigos de como se desentraña y desemboca esta catarsis, aunado al lograr conjuntar en escena a tres artífices de esta compañía; Laura Rocha, Serafin Aponte y Felipe Landa, quienes nos dibujan a través de movimientos fluidos, llenos de una deliciosa malicia en conjunción con esa permanente sensación de crear y expandir ese sentido poético y metafórico que se puede llegar a leer.

Para cerrar esta fiesta de verano de la danza, como algún tiempo fue conocido este importante festival, se presenta el primer trabajo coreográfico de Felipe Landa “Soledades compartidas, ensayos de la soledad”, quien no solo establece un diálogo consigo mismo en torno a un inexcrutable compañero como es la soledad, sino también vemos un trabajo coreográfico en proceso, con suma honestidad en función de sus propias necesidades expresivas, al quedar detentando su temática como una forma de vida que termina convirtiéndose en una característica personal del individuo.

De esta forma se da por concluido un festival de danza que se gesto en el esfuerzo y en el cual permeó nuevamente esa esencia algo extraviada que dejo su fundadora, Lila López.

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