domingo, 30 de mayo de 2010

Un emotivo homenaje a Nellie Happee



Por: Columba Moya

Como todo un éxito puede considerarse el homenaje a Nelliee Happee realizado en el Auditorio Nacional el pasado 29 de abril.

El entusiasmo y calor humano invadía fila por fila los asientos del recinto, donde los años de disciplina, dedicación y amor rindieron fruto con la presencia de alumnos, amigos y colegas del mundo de la danza mexicana.

Para Nellie Happee y el público asistente se vivió el momento supremo en que funcionarios con elocuentes discursos, artistas, alumnos, bailarines, cantantes, músicos y técnicos en el teatro enorme experimentaron los momentos mágicos en que de pronto, en escena, algo florecía, tan fugaz e intangible como la danza misma y toda esa carga sólida e indestructible que es resumir en la obra coreográfica, en los surcos de la enseñanza, el profesionalismo y el afán de logro, la presencia indiscutible, lejos de mitología y acomodos, toda una vida dedicada a la danza.

Nellie Happee es del selecto grupo de bailarinas, maestras y coreógrafas que parecen haber sembrado en tierra fecunda su esfuerzo personal por aprender cada vez más, así como conocer y experimentar cada día nuevas realidades en el mundo sobre arte y cultura, para transmitir a sus alumnos, a la gente con quien trabaja y al público ansioso por disfrutar, y sin sofisticaciones endebles, un sentido de la danza conservador en su manera, sólido y bien hecho, que encanta a la gente.

Así, las obras presentadas en el Auditorio Nacional, como Esquina bajan (estrenada en 1994) y Carmina Burana (en 1993) con la Compañía Nacional de Danza, como ases de una programación ampliamente probada, aceptada y reconocida por los más diversos públicos, han coronado en sólido triunfo el importante trabajado de Nellie en el repertorio de la danza mexicana, concentrado en esa compañía, que dicho sea de paso se mostró excelente, con solidez, técnica, precisión y presencia, dando un salto cualitativo en su impacto visual.

Nellie Happee, pequeña, menudita, ha sido capaz de imponerse en todos los terrenos de la danza mexicana, en la que es respetada. Me agrada recordarla entrando toda apurada al salón donde ensayábamos los integrantes de la Compañía de Danza Contemporánea de Bellas Artes, por allá en la avenida Hidalgo frente a la Alameda, a finales de los años 50 y principios de los 60 del siglo pasado, con sus pasitos rápidos y breves batiendo palmas y lanzando su famosa frase: "a ver, güeras, vamos a iniciar la clase". Nos impartía sus clases de ballet, profundamente absorbidas de sus estupendos maestros, durante sus viajes a París y Estados Unidos.

Hoy, me alegro mucho por Nellie. Su trayecto en la danza mexicana y su liderazgo en el impulso y creación de compañías de ballet abrieron perspectivas y desarrollo para nuevas opciones, aun con el eterno cinturón siempre apretado para los bailarines, y el vientecillo de luchas intestinas por la ambición de poder y presupuesto de añejas costumbres y objetivos decadentes. Ella ha sabido, y no sin suerte, con estilo, clase y mucho esfuerzo, rebasar cuanto pudiera detenerla en la consecución de una obra que el México actual, menos desmemoriado, reconoce y valora.

Ahora Nellie, agotada, feliz y satisfecha, se tomará las cosas con calma, a sus 80 años, un poco alejada de ese torbellino vertiginoso del mundo de la danza, agotador y exasperante a veces, que exige y requiere de toda la vida, toda la energía y todo el esfuerzo por prevalecer y llevar a buen puerto convicciones e ideas por la cultura y el arte.

Así, luego de tres horas en el Auditorio, donde orquesta cantantes, bailarines, técnicos y cuanto hubo back stage para el homenaje a Nellie, con el maestro Solé siempre al tanto, como director de escena, el director de la orquesta sinfónica y el coro de Bellas Artes, Juan Carlos Lemònaco, actuaron sorprendentemente bien. Además, las voces maravillosas de la gran Lourdes Ambríz, José Luis Ordóñez y Guillermo Ruiz, sin pasar por alto a los primeros bailarines, como Jaime Vargas (quien también fue homenajeado ese día en el mismo teatro), Sandra Bárcenas, Agustina Galizza, Blanca Ríos, Raúl Fernández y el notable Erick Rodríguez, grabaron su presencia en esta función extraordinaria en honor a quien honor merece: Nellie Happee. Enhorabuena.

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