miércoles, 7 de agosto de 2013

El periodismo en México se ve obligado a firmar anónimo

 
 
Por: Marta Durán de Huerta
 
El firmar un reportaje, un artículo, una foto, es un deber y un derecho. Sin embargo, hacerlo le puede costar el puesto o la vida. El peligro de ser periodista en México no reside en recibir una bala perdida. No. Se trata de ejecuciones, de asesinatos con alevosía y ventaja para callar y censurar a la prensa. Para que los comunicadores independientes y honestos no develen lo que deben hacer público.
 
Distintas organizaciones nacionales e internacionales han calificado el sexenio del panista Felipe Calderón Hinojosa (2006-2012) de sangriento. Su fallida política de seguridad nacional fue peor que la enfermedad. Ha sido el sexenio con más periodistas asesinados, torturados, exiliados, amenazados o demandados de la historia de este país.
 
La ola de violencia llegó primero y con más fuerza a los periodistas de provincia. Como medida de seguridad, ya desde el 2007 los reporteros dejaron de firmar sus notas. La revista Proceso, de circulación nacional, anunció públicamente que para proteger a sus periodistas, no daría créditos a varios de sus reportajes.
 
Las publicaciones de provincia no dijeron nada, simplemente lo hicieron. Proceso tiene su sede en la Ciudad de México y a pesar de ser un medio poderoso y consolidado ha tenido un rosario de amenazas, demandas, atentados e incluso el asesinato de Regina Martínez, su corresponsal en Veracruz.

Los fotógrafos también están en la mira
Los fotógrafos también están en la mira. En diciembre del 2009, Arturo Beltrán Leyva, líder del cártel de los Beltrán Leyva cayó en un enfrentamiento con elementos de la Marina Armada de México. El cadáver de El Barbas yacía sin vida en el piso.
 
Alguien le abrió la camisa y le puso en su enorme torso dólares, euros, pesos, sus amuletos y la credencial de policía judicial que el capo siempre cargaba como otro talismán. Un fotógrafo de prensa que estaba presente, sacó una foto que en cuestión de minutos le dio la vuelta al mundo. Los Beltrán Leyva vieron el retrato de su líder muerto y humillado. La imagen tenía la firma del autor. Desde ese momento los gángsteres ofrecieron una recompensa de millones de dólares por la cabeza del fotógrafo, quien huyó y seguramente lo hará el resto de su vida.
 
Entre los periodistas mexicanos hay un intenso debate sobre si firmar o no las notas. Hay todo tipo de interpretaciones, todas con sólidos argumentos.
 
La revista Contralínea, también con sede en la Ciudad de México, cuenta con un historial de agravios: el asesinato de dos periodistas, el exilio de una, docenas de demandas judiciales (que obligó a los acusados a declarar en 22 estados de la República a dos mil kilómetros de distancia entre ellos) amenazas, robos en sus oficinas, persecuciones y hasta emboscadas.
 
Zósimo Camacho, periodista de Contralínea afirma que “en los diarios de provincia se dejaron de firmar las notas mucho antes de que Proceso lo hiciera. También se sacaron temas de la agencia periodística. Por ejemplo, en Tamaulipas ya no se escribe sobre narcotráfico, así haya una balacera en las puertas del periódico ya no se reportea”.
 

¿Fue un acuerdo entre periódicos o cada medio tomó la decisión? 
Camacho explica que “ se dio de manera no uniforme en varios estados de la República y en algunos casos fue por una advertencia directa.
 
En otras, el medio empezó a buscar la manera de protegerse. Sabemos de casos en varios estados del país donde se convocó a los periodistas a conferencias de prensa. Se suponía que se reunirían con hombres de negocios. Ya que todos los convocados estaban en el salón, alguien cerró las puertas y en lugar de llegar empresarios se apersonaron los narcotraficantes que abiertamente así se presentaron.
 
Ellos le dijeron a los comunicadores: sabemos perfectamente quién eres tú, qué escribes, dónde vives quién es tu familia. En esas reuniones se impusieron los requisitos, las nuevas reglas para desarrollar el trabajo. Ya es público, hubo quien se atrevió a denunciarlo y se han publicado notas al respecto.
 
Zósimo Camacho agrega: “No firmar las notas no es lo óptimo pero las circunstancias así lo exigen
 
Muchos se fueron del estado o se sometieron. Yo no condeno a quien no firma sus notas. Yo no critico a esos medios porque son los que están en el lugar, los que sufren las amenazas, son los que están en peligro de muerte, además siguen haciendo periodismo en situaciones bastante precarias.
 
Nosotros, en Contralínea, le dimos un seguimiento constante a los ataques contra periodistas. Llevamos un registro más minucioso que el de la Comisión Nacional de Derechos Humanos. Nosotros contabilizamos a más periodistas asesinados que ellos y dimos cuenta de dónde habían desaparecido, dónde habían perdido la vida, en qué medio trabajaban, el tema que investigaban, la fecha”, dice Camacho.
 
Zósimo Camacho agrega: “No firmar las notas no es lo óptimo pero las circunstancias así lo exigen. Los que condenan esta práctica no viven allí. Los compañeros de los estados de la república tienen un riesgo, serio, inminente. Sería peor que dejaran de informar como ya sucede en varias partes de la República.”
 
El no firmar no te protege pero hace sentir mejor a tu editor
Mike O`Connor es un periodista de la televisión norteamericana. Si alguien sabe de periodismo y peligro es él. Cubrió todas las guerras de la segunda mitad del siglo XX. El experimentado comunicador es miembro delComité Para la Protección de los Periodistas.
 

 
O´Connor explica que “ hay medios que a veces sí firman y a veces no, por ejemplo el Diario Reforma o Proceso. Yo tengo la firme impresión que no hubo un acuerdo sino que cada empresa tomó la medida por su cuenta.”´
 
-¿Sabe usted de algún periodista que haya sido asesinado o atacado a pesar de no firmar sus notas?

- “No lo sé, no he indagado esa línea. Si tú eres reportero o reportera de la nota roja, que es la fuente más peligrosa, el simple hecho que tu no firmes tus notas no te da mucha protección porque tanto los malos como los policías saben quién eres y si no, muchas veces la policía le pasa la información a los del cartel local, todos tus datos personales. El no firmar no te protege pero hace sentir mejor a tu editor; le da seguridad a tu jefe no a ti.”
Más del 50% de las agresiones vienen de funcionarios públicos
Rafael Barajas Durán, mejor conocido como El Fisgón, caricaturista del periódico La Jornada, es uno de los artistas plásticos más incisivos de México. Con un humor tan ácido como fino, exhibe de igual manera a la clase política, que al crimen organizado. El Fis como llaman cariñosamente en el medio, es un activista por la libertad de prensa, la democracia y los derechos humanos, en especial, los de los periodistas.
 
Este periodista gráfico dice: “¡Está cabrón! Los datos son muy fuertes. La situación del periodismo en México es crítica. Según Reporteros Sin Fronteras desde el año 2000 hasta hoy, ha habido 87 periodistas asesinados, doce desplazados, es decir, en un exilio interno y hay veinte que están desaparecidos. Hay un gran número de periodistas de muy alto nivel que han sido amenazados como Lidia Cacho, Anabel Hernández, Ana Lilia Pérez, por mencionar algunas.
 

 
Una de las cosas graves que se han detectado en este tipo de agresiones es que un porcentaje muy alto de los ataques, más del 50%, han sido perpetrados por personas ligadas al gobierno por funcionarios, federales, locales, de diversos tipos, de toda índole.
 
Hay zonas del país donde impera el narco y los periódicos decidieron no tocar ese tema porque es muy riesgoso. Tenemos además que la presión se ejerce a todo nivel y por cualquier cosa. El gobierno no ayuda a resolver el asunto. Es una situación crítica, angustiante. Yo entiendo que los periodistas no firmen sus notas por pura supervivencia porque con el narco no se juega.”
 
-¿Crees tú que ayude en algo no firmar?
-“Yo creo que sí; dependiendo del contexto, dependiendo del momento, yo creo que sí. A veces es lo único que puedes a hacer. No solo ayuda sino que se justifica plenamente”
 
Firmar, elemental para la seguridad
 
En contraste, la opinión a Anabel Hernández. La autora de Los Señores del Narco, y de México en llamas, ha tenido amenazas y atentados y el gobierno de la Ciudad de México le ha asignado dos escoltas armados.
 
“Creo que la política de algunos medios de firmar las notas como De la Redacción sobre todo trabajo relacionados con la denuncia de corrupción y narcotráfico apareció en provincia. Yo trabajo ambos temas y me llama mucho la atención que cada vez hay más, denuncias importantes aparecen como notas `anónimas` y que no conozcamos al reportero que lo hizo.
 

 
Es una manera inútil de intentar proteger al periodista porque finalmente el funcionario exhibido en temas de corrupción, el cártel aludido o ambos ( en México es frecuente que haya funcionarios públicos involucrados en temas del narcotráfico, o narcos implicados en el robo de petróleo) no averigüen quién eres.
 
Es inútil no firmar porque a final, el funcionario, el gobierno, o los cárteles terminan sabiendo quién es quien en la redacción. Por otro lado me parece otra forma de censura que no contribuye a la transparencia.
 
“Yo me opongo a que no se firmen las notas, por el contrario. Creo yo que la firma de la nota da mucha más transparencia a la labor y lo protege mucho más” – Anábel Hernández
 
Un medio de comunicación tiene obligaciones hacia sus periodistas y hacia sus lectores. Yo llevo haciendo una campaña desde hace muchos años, desde antes de que yo fuera amenazada de muerte, y aún después. Yo me opongo a que no se firmen las notas, por el contrario.
 
Creo yo que la firma de la nota da mucha más transparencia a la labor y lo protege mucho más. Debe ser público en qué temas está investigando y laborando. Sería muy lamentable si un periodista fuera asesinado y que cuando su familia o su medio de comunicación quisiera argumentar que fue ejecutado o amenazado por los temas que ha reporteado, y esos temas y su trabajo están firmados como De la Redacción; esto será un pretexto más para las autoridades de no investigar el homicidio o la amenaza.
 
Me parece que la mayor protección en México y en cualquier lugar del mundo es hacer público quién es el autor del reportaje porque en caso de amenaza o asesinato, se puede rastrear la ruta periodística del compañero. Me parece que es elemental para la seguridad, firmar públicamente su nota”.

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