miércoles, 14 de agosto de 2013

Un vistazo al blues mexicano (Segunda parte )



 Luis Eduardo Alcántara
 
 
Es preciso señalar que cuando el blues se volvió urbano en los años 50 en ciudades como Chicago, las cálidas melodías campiranas fueron sustituidas por malévolos retratos de una vida calculadora, regida por la sobrevivencia.
Las minorías eran explotadas en fábricas y hallaban un escape a su opresión revitalizando un arte que ya era conocido mucho antes como la música del diablo.
Como alguien bautizó: canto y tragedia de un pueblo, pero también enorme placer por cantarle a la vagancia, a la fiesta, el vino y el sexo. En nuestro medio, Alex Lora le canta a todo eso.
Ejemplos representativos existen muchos: Negra modelo, El blues del eje vial, La gitana, El blues de la mala suerte, El semental.
  
Yo me quedo con una melodía grabada en 1977: A.D.O. Esta pieza sintetiza el viaje homérico que todo blusista debe emprender: apostarle todo a tu pareja, ser traicionado en el clímax del amor, quedarte sin un clavo y decidir entonces cambiar de ciudad, utilizando para ello un medio de transporte tradicional:
 "Yo la traté como una reina, le di todo lo mejor, le di todo mi dinero y le di todo mi amor, y sin embargo ella me abandonó"
Dice Alejandro, y entonces no me queda otro remedio que recordar una melodía grabada 50 años atrás, por un cantante de Jackson llamado Tommy Johnson, quien afirmaba "Solamente le pedí agua fresca y ella me dio gasolina".
Los negros se trasladaban a otros pueblos pidiendo aventón o bien viajando de polizontes en trenes e inclusive a bordo de los famosísimos autobuses Greyhound, a lo largo de carreteras como la 61, con un cuartito de whisky ocultado en el saco.
Alejandro Lora traslada este escenario a la línea Autobuses de Oriente, esconde una bacha de mota en el pantalón y se sumerge en el bajío mexicano para buscar nuevos horizontes a su jodida situación. Con tratamientos como éste, el blues se revitaliza, adquiere larga vida y un sello de origen distinto al del país del tío Sam.
 Depre Blues.
Pero también encontramos otra clase de experimentos formidables. Hay una rolita llamada Solapa, grabada por el grupo Follaje en 1995, en donde solamente se escuchan dos instrumentos: una armónica cromática y el contrapunteo del bajo.
La letra de Jorge García es el umbral de la muerte: "Encerrado en mí mismo, como cualquier loco de atar, encerrado en mí mismo, como cualquier loco de atar, porque no existe nadie, nadie, que se ocupe de mi".

Semejante atrevimiento melódico sólo tiene un antecedente: John Mayall en 1971, en el álbum USA Union, en donde el otro abuelo suprime la batería y se hace acompañar por el bajo de Larry Taylor, y a ratos, el violín de Sugarcane Harris. Nada más.
En la rola titulada Así es la vida, de Ernesto de León y los Blues Boys, de 1994, el veterano guitarrista le reprocha a una joven veinteañera, que ya no lo tome en cuenta para emprender lances amorosos: "Ahora que mi pelo comenzó a brillar, te encuentro en la calle y no me quieres saludar…

Así es la vida, da más vueltas que un avión, a veces estás en el cielo, y a veces estás en la estación. Yo tengo experiencia y tú tienes juventud, vamos a combinarlos y verás que exactitud. Así es la vida, da más vueltas que un avión", etcétera.
Cuando uno se levanta por la mañana y se encuentra abatido por el desencanto, por la incertidumbre de no conocer el futuro, el blues te toma por asalto y ya es difícil que te deje en paz.
Así lo han cantado blusistas famosos.
El vampiro de Tacuba, Luciano Hidalgo, uno de los mejores exponentes de la guitarra acústica y líder del grupo Blues 40, lo recrea perfectamente en el tema Depre Blues: "Si has buscado divertirte sin lograrlo nunca, si has estado en tu trabajo pero sin estar, si has estado con tu chava y no hayas ni qué hacer, el remedio es cantar el Depre Blues, Depre Blues… cada quien tiene maneras diferentes de escapar".

La dificultad de encontrar empleo obliga los bluseros a trabajar en sitios inimaginables y a ofrecer sus melodías a cambio de unas cuantas monedas, como antaño hicieron Robert Johnson y Blind Willie McTell, pero no todo el mundo coopera en un país sumido en la violencia y el desempleo.
En México puedes vivir por el blues, pero no del blues. El excelente dueto de guitarra y armónica, formado por Emilio Franco y Jorge Trujillo, lo señala en tono burlón en la pieza Los Trajeados: "Con su traje de a cincuenta y zapatos del montón, cuando traen alguna nena, creen que traen de lo mejor, pero no, no quieren cooperar. Me miran de arriba abajo, no quieren ni respirar, seguiré taloneando por la ciudad, porque no, no quieren cooperar".

También es interesante polemizar respecto de cuál es el primer disco netamente de blues que haya grabado un grupo mexicano, descartando para ello melodías aisladas o aquellos solistas especializados en covers.
Este sitio de honor se lo disputan tres bandas: Real de 14, Follaje y Juan Hernández.
Los tres tienen merecimientos propios para disputar esa medalla. Los tres son contemporáneos y lucharon muy duro para poder grabar en una época en que las disqueras sí se abrían pero sólo cuando se trataba de rock, sobre todo si sonabas a "argentino o español", hablo de los años ochenta. Sus álbumes, grabados en compañías alternativas y bajo condiciones precarias, están plagados de vivencias de todo tipo, jocosas y contestatarias, lúdicas o depresivas, pesadas y pasadas; discos heroicos en los que a lo mejor la calidad en cuanto a la producción final no es la óptima, pero tienen el enorme mérito de abrir brecha en un medio de por sí cerrado como es el nuestro.


2 comentarios:

Unknown dijo...

Amigos, soy el autor del texto, mismo que tuve la fortuna de leer en el Foro Alicia, en octubre del 2008, durante la presentación del libro "El camino triste de una música", junto con otros queridos compañeros. Gracias por difundirlo en su destacado espacio alternativo. Saludos!

Luther Johnson dijo...

para mi, ninguna de esas tres bandas toca realmente blues (real de 14, follaje y juan hernandez)