Por: Renato Galicia
Aunque hay una explosión de grupos de danza contemporánea con alrededor de 17, sus hacedores comparten con la administración cultural una serie de pecados que la tienen sin público y con una falta de profesionalización, dice Alberto Revilla, quien iniciara su carrera en este arte hace más o menos 30 años.
En 1987 ingresó a la Compañía Estatal de Danza Contemporánea (CEDC) y 1999 fundó el Laboratorio Corporal Arquetipo, del que funge hoy como director, y el cual se ha especializado en los últimos años en danzas africanas, además del “release- topf” y las técnicas de improvisación.
“En el caso de la danza contemporánea hay una explosión de nuevos grupos y propuestas —dice—. Muchos jóvenes que iniciaron con la CEDC o con Gerardo Ibáñez en la Casa de la Cultura Oaxaqueña (CCO) o con grupos independientes se fueron a estudiar a Jalapa, el Distrito Federal y al extranjero, y causaron que la población de gente con licenciatura en el ramo haya crecido en los últimos tres años”.
Alberto Revilla pertenece a la comisión que está llevando el proceso del Centro Coreográfico y Dancístico de Oaxaca, proyecto que viene trabajando desde hace tres años. La Secretaría de las Culturas y Artes (Seculta) le dio luz verde y se han tomado acciones esporádicas pero constantes.
“Nunca se había tenido la cantidad de grupos con los que se cuenta hoy: alrededor de 17, entre los que hay algunos con mucha calidad, otros son de nivel intermedio y otros más de principiantes.
“Las artes escénicas en general están pagando un pecado que cometieron: el no hacer públicos desde que se fundó la CEDC y no hemos sido lo suficientemente persistente como para que la gente busque a ésta. Todavía se les tiene que ofrecer estímulos fuertes, como boletos muy baratos o incluso gratis”.
—¿Cuáles son las causas de ese pecado?
—Son pecados compartidos con la administración cultural, que en Oaxaca ha sido terrible y sumamente irregular. Y las propias compañías. En el caso de aquélla tiene que ver con que se ha mal acostumbrado al público a brindarle los espectáculos gratuitos. Y esto ha traído como consecuencia que esas audiencias no le otorguen a la danza contemporánea la importancia debida, que no vean el ejercicio dancístico como una actividad como el ser médico, carpintero o dentista.
“Las instituciones no han cumplido con su función de hacer una difusión cultural eficaz, que implica también provocar que la gente considere a ese arte una profesión. Y el artista mismo ha pecado en el sentido de que no se ha exigido ni se da la oportunidad de competir, ello como consecuencia de que su trabajo no es valorado de forma adecuada”.
Para Alberto Revilla, una consecuencia más de todo lo anterior es que “en Oaxaca no haya crítica artística en general y de la danza contemporánea menos. Tampoco existen estímulos económicos fuera de las becas del PECDA y el C11, 12 y 13. No hay posibilidad de que una agrupación que no sea la CEDC reciba uno constante. Tampoco hay algún organismo privado que se haya acercado para apoyar en ese sentido: con una coproducción”, por ejemplo.
—Qué importante es la profesionalización, ¿no? Además que hay talleritis en Oaxaca y se está creando la ilusión de que eso forma.
— Es muy importante esto que dices. Volvemos a esos pecados de los que somos copartícipes con la administración cultural. Para las instituciones es mucho más fácil traer un tallerista y creer que con eso está cumpliendo. O es muy fácil liberar cierta cantidad de becas y con eso lavarse las manos.
“Una buena administración cultural debería tener contemplado el pago constante a artistas y, sobre todo, la creación de espacios para la formación profesional. Esa es una lucha que hemos estado librando día a día. Cuando estaba Andrés Webster como secretario de Cultura empezamos a caminar con la propia Seculta para poder crear el mencionado centro, pero a tres años de distancia no hemos visto que la institución se haya comprometido de forma sólida”.
En alguna ocasión, “precisamente a Andrés Webster le dije que no estaban considerando que a Oaxaca estuviera llegando gente con título y que podría asumir la responsabilidad de enseñar una licenciatura a medio plazo. Pero creo que esa visión choca con su administración, porque para ellos es más fácil liberar una cierta cantidad de dinero y cumplir con becas y talleres, cuando que lo que se necesita es competir ya a otro nivel con una profesionalización adecuada”.
Por otro lado, los mismos artistas no somos “conscientes de la necesidad de escuelas que puedan ofrecer un alto nivel de calidad”.
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