viernes, 8 de noviembre de 2013

Tesoros de la memoria de la danza: Guillermina Bravo, Guillermo Arriaga y Nelie Happe muestran los cajones donde guardan sus valiosos archivos para la historia de las artes escénicas del país

Ahora con el reciente fallecimiento de uno de los pilares de no solamente la danza contemporánea en México sino mas allende de...
 
Recupero esta nota hecha por la periodista  Alida Piñon de el Universal, quien platica con otros dos grandes baluartes de la danza mexicana:  Guillermo Arriaga y Nellie Happe.
 
Tres de las figuras vivas más importantes de la danza nacional, Guillermina Bravo, Guillermo Arriaga y Nellie Happee, resguardan un tesoro invaluable: sus acervos personales. Sus destinos están por definirse; por ahora, coinciden, están mejor con ellos, a salvo.
 
Fotografías, videos, programas de mano, cartas personales, informes de trabajo, credenciales, libros, reconocimientos, dibujos de personajes de la cultura nacional como Leonora Carrington y Miguel Covarrubias, en suma, alrededor de 80 años de historia de la danza como eje vital de la cultura de México, resguardados por sus protagonistas.
 
En entrevista con EL UNIVERSAL, Arriaga y Happee, hablan sobre la importancia de su archivo. Mientras que Orlando Scheker, director del Centro Nacional de Danza Contemporánea en Querétaro -fundado por Bravo-, habla acerca de los proyectos para la preservación del acervo de la Loba de la Danza.
 
Un hombre privilegiado
 
En unas cajas de cartón, colocadas en el cuarto de servicio del departamento de Guillermo Arriaga, se encuentra gran parte de los documentos del coreógrafo, por ejemplo una de las tantas cartas que Diego Rivera escribió a sus amigos para que apoyaran a un grupo de bailarines que viajarían a Bucarest en 1953 para estrenar mundialmente la obra Zapata.
 
Otra parte de su acervo decora las paredes, como el dibujo de Leonora Carrington para la obra Balada del venado y la luna, el de Miguel Covarrubias para Zapata, el programa de su estreno en México y las cananas originales.
 
Guillermo Arriaga (Ciudad de México, 1926) mira hacia su librero, pide un tequila y señala la decena de libros que tiene sobre danza. “No existe en México una biblioteca tan especializada como esa, es un tesoro, la doné hace casi tres años pero nadie vino a recogerla. Estoy harto, si no pido, estoy dando”, dice apesadumbrado.
 
Fundador en 1983, junto con Patricia Aulestia, de lo que hoy se conoce como Cenidi-danza José Limón (Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información de la Danza), asegura que si bien ese espacio ha cumplido con los objetivos para los que fue creado, también ha tenido enormes yerros, el que más le duele es que hayan perdido mucho del material que donó. “Conservo mis originales, les di copias porque soy viejo, pero no tonto”, dice.
 
“Tengo un historia que data de los años 50 y todo está documentado. Ese material lo doné y un día me llamaron para pedirme cosas, se les perdió o no sé qué pasó. Estoy muy cansado, he estado muy enfermo -aunque sigo trabajando- y ya no puedo seguir dándoles una y otra vez las cosas, no soy un archivo para que estén dale y dale con lo mismo. Ya decidí que mis cosas se van a quedar en la familia”, advierte.
 
Arriaga es uno de los protagonistas de la época de oro de la danza en México, además es compositor, escritor, investigador y promotor cultural. Fue amigo y cómplice creativo de numerosos personajes de la cultura nacional mexicana. “Casi todos los de mi generación ya no existen y mucho de lo que hicimos está ahí, en ese acervo, hay cosas maravillosos”, cuenta.
 
Ese acervo se enriquece día a día. El año pasado grabó un disco con temas de su autoría y como un ejercicio creativo, diariamente escribe lo que él denomina “cuentitos”. El maestro da un trago a su tequila, sonríe. “He sido un hombre privilegiado, viví un gran México”.
 
Las gigantes de la danza
 
Cuando Nellie Happee (Ciudad de México, 1930) era muy joven, le dijeron que su estatura no era la ideal para los estándares que marcaba la danza clásica. Ignoró la sentencia y continuó preparándose. La historia de la danza mexicana no podría entenderse sin sus aportes como bailarina, coreógrafa y maestra.
 
En su domicilio conserva su acervo metódicamente ordenado. Fue su abuela quien le enseñó la importancia de resguardar la memoria de sus pasos, porque serían los de un gigante de la danza mexicana.
 
 
Cada documento está identificado y cuidado en sobres plastificados. Ahí están sus pasaportes, sus fotografías, sus informes de trabajo, sus cartas, su vida entera. Todo tiene un valor incalculable y lo heredará a una investigadora del Cenidi-danza de su absoluta confianza.
 
“Creo que este material sí es muy importante, pero no porque se trata del registro de mi trayectoria, sino porque es la historia de mucha gente, de muchos compañeros, de grandes maestros con los que pude trabajar, es un fragmento de la vida dancística de México”, cuenta.
 
Un día, dice, le gustaría escribir sobre su vida. “A veces leo cosas y me pregunto cómo fue que pasó eso, si yo estaba ahí, por eso quiero escribir mi biografía y todo estará fundamentado. Soy de formación clásica, pero también fui parte de la época de oro de la danza moderna, bailé danza española y me dediqué a la danza folclórica, así que lo que hice fue muy variado y a algunas personas podría resultarles interesante, ¿no cree?”.
 
Parte del acervo de Happee fue donado al Cenidi-danza en 2001, alrededor de 3 mil 500 documentos catalogados en 92 carpetas. Los originales están bajo su resguardo.
 
Su memoria está intacta, aunque dice que ha llegado a una edad en que los olvidos son inevitables, pero con una imagen, un documento, explotan los recuerdos con una precisión envidiable. “Hablo mucho, ¿verdad? Es que si me hacen hablar de lo que más amo, me da por contarlo todo. Yo clasifiqué todo, me tardé mucho, no se imagina”. Continúa hojeando, recordando, llenándose de vida, de una vida que, espera, algún día sea leída por las nuevas generaciones.
 
Orlando Scheker, figura cercana a Guillermina Bravo, asegura que el acervo de la maestra está en el Centro Nacional de Danza Contemporánea, y está siendo sistematizado para hacer varios proyectos. “Estamos conscientes de su importancia, no sólo protegeremos la memoria de Guillermina Bravo, sino también la del Ballet Nacional, pero no tenemos presupuesto, así que lo estamos haciendo pausadamente”.

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