Por: Xavier Quirarte
Hace poco, la traductora Selma Ancira presentó una antología de cuentos rusos en Cuernavaca y se quedó a dormir en casa de la pianista Silvia Navarrete. En la mañana, mientras la escuchaba ensayar, se le ocurrió hacer un montaje de Mi madre y la música, texto autobiográfico de la poeta rusa Marina Tsvietáieva (1892-1941).
Ancira, que había traducido Mi madre y la música y otras obras de Tsvietáieva, pensaba en establecer un diálogo entre música y literatura. "¿Lo hacemos?", le preguntó a la pianista, y esta respondió que sí. "Yo pensé que sería un proyecto lejano, pero ella, que vive en Barcelona, empezó a hacer la adaptación de inmediato", cuenta Navarrete.
Al principio pensaban que Selma simplemente leería el texto y Silvia tocaría algunas piezas al piano. Pero en Barcelona la traductora le pidió consejo al director de teatro ruso Boris Rontenstein, quien miró el texto y le dijo: "Esto es una maravilla, yo te dirijo". Ancira replicó que ella no era actriz, pero pudo más la necedad de Rontenstein. Así empezó una inesperada relación de Selma con el teatro, del que había estado cerca por ser hija del actor Carlos Ancira, pero nunca se hubiera imaginado que habría de estar en un escenario.
Refiere que empezó a ir a la escuela de teatro y "sin darme cuenta, en los ensayos me fui aprendiendo el texto de memoria. Fue muy difícil, pero Rontenstein me iba explicando las intenciones a través de la poesía de Tsvietáieva. Íbamos descubriendo cosas, aunque más de una vez me eché para atrás. Lloraba y le decía: 'No puedo', pero él insistió, al punto en que, sin entender lo que me estaba pasando, ya hemos presentado el espectáculo en varias ocasiones."
La traductora asegura que pensaba mucho en Carlos Ancira, el actor, el padre. "Ha sido un reencuentro muy importante con mi papá, póstumo, pero un reencuentro cada vez que oigo tercera llamada... Cada vez que no encuentro la frase, he acudido a ver los pocos videos que hay de mi papá para ver cómo modula la voz, para verlo desde un ángulo que no lo había visto nunca. Es muy interesante."
Pasar un texto narrativo al teatro es para Ancira una suerte de traducción, pues "es una manera diferente de llevar la literatura al público. La función del traductor es hacer llegar los textos al público y aquí lo estamos haciendo por otra puerta. Hemos estado en Veracruz y Oaxaca, donde en su mayoría la gente no había oído hablar nunca de Tsvietáieva, pero al salir preguntaban dónde estaba el libro porque el texto les llegó. Y si ese libro le gusta, probablemente lo lleve a otro libro y probablemente éste a otro autor".
Ancira dice que en Mi madre y la música hay "muchas referencias a la niña que está aprendiendo a leer las notas y es martirizada por el metrónomo. Es un texto cien por ciento autobiográfico de infancia y los personajes que aparecen son las hermanas de Marina, su madre, su padre, su institutriz, personajes de su infancia. Es doloroso porque acaba con la muerte de la madre, pero también tienen momentos de humor. De cualquier forma es un texto luminoso, lleno de amor, de respeto por la madre, es uno de sus textos más bellos".
La pianista relata que el montaje, que hoy a las siete de la noche se presentará en el Teatro de la Artes del Centro Nacional de las Artes (Cenart), "ha tocado fibras muy sensibles en toda la gente, porque, creo, todos hemos tenido una madre que quiso que fuéramos diferentes a lo que somos. Y todos hemos sentido que no hemos satisfacho plenamente a nuestra madre".
El texto de Tsvietáieva es complementado con música que hubiera tocado su madre o ella misma en la época, indica Navarrete. "Tenemos música desde Alexander Griboyedov, escritor del siglo XIX que también componía y al que Selma quiso incluir porque tenía las dos disciplinas, hasta obras de Rachmaninov, pero del primer Rachmaninov. Por supuesto incluimos también a Schubert, Beethoven, Schumann, Bach y alguna otra sorpresa. Toda la música es maravillosa".
Navarrete maneja el lenguaje musical, pero afirma que, "es un trabajo interdisciplinario y creo que nos enriquecemos mutuamente, nos acompañamos. Enamorada como estoy de este texto y de esta poeta, creo que es importante hacerlo llegar a la gente".
Después del Cenart, habrá funciones en Guatemala, Durango y Morelia. El montaje es auspiciado por el Programa Nacional de Vinculación Cultural del Conaculta.
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