sábado, 3 de enero de 2015

La poesía, cada vez más marginada en todas partes: Lasse Söderberg

 
 
Por: Moisés Durán
 
Uno de los literatos más destacados de Suecia es Lasse Söderberg (Estocolmo, 1931), quien publicó su primer libro de poemas, Acróbatas, en 1955, y ha traducido e interpretado la poesía franco-española. 
 
 
Ha recibido varios premios, como los de la Cultura de la Ciudad de Malmö en 1992  y el Extraordinario de la Academia Sueca, entre otros.
 
 
En ocasión de su participación en el Encuentro de Poetas del Mundo Latino, realizado en Aguascalientes y organizado por el Seminario de Cultura Mexicana, el gobierno del estado, el INBA y la UNAM, Söderberg.
 
¿Cómo describe su trabajo?
Yo hago muchas cosas. Sí, soy poeta, pero también escribo ensayo; en realidad, escribo cada vez menos poesía y cada vez más ensayo. Esto probablemente tiene que ver con la edad, ya que tienes más experiencia, y hago traducciones. Durante muchos años también viví del periodismo cultural. Entonces tengo mucho vínculo con las letras y no solo con la poesía.
 
¿En qué se inspira cuando escribe poesía?
Yo no creo en la inspiración, creo más en la transpiración (risas). Alguna vez te surge alguna idea, pero hay que formularla, pulirla y luego ya queda.
 
 
¿Cómo se inició en la traducción?
De manera muy natural, por razones poéticas. Como soy poeta, descubres correspondencias y cosas que tienen que ver contigo mismo; es un poco como mirarse en el espejo. Empecé muy temprano, cuando todavía no sabía perfectamente el español ya comencé a traducir, que es una manera también de introducirse en el idioma, es como una escuela. Cometí muchos errores en mis primeras traducciones: hice una antología demasiado precipitadamente, porque cuando la ojeo descubro errores que son inadmisibles, pero así fue.
 
 
Ha sido invitado a varios encuentros de poetas del mundo latino a pesar de que no es uno como tal.
Como no soy poeta del mundo
latino sino sueco, me siento especialmente honrado de que me hayan invitado. Pero la razón es que tengo relación como traductor, como introductor de poesía en español, pero también de alguna otra lengua latina como el francés, por ejemplo.
 
 
¿Cómo ve el mercado de la poesía ante otros géneros como la novela?
Creo que la poesía está cada vez más marginada en todas partes. Es curioso, porque eso (el auge de la novela) no parece disminuir ni el número de poetas ni tampoco el de sus lectores, y quedan siempre en lo mismo.
 
 
¿Cuál es su conexión con México?
Empezó muy tempranamente. No vi tanto a la literatura como al arte. Había una exposición muy grande cuando yo tenía 18 años, en la que se exhibían objetos arqueológicos, obras de los muralistas y de todo el arte mexicano. Era la primera vez que en Europa había una muestra tan grande de arte mexicano, y eso me fascinó.
 
 
“Empecé a leer cosas sobre México, y tardé algunos años en viajar al país porque está lejos y es costoso. Ahora es la octava vez que lo visito. La primera fue en 1980, en un festival muy interesante de poesía en Morelia; el que desafortunadamente no siguió más que otros dos años porque hubo cambios de gobierno.
 
“En cada viaje siempre trato de descubrir alguna ciudad que no conocía antes, porque México es muy grande”.
 
 
¿Por qué Paz y Borges atrajeron su atención?
Me parecen escritores importantes. De Paz he traducido mucho, pero yo no soy su único traductor. En mi caso he traducido El laberinto de la soledad, una antología de su poesía y algunas cosas más. De Borges también, pero en realidad empecé con la literatura española, García Lorca y su generación.
 
 
Conocí a Paz en los años cincuenta; fuimos amigos desde entonces. Él estaba trabajando en la Embajada de México en París como secretario, y luego se fue a India y no nos vimos durante muchos años, pero tenía siempre un constante contacto con Octavio y eso contribuía al trabajo de la traducción. Ahora estoy reuniendo ensayos de Paz en un volumen y haremos algo con eso.

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