Fotos: Cortesía del Festival de la Cantera
Por: Roberto A. Valenciano Capín
Ante una convocatoria que fue superada con creces, de ahí la falacia del cupo limitado y por tanto de la seguridad como espectador, aunado al no realizarse una revisión como debería de ser, así como la desatención de muchos a las recomendaciones dadas en razón de la seguridad como espectador a estos conciertos masivos, pero que fue compensado no solo con el reencuentro de esta banda del rock mexicano Caifanes con su gente potosina, sino volverse para muchos en esta inolvidable noche en este Festival de la Cantera.
El lugar de encuentro: La plancha de la Plaza de Fundadores quien vibro y resintió con talante- a pesar del refuerzo precautorio de los
sus polines- toda esta energía y carga, gracias a esta desbordada convocatoria en donde se conjugaron todas las edades a pesar de la recomendacion de no llevar a menores de 5 años, pero aun así no fue impedimento para ser testigos de esta singular forma de hacer canciones que han quedado no solo como parte de muchas historias de vida sino también como este lazo generacional que convergieron en esta tarde-noche primaveral potosina.
sus polines- toda esta energía y carga, gracias a esta desbordada convocatoria en donde se conjugaron todas las edades a pesar de la recomendacion de no llevar a menores de 5 años, pero aun así no fue impedimento para ser testigos de esta singular forma de hacer canciones que han quedado no solo como parte de muchas historias de vida sino también como este lazo generacional que convergieron en esta tarde-noche primaveral potosina.
Ya como antesala del cierre de esta primera edición de este festival, en donde Caifanes realizo este recorrido compartido con su gente potosina y de otras partes de la república mexicana a través de canciones que indudablemente diluyeron estas tres décadas de hacer música esta banda originaria de la ciudad de México.
A pesar de una espera de varias horas y de casi una década de su última presentación en esta capital potosina, iniciaron conjuntamente esta travesía para algunos de nostalgia, para otros fue algo muy personal al ser trasminadas por estas in/voluntarias lágrimas que brotaban como cada estrofa cantada por Saúl Hernández, para otros simplemente fue el confirmar que están, no así el descubrimiento de aquellos jóvenes que se subieron a este avión de los Caifanes, o de aquellas mamás que acudieron para cuidar y a la vez saber que tipo de conciertos asiste su hijo y sin más ser atrapada y disfrutarlo también, a pesar de reconocer que no le gusta esa musiquilla.
Un sutil silencio pausado no solo por el grito unánime de ¡Caifanes, Caifanes! y hacerse con más énfasis al sonar las notas de "Debajo de tu piel hay esmeraldas conquistadas. Encima de mi piel hay una alfombra entre tu piel. Debajo de tu piel yo resucito y me derrito. Encima de mi piel te guardo el aire que no hace daño" en esta aguardentosa voz de Saúl Hernández, con un siempre sonriente Sabo Romo jugando con las notas de su bajo, un parco Alfonso André en la batería, un serio y prodigioso Diego Herrera en los teclados y sax y un músico invitado en la guitarra.
Sin más incidir en la respuesta de su grey potosina al unirse a este ritual a través de la voz fantasma de Saúl Hernández, de ahí el detalle de este cariño y respeto de esta decana banda ha logrado entablar con sus fans y que indudablemente alimentan esta devoción de años.
Ya con esta complicidad con sus fans fueron construyendo estos momentos de gran intensidad, instantes que buscan cualquier intersticio de esta emotividad puesta en juego que en momentos abrasa, en momentos conforta y en momentos estremece de estos compases del disfrute de estos momentos compartidos, como lo fueron transitando a través de canciones tan emblemáticas como: - Para que no digas-,- Miedo-,- cuéntame de tu vida-, - Viento-, -Mátenme porque me muero-, - la célula que explota-, -Afuera-, -los Dioses Ocultos-, - Perdí mi ojo de venado-, - Detrás de ti-, - No dejes que..."-, -Antes de que nos olviden-, - Piedras-, y -la Negra Tomasa-, entre algunas más que duro esta comunión musical de casi dos horas.
En donde los apretujones, sofocamientos y algunos desvanecimientos que son parte del estar, del cantar y hacer coros a los Caifanes, emocionarse o simplemente escuchar entre aquellas pancartas o mantas de club de fans que atestiguan su permanencia.
Y por tanto, el despedirse con "San Luis, Caifanes a tus pies", queda la pregunta si quedara solamente como una simple analogía de esta noche inolvidable de una entrega sin igual de los potosinos y visitantes, o será solamente para este despliegue enaltecimiento del alter ego de esta icónica banda de rock.
Para bajar del escenario, despedirse entre agradecimientos entrecortados por su gente y subir rápidamente a sus camionetas y, perderse bajo esta misma intensidad de este viaje entre estas calles empedradas del centro histórico potosino.
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