Por: Eduardo Cruz Vázquez
Por sus palabras los
conoceréis. Igual por la edad y los recursos escénicos. El domingo 18 de
febrero loco, sus narrativas añadieron datos al vislumbre de las campañas que
buscan gobierno. Del bagaje cultural al pragmatismo político, los tres
principales candidatos, Anaya, López Obrador y Meade, les hablaron a sus
clientelas netas o metafísicas. Entre estas últimas me encuentro ahora. A este
ritmo, a ver qué queda de mí el 1 de julio.
En orden alfabético, el
retablo de Ricardo Anaya. Induce la pieza emocional al evocar a la madre y a la
abuela con el respaldo del poeta Luis G. Urbina, “para decir que ellas pusieron
en mí las recónditas ansias de creer, la dulzura de sentir la belleza de la
vida y soñar”. Al cierre de su conversatorio, el de Querétaro daría otro toque
literario: “México es Los empeños de una casa, de Sor Juana; la Piedra del Sol,
de Octavio Paz”. Luego entonces el disciplinado fervor patrio con “México es la
fiereza indomable de Cuauhtémoc. México es la obra de Vasco de Quiroga. México
es el grito de Hidalgo. México es la bravura de Morelos. México es la
perseverancia de Juárez y la fe democrática de Madero”. Pero son de un poeta
español las pulsiones finales: “México vive y recuerda, porque como dice
Unamuno, con maderas de recuerdos armamos las esperanzas”.
El bólido de Anaya
encauza al joven inmerso en el templo tecnológico. Va de la quiebra de
Blockbuster, al emporio de Netflix. De la nostalgia por Kodak, a los autos
eléctricos, ya que es locura pensar en nuevas refinerías. Habla de la robotización,
de Amazon Go, de una sociedad que debe emplear las tecnologías para combatir la
corrupción. Vayamos, pues, de la economía de la manufactura a la economía del
conocimiento.
Y luego López Obrador, el
adulto mayor, el curtido por los andares que no tienen sus competidores. Su
discurso consiste en enumerar algo de lo mucho enunciado. A lo dicho, más
pecho. Si gana, la promoción de la ciencia y la cultura serán consustanciales a
todas las acciones de gobierno. Los Pinos, centro de arte y cultura. Prohibido
lo que afecte tradiciones, culturas y religiones. Nunca más casos como el de
Gutiérrez Vivó y Carmen Aristegui. Programa integral con cultura para el Istmo
de Tehuantepec. Tren turístico Cancún-Palenque. Acceso a internet para todos.
Zona franca con los EUA. Fortaleza al mercado interno.
El casi cincuentón José
Antonio Meade, le habla a su clientela neta. Expone que “el centro de mi
gobierno, esfuerzo y pasión”, será hacer del país la “capital mundial del
talento, haremos que en México se viva para triunfar, un país que se apoye en
el talento de cada mexicano para desarrollarse al máximo con educación de
excelencia, tendrán la preparación para competir y para ganar frente a los
mejores del mundo”.
El mero mero del PRI nos
promete felicidad. Se trata del compromiso de “hacer realidad los sueños de los
mexicanos”. Para lograrlo, al iniciar su gobierno, creará “el primer registro
nacional de necesidades de cada persona”. Ándale, a cada quien su tecnócrata
para la atención personalizada. Tal registro “se va a traducir en dar un apoyo
real, a tiempo y transparente para que con él podamos cumplir sus sueños”. Por
ejemplo, para quien su prioridad sea estudiar, “tendrá su beca; para quien su
prioridad sea poner un negocio, tendrá apoyo financiero; para los pueblos
indígenas habrá apoyo hacia la cultura milenaria y tradiciones”. Así algunas
cosas del domingo que fue. ¿Con quién se quedará usted?
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