Fotografía: Karina Tejada
Por: Sonia Avila
A la escultura Sol bípedo, una de las 22 que integran la Ruta de la Amistad, se le quitaron costras de vieja pintura para darle un nuevo rostro. Una fina capa color amarillo mate devolverá vida a la obra del artista húngaro Pierre Székely (1923-2001), y garantizará al menos 50 años más de permanencia en la vía pública. Es la primera de seis piezas que se someterán este año a un tratamiento de restauración.
Estaba muy deteriorada, y estas estructuras hay que darles mantenimiento, porque llegará el día en que no se van a poder reparar. Lo que hicimos fue quitar todo, llegamos hasta la base de concreto original”, explica Jesús Ocampo, director de MAPEI México, empresa italiana que llevó a cabo la intervención a la obra a partir de una colaboración con el Patronato de la Ruta de la Amistad.
Si bien en su estructura metálica y recubrimiento de cemento la escultura se encuentra en buenas condiciones a medio siglo de construirse, Ocampo precisó que detectaron varias capas de pintura de restauraciones previas ya inservibles y que consideraron necesarias remover para mejorar su “salud” y estética. Entonces, a diferencia de otras intervenciones, se decidió no sólo recubrir la pieza con pintura antigrafitti, sino retirarle los recubrimientos que incluso ya no protegían de la humedad.
Durante seis meses se talló, en un sentido literal, las capas hasta encontrar “la piel” original y sobre ésta se colocó, primero, una base de impermeabilizante; después una de sellador y al final el color amarillo mate. Este método, con el que la empresa interviene espacios públicos o edificios antiguos desde hace 80 años, busca no sólo dar estética a la obra, sino extender su vida útil al protegerla de filtraciones de agua o de contaminación ambiental.
Las reparaciones que antes se hacían consistían sólo en pintar sobre lo que ya estaba pintado y con esto sólo duraba seis meses máximo en buen estado. Entonces propusimos al Patronato hacer un arreglo total desde la base y tuvimos que quitar el recubrimiento y llegar a la parte madre de la escultura. Con esta técnica tienen una larga vida, y sólo se requiere limpieza cada dos años, pero se lava y ya quedó”, reiteró el especialista quien presentó la pieza terminada junto con Luis Javier de la Torre, director del Patronato Ruta de la Amistad; el embajador de Hungría en México, Iván Medveczky, y el ingeniero Ernesto Olguín, uno de los responsables de construir y montar las piezas en 1968 bajo la dirección de Mathias Goeritz y Pedro Ramírez Vázquez.
La nueva pintura que se usó tiene base de poliuretano y agua, de manera que no afecta al medio ambiente ni a la composición de la pieza. Tiene la capacidad de repeler la humedad y las pinturas de base solvente, lo que significa que los grafitis pueden lavarse directamente sin afectar la tonalidad original del amarillo. “Esperamos que con esta intervención ahora sí dure muchos años más”, acotó Ocampo, al precisar que con esta misma técnica trabajan también en la remodelación del Teatro de la Scala de Milán que recién se incendió.
La intervención al Sol bípedo se efectúa en el marco del 50 aniversario de la Ruta de la Amistad, señaló De la Torre, director del Patronato. “Todas están en términos generales bien, pero necesitan un mantenimiento, porque el último pintado que hicimos fue en 2012 y las esculturas ya presentan desgaste natural. Se trabajará en quitar humedades y reparar el concreto del interior, y luego se aplicará la pintura que es de última generación porque no hace daño al medio ambiente”, dijo quien busca que el complejo escultórico obtenga la Declaratoria como Monumento Artístico de la Nación, y así garantizar la seguridad jurídica de la Ruta.
Para este año, la empresa italiana tiene planeado, en colaboración con el Patronato, intervenir cinco esculturas más con la misma estrategia: remover viejas capas pictóricas. Aún no se define qué piezas se trabajarán, pues depende del grado de deterioro y del tipo de material con que estén hechas, y que éste se semeje a los que utiliza la empresa. Aunque cualquiera del conjunto de obras amerita una intervención profunda, consideró Ocampo.
EL INGENIERO RESPONSABLE
Para Ernesto Olguín, ingeniero encargado de coordinar la construcción de las esculturas de la Ruta de la Amistad en 1968, no era necesario reubicar las piezas como se hizo a partir de 2011. Y, dijo, el Patronato no lo consultó al respecto.
Lo primero que observo ahora es que las movieron de lugar, algunas sí tenían que ser como la de Ángela Gurría, porque los cuernos sí chocaban con el Segundo Piso de Periférico, pero no era necesario con el resto; no tuve participación y me molestó, pero, bueno, ya se hizo”, comentó el ingeniero quien hace 50 años tuvo la responsabilidad de convertir 22 maquetas en esculturas públicas.
El único problema ha sido el Segundo Piso, que sí alteró la secuencia de la Ruta”, lamentó al recordar las obras como la única manifestación tangible de la Olimpiada Cultural que Pedro Ramírez Vázquez propuso a propósito de los Juegos Olímpicos en México.
Olguín trajo de la memoria un trabajo de hace 50 años. Al recorrer el Sol bípedo, contó que los artistas internacionales enviaron una maqueta de su pieza por invitación de Mathias Goeritz, y fue el equipo de arquitectos e ingenieros mexicanos el que se encargó de traducirla a una obra monumental. No había, dijo, tecnología como ahora para hacer planos a escala; fue un trabajo manual.
Goeritz coordinaba todo con los artistas y nos ordenaba qué hacer. Las esculturas se hicieron en tres meses, porque encargamos a diferentes constructoras que hicieran una y así se estaban trabajando al mismo tiempo todas”, apuntó.
De la pieza del artista húngaro, precisó el ingeniero Olguín, se rellenó el suelo de tierra para asentar la estructura de 13 metros de altura, y garantizar su estabilidad en un suelo de piedra volcánica.
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