Por: Sonia Ávila
La figura de Wolfgang Paalen (Viena, 1905—Taxco, 1959) está rodeada de mitos y ficciones. Sobre su relación con André Breton, su estancia solitaria en México e incluso su suicidio a los 54 años. Leyendas que oscurecen su aportación al arte mexicano en la primera mitad del siglo XX. Poco se sabe, por ejemplo, del carácter experimental de su obra, del apoyo a una primera generación de artistas abstractos, de su interés por lo prehispánico y sus propuestas para evolucionar el surrealismo.
En un ejercicio para desmitificar su obra y figura, el curador Daniel Garza-Usabiaga indagó en el archivo del artista, quien llegó a México en 1939. Encontró a un hombre clave en la creación del arte abstracto nacional e internacional, a un pintor extranjero que recoge de las culturas indígenas elementos para su pintura y un surrealista disidente que marcó distancia con el grupo más clásico para proponer una plástica con sentido social.
La investigación derivó en la muestra El gran malentendido. Wolfgang Paalen en México y el surrealismo disidente de la revista DYN, que explora las conexiones y efectos que Paalen generó en el país desde su llegada. Garza-Usabiaga aclara que no se trata de una retrospectiva ni se centra en desmentir asuntos de la vida personal del artista; sino trata de descifrar el pensamiento de quien podría considerarse el padre del abstraccionismo en el país y Estados Unidos.
La muestra, que se inaugura mañana en el Museo de Arte Carrillo Gil, se estructura en tres ejes que parten de la travesía de Wolfgang Paalen como artista y miembro activo del movimiento surrealista, continúa con una revisión de la Exposición Internacional de Surrealismo en 1940 que él organizó con otros artistas en la Galería GAM en México, y cierra con las múltiples conexiones estéticas, científicas y culturales que generó a partir de la revista DYN, que editó entre 1942 y 1944.
La publicación, con sólo seis números, es en gran medida el núcleo central de la investigación al entenderse como semillero de los planteamientos más experimentales de Paalen. Y la materialización de su posición disidente ante el surrealismo clásico: “Dentro de la revista tiene una parte muy fuerte de estudios antropológicos y de cómo el arte prehispánico o indígena de Norteamérica entra en propuestas de arte moderno. Él era un artista no figurativo desde que era surrealista, pero no se limita al lenguaje hermético, ligado a la alquimia y la magia, sino a un surrealismo más científico”, explica Garza-Usabiaga en entrevista.
Si bien es cierto que el artista se formó en la cuna del surrealismo en Europa y perteneció al grupo de Breton, en la comunicación epistolar que mantuvieron cuando ambos se exiliaron en América —él en México y Breton en Nueva York—, Paalen insistía en que no podían limitar el lenguaje estético a la figuración de los sueños o al pensamiento eurocéntrico. Le propone mirar hacia las culturas locales. Pero las respuestas no fueron alentadoras.
Paalen trata de decirle que hay que considerar toda la importancia del arte y cultura americana, que no sólo es el arte prehispánico, sino también los avances en la ciencia americana o la filosofía, no sólo le interesaban las cosas del pasado sino también del presente, pero Breton no es tan receptivo a ello y a partir de ese momento Paalen decide lanzar la revista DYN y se distancia del grupo de Breton”.
Su propuesta es ampliar la visión del arte hacia otras culturas donde ninguna era mejor a otra. Una idea revolucionaria para los años 40, cuando el nacionalismo estaba en auge. En la revista escribieron Alfonso Caso, Francisco Díaz de León, Miguel Covarrubias, y otros artistas e intelectuales de la época.
En 1944, Paalen vendió la revista a una editorial de Nueva York por falta de recursos para mantenerla, y la dirección la tomó el pintor Robert Motherwell, quien decidió cambiarle el nombre y nació Problems of Contemporary Art. En su primer número compilaron una serie de ensayos del artista austriaco que fueron la génesis de la abstracción al nivel de influir en Jackson Pollock y Barnett Newman. En México fueron uno de los detonantes para la primera generación de pintores abstractos.
Paalen y sus textos fueron importantes para artistas como Gunther Gerzso o Lilia Carrillo. La idea es también mitigar esta idea de la historia de la abstracción en México, que dice que la abstracción dependió de una incursión ideológica de Estados Unidos durante la Guerra Fría, y con esto se demuestra un poco que no, que viene de un contexto local. No es desmentir esa lectura de la campaña estadunidense, pero este es un movimiento que inicia desde los años 40, y se extiende en los 50 y se muestra otro ángulo para ver que no todo es parte de la conspiración yanqui sino pertenece a una historia más compleja y amplia”.
En estos textos, Paalen señala que el arte figurativo es reaccionario a una realidad, pero no anticipa ni abre posibilidades a otras, y en su opinión la pintura debía aventurarse a especular un mundo posible. Decía que para hacer una revolución era necesario primero imaginarla. También refería al arte político al incitar que éste no abandonara las causas sociales. “Es un surrealista “trotskista” influido por el Manifiesto por un arte revolucionario independiente de 1938, apunta Garza-Usabiaga.
DETRÁS DE LA FICCIÓN
Más allá de la abstracción como lenguaje, lo que atrae de la obra de Paalen son elementos o materiales ajenos al arte moderno. El curador señala que fue de los primeros en utilizar papel amate para emplear la veta como parte de su propio dibujo, lo mismo que otros trazos con referentes prehispánicos, como el caracol, los círculos o incluso cabezas olmecas.
De hecho, en 1952 escribió el texto El rostro más antiguo del nuevo mundo, donde ofrece una interpretación de la cultura olmeca que no encaja en el retrato habitual colonialista, sino que trata de situar a la cultura en un entendimiento matriarcal afirma que los rostros monumentales representan el nacimiento de la madre naturaleza. “En sus obras, no de manera explícita pero sí en masas o volúmenes, se perciben estos elementos del arte indígena, pero estuvo en contra del folclorismo, no le interesaba que su arte cayera en un arte regional, sino más filosófico”.
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