Por: Iván Santiago Marcelo
Los sonidos de las lenguas indígenas náhuatl, zapoteco, mazateco, maya, mixteco, totonaco y mixe retumbaron en el máximo recinto cultural del país, el Palacio de Bellas Artes, para dar el último adiós a quien fue un aliado de los pueblos originarios de México.
Los sonidos de las lenguas indígenas náhuatl, zapoteco, mazateco, maya, mixteco, totonaco y mixe retumbaron en el máximo recinto cultural del país, el Palacio de Bellas Artes, para dar el último adiós a quien fue un aliado de los pueblos originarios de México.
El féretro del antropólogo y experto en filosofía náhuatl ingresó a las 12:05 horas al recinto, y una vez colocado en el lugar asignado, la secretaria de Cultura, Alejandra Frausto; la presidenta honoraria del Consejo de la Memoria Histórica y Cultural de México, Beatriz Gutiérrez Müller; el rector de la UNAM, Enrique Graue, y la investigadora Ascensión Hernández —viuda de Miguel León-Portilla—, colocaron las banderas de México y de la máxima casa de estudios encima del ataúd.
Tras la primera Guardia de Honor ante el cuerpo de León-Portilla, rodeado de ofrendas florales y una especial corona de totomoxtle elaborada por artesanos de Tizatlán, Tlaxcala, los poetas indígenas se apoderaron del Palacio de Bellas Artes para despedir a su manera a quien fue conocido como el último gran tlamatini –hombre sabio, en náhuatl.
“¿Cuáles son las raíces que prenden, qué ramas brotan de estos cascajos? Tal vez soy la última rama que hablará zapoteco, mis hijos tendrán que silbar su idioma y serán aves sin casa en la jungla del olvido”, es un fragmento del poema que recitó en zapoteco la poeta Natalia Toledo, y que dedicó a León-Portilla y a su padre Francisco Toledo, a quienes consideró como defensores de la cultura y lingüística de este país.
A María Luisa “Mariza” León-Portilla, hija del historiador, Natalia Toledo le expresó en su lengua materna: “¿Qué es la muerte? La muerte es mirar a la isla y no ver a tu padre”.
Las guardias de honor por parte de autoridades, académicos y público en general continuaron entre música y los sonidos de los poetas Natalio Hernández (náhuatl), Juan Gregorio (mazateco), Briceida Cuevas (maya) y Celerina Patricia Sánchez (mixteco). Al concluir las lecturas, el grupo de danza azteca Ze-Mazatl (Uno Venado) con su baile rindió homenaje a León-Portilla, y con un toque de caracol y flauta, le desearon buen viaje al Mictlán.
Obra que le da voz al pasado prehispánico
En su oportunidad, Alejandra Frausto, titular de la Secretaría de Cultura, manifestó a Notimex que debe seguirse el homenaje a León-Portilla a través de la lectura de sus textos, divulgar su obra y acompañar todos los esfuerzos que él hizo en cada una de las instituciones.
A su vez, el arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma destacó que México ha perdido a una persona única, “pero lo importante es que nos dejó un legado impresionante; ese legado, las nuevas generaciones de estudiosos e historiadores deberían leerlo, porque es una obra que le da voz al pasado y presencia a lo que era la historia prehispánica”.
Lucina Jiménez, directora del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL), indicó que León-Portilla es fundamental para la comprensión contemporánea del país, porque “no sólo recibió tantos honoris causa, sino que se formó en muchas disciplinas; estamos hablando de un pensamiento filosófico, antropológico, lingüístico y literario, estamos hablando de un tlamatini, de un sabio”.
Por su parte, Gerardo Hierro, yerno de Miguel León-Portilla, recordó que antes de la enfermedad padecida por el historiador durante el mes de febrero pasado, estaba trabajando en varios proyectos, incluso desde el mismo hospital le dictó diversos textos a su secretaria.
Mientras tanto, el secretario de Cultura de la Ciudad de México, José Alfonso Suárez del Real, quien también participó en la Guardia de Honor, informó que se le rendirá un homenaje durante la ópera monumental Motecuhzoma II, de Máynez Champion, la cual se llevará a cabo en la plancha del Zócalo capitalino los próximos 7 y 8 de noviembre. Además, agregó, se busca que a la Alameda de Santa María la Ribera se le añada el nombre de León-Portilla.
Con el vals compuesto por el oaxaqueño Macedonio Alcalá, en 1868, "Dios nunca muere", y las “vivas” del público, a las 14:40 horas de este jueves los familiares, amigos, colegas y alumnos despidieron al historiador, mientras en la explanada del palacio un grupo de danzantes le deseaba buen camino y cientos de flores de papel volaban.
NTX/ISM/AGO/MBS
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