Por: Ivett Salgado
Eugenio Caballero ha maravillado al mundo con el diseño de producción de varias películas. Desafía la imaginación para convertir en realidad las ideas más impresionantes de guionistas y directores, desde el mundo fantástico de El laberinto del fauno, por la cual obtuvo el Oscar, hasta la recreación de un tsunami para la cinta Lo imposible.
Confiesa que no busca fama ni premios, pues abraza la idea de encontrar un equilibrio entre su profesión y su familia, incluso si esto significa sacrificar ofertas en Hollywood o en el resto del mundo.
¿Qué haces cuando terminas tu participación dentro de una cinta? ¿Cómo dejas atrás esos mundos fantásticos para conectar con tu realidad fuera del set?
Me gusta experimentar cosas nuevas después de hacer una película. Hace unos años, por ejemplo, hice el diseño para la apertura de los Juegos Paralímpicos de Sochi, en Rusia, fue una ceremonia olímpica muy grande que hice con Daniele Finzi, un director de teatro muy reconocido; con él hice también Luzia (espectáculo del Circo del Sol) e hicimos teatro por muchos años en México. Él vivió unos años aquí, es suizo, es una experiencia creativa muy rica, aprendo mucho y eso es algo que después puedo aplicar al diseño de cine. Para los Paralímpicos construimos un rompehielos que flotamos por encima del escenario, es el objeto más grande que se ha volado en un espectáculo en vivo, medía casi la mitad de un estadio, fue muy sorprendente verlo y con mucho riesgo técnico, nos tomó dos años.
¿Qué lugares te gusta visitar?
Me voy a los mercados de chácharas o antigüedades. Además del oficio, tengo un gusto personal por las antigüedades; de hecho, tengo una colección, yo que trabajo mucho fuera del país, de las cosas que más me entusiasma es venir y pasar tres o cuatro horas en La Lagunilla viendo gente, toda la gente que conozco y que me conoce desde hace 30 años, que son los mismos que llevo buscando objetos, ese es un abrazo muy rico, para ser honestos. Camino en Ciudad de México donde se pueda, pero me gustan mucho los barrios en los que crecí, extraño mucho la capital cuando no estoy aquí, sí soy una rata de esta ciudad, no me iría, he vivido en muchas partes del mundo desde muy joven, pero siempre acabo regresando, para mí es una relación de amor y odio, pero el amor es más fuerte.
¿Qué coleccionas?.
Hay objetos muy raros que de pronto uno no entiende para qué fueron creados, otros son muy concretos, desde una pinza que sirve exclusivamente para hacer una hostia o una oblea específica hasta maquinaria de precine; de las cosas que más me gustan son los objetos ópticos y mecánicos que terminaron por adecuarse al cine; también me gustan mucho las cajas de música, todo lo que son mecanismos.
De no ser director de arte, ¿a qué te gustaría dedicarte?
Me encanta cocinar, siempre dije que si mi carrera en el cine se acabara me encantaría iniciar una en el mundo de la cocina, es uno de los lugares donde mejor me siento, me gusta comer tantas cosas, amo la alcachofa y el aceite de oliva es de las cosas que más disfruto con pan. Me gusta la carne en general.
¿Tus gustos musicales y de literatura?
Adoro mucho la música clásica, soy fan de Gustav Mahler, Brantz, Franz Schubert y Bach, me gusta Tom Waits y disfruto mucho de Miles Davis. En literatura soy gran fan de Juan Rulfo, también de Julian Barnes, leo mucho a John le Carré; en general disfruto mucho la literatura iberoamericana. Mi novela de cabecera es Moby Dick, ésta resume muchos de los temas que me apasionan.
¿Gozas el anonimato y el no ser reconocido en las calles?
Me reconocen poco, pero es parte de lo que me gusta, soy un diseñador y estoy detrás de cámaras, es muy raro que se entreviste a los directores de arte, es una parte del oficio del cine que no se conoce mucho, pero eso me gusta, porque me brinda un espacio de creación con mucha libertad. Trabajo con los directores, para su visión, pero tengo un coto de libertad creativa muy grande y ahora mucho más porque puedo escoger los proyectos en los que trabajo, con la gente que quiero trabajar, mi oficio se ha dado de manera muy orgánica.
La profesión y la vida se definen muchas veces por los “no” que decimos. ¿A qué le dices no?
Le digo no a muchos proyectos que parecerían interesantes y que probablemente me habrían puesto en una mejor posición en mi carrera, pero dije no a varias cosas porque para mí era, y es importante, mantener el balance con mi vida privada. He tratado de no solo priorizar la cuestión laboral, trato de que exista un balance y de que mis decisiones estén impulsadas de una manera integral con el resto de las cosas.
¿Cómo fue elegir después de obtener el Oscar?
Cuando gané el Oscar, para mí era muy importante que el primer proyecto que hiciera fuera mexicano y me vine a hacer Rudo y cursi, quizá podía haber tomado otra propuesta, pero para mí fue muy importante tomar Rudo y cursi porque me hizo volver a México después de ganar la estatuilla.
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