Por: Reyna Paz Avendaño
El arte cumple todas las fantasías y a pesar de todas las propuestas estéticas que existan, el óleo siempre será un elemento básico para la pintura. Así lo indica en entrevista Jazzamoart (Irapuato, 1951), quien este jueves asistirá a la presentación del libro “Viaje al fondo de la pintura” en donde seis autores analizan y homenajean su trayectoria artística.
La obra editada por La Cabra Ediciones incluye un prólogo de Erik Castillo y cinco ensayos: “En el origen fue la intuición”, de Francisco Moreno; “Desnudos y retratos recientes de Jazzamoart”, de Carlos Blas Galindo; “Divertimentos visuales”, de Sheilla Cohen; “Jazzamoart o de cómo fatigar a los clásicos”, de Luis Ignacio Sáinz; y “Más que pasión, una forma de conocimiento”, de Blanca González Rosas.
La presentación será este 19 de enero a las 19:00 horas en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes.
“Es un trabajo colectivo de amistad, de unir las capacidades y talentos de cada quien para producir un objeto de arte: un testimonio de mi vida ahora que estoy llegando a alturas existenciales y que ojalá llegue a muchas más”, comenta Jazzamoart.
Pero más que un reconocimiento en el sentido ególatra y frívolo, el artista se refiere al libro como algo que llega después de “una vida de chinga”.
“Algún premio debe de haber, siempre lo digo cuando estoy con los chavos en un taller o en una plática: es fundamental el trabajo, el esfuerzo, trabajar sin descanso y aunque te deprimes esa depresión la traduces en arte”, expresa.
¿Cómo miras esa niñez en la que tenías que caminar por el centro para vender tus cuadros?
Al principio era la aventura que la vida te planteaba porque habías nacido en una familia con retos por delante. De esa infancia que nos encanta poner de telenovela, y que a veces unos exageramos, no puedo negar que hubo momentos difíciles, pero afortunadamente todas las pruebas se superaron y hasta la fecha porque hay cosas que a estas alturas de la vida y de la carrera quisieras pero son anhelos.
El sueño más importante es seguir trabajando, hacer lo que te gusta y poder vivir de eso.
Jazzamoart ha dicho en varias entrevistas que su padre, un hombre locuaz que componía canciones, poesías y pinturas, lo acercó al mundo del arte con el apoyo incondicional de su mamá.
Después, “fue fundamental encontrarme con Nora, mi esposa, quien me apoyó de todas a todas, es decir, aunque vaya con la bandera, la broca y los reflectores, atrás de mí siempre ha estado una familia”.
De sus estudios en la Academia de San Carlos recuerda que quería ser distinto a sus maestros, los integrantes del movimiento de ruptura, y esa identidad plástica la encontró en la música.
“Aunque la música es una constante tiene cabida cualquier elemento o personaje y eso va poblando mis pinturas. Todo lo que me rodea lo meto al mundo de la música”, indica.
El artista comenta que ha hecho cosas que en esos tiempos no había, por ejemplo, pintar a Rembrandt con Thelonious Monk. “Es una fantasía que en el arte se puede dar, esa es una de las fortunas y grandes herramientas del arte que puedes hacer posibles todas tus fantasías y ligar otros mundos que aparentemente son imposibles”.
¿Sí te consideras bohemio?
Sí, me encanta. Tuve la fortuna de que mi papá me daba la licencia de estar a los 5 o 6 años entre puro borracho, pintor, poetas, músicos y más para un pueblo como Irapuato en los años 50 y porque somos bien persignados, entonces fue una gloria y eso me marcó.
Ahora en las reuniones siempre digo que te deben dejar algo, no sólo una cruda y se ha ido perdiendo eso, se han perdido los grupos, las polémicas y los pleitos por alguna diferencia estética o postura ideológica, eso le daba un sabor muy especial al México del arte en la época de los 60.
Ahora como que cada quien está metido en su torre de marfil trabajando y casi nadie hace declaraciones estrambóticas ni pasa nada, uno que otro, pero en realidad no hay polémica.
¿Qué más extraña?
La bohemia es una parte frívola necesaria que me encanta, estar rodeado de amigos, discutir cosas, ir a un lugar con ambiente donde hay jazz, aunque extraño mucho entrar a esos lugares de jazz llenos de humo de cigarro.
La bohemia no se va a acabar y la pintura tradicional tampoco, habrá mil propuestas estéticas pero el óleo como un elemento básico ahí estará siempre
Aunque su obsesión sea el jazz, el creador señala que hay una diversidad temática en sus obras que incluyen también escenografías y esculturas.
“Hasta en cuestiones religiosas he llevado mi trabajo y mi obsesión por la música. El saxofón es mi fetiche, para una parroquia hice un viacrucis moderno y a cada personaje le puse un saxofón…”, narra
Jazzamoart hace una pausa y platica que en algún momento pasado varias personas llegaron a involucrar al saxofón con algo maldito.
“Hay una película que se llama El cuerno del diablo, basada en la vida de Adolphe Sax, creador del saxofón, y relacionaban el instrumento con la prostitución y el desmadre; claro su sonoridad es totalmente cachonda y sexual”, indica.
Jazzaoart comenta que siempre le gusta llevar el arte mexicano a Europa para que se sepa que “el arte contemporáneo en nuestro país es mucho más que piedras y mariachis”.
“Creo que es importante confrontarse y darse cuenta que tenemos grandes capacidades, no las que quisiéramos tener en el futbol, los artistas siempre le dan gloria a México aunque cuando Octavio Paz ganó el Nobel nadie fue al Ángel de la Independencia a celebrar”, señala.
¿Tiene alguna próxima exposición?
Dentro de las ilusiones, aunque he participado en muchas colectivas en la salas de Bellas Artes quiero hacer una exposición individual en vida.
En la época de mi paisano Vicente Fox no pude porque se les ocurrió instaurar una regla muy pendeja: tener 70 años o estar muerto (para exponer). No tenía 70 ni quería estar muerto, entonces ya valió madres, espero que ahora nos vaya mejor. Tampoco me voy a obsesionar de manera enfadosa, si se puede no me va a hacer más o menos Jazzamoart, simplemente sería un gusto.
¿Qué lugar del Centro Histórico de la CDMX es su favorito?
En los viejos tiempos los cabaretuchos de mala muerte eran extraordinarios, extraño el Savoy y el Siglo 21, nada que ver con el table porque en aquellos entonces había mujeres que no solamente tenían un cuerpo afortunado sino que bailaban bien, aparte había buenos músicos y era una vida más tranquila.
De materiales, la Casa Serra y la Casa del Arte que se mantienen; extraño ir a La Lagunilla a comprar chácharas, ir a cantinas en las que entraba mi papá y yo me quedaba en la puerta esperando comiendo una torta. El centro es fascinante y lo sigue siendo a pesar del caos. De hecho, hice una serie de cuadros sobre las cantinas.
DEDICADO AL ARTE
En este libro, “Viaje al fondo de la pintura”, hay un punto de madurez y es un poco antológico en la temática que he trabajo siempre, hay retratos, hay desnudos, mis temas del jazz y las paráfrasis o las aventuras sobre la gran pintura de todos los tiempos, expresa Jazzamoart.
“No me considero tan aplicado como quisiera, siempre trato de ser bastante estudioso, siempre fui, incluso en la escuela, de los matados porque como éramos jodidos mi orgullo era decir: soy el más chingón del salón. A veces, recuerdo que ilustraba mis exámenes para tener puntos porque en química y física era difícil sacar la excelencia”.
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