Porfirio Díaz sabía establecer alianzas o traicionar y matar en el momento adecuado, señala José Luis Trueba Lara. José Luis Trueba Lara
Por: Reyna Paz Avendaño
“Porfirio Díaz no fue un gran orador, pero sí un liberal pragmático, un hombre autoritario que aprendía las reglas, un personaje que estableció alianzas y alguien que sabía traicionar y matar en el momento adecuado”, señala el escritor José Luis Trueba Lara a propósito de su reciente libro “Díaz la otra historia”.
En esta novela editada por Océano narra la vida del ex presidente de México cuando se encuentra en Francia, en el exilio, desde ahí Díaz recuerda su infancia y juventud, sus estudios, su vida familiar, sus amores y las guerras que le tocó vivir.
“Me encontré con el dilema de qué Porfirio contar, el que se inventa en la Revolución y es el dictador malvado y sanguinario, o el que nace en las últimas tres décadas del siglo pasado que se vuelve el modernizador y casi el augurio del Tratado del Libre Comercio, o me interesaba otro”, compartió el autor.
Trueba Lara se dio cuenta que el Porfirio Díaz exiliado era la mejor forma de abordarlo porque en París ya era un hombre viejo, que veía cerca la muerte y a quien se le había desmoronado su país, su gobierno y su época.
“Muy cerca de donde vive en París estalla la Primera Guerra Mundial, esa guerra que va enterrar a muchos monarcas, el viejo heroísmo decimonónico de los militares, es el fin de una época, la de Don Porfirio. Entonces, en la novela me pregunto ¿qué pensaba él?”, indica.
Uno de los episodios a los que el autor le dedica gran parte de la novela es la infancia y juventud de Díaz, la cual es poco difundida.
“A Don Porfirio siempre lo vemos viejito, con su bigote blanco, cuajado de medallas, vemos a un Porfirio mayor y pareciera que ese hombre así nació. Por eso, ir en busca del Porfirio Díaz joven fue la mayor experiencia, ahí había muchas claves de lo que veríamos en él como personaje. La primera es el sentido del honor que en esa época era crucial en la vida de las personas”, destaca.
Trueba Lara explica que daba lo mismo si el honor dependía de la virginidad de las hijas, de la pureza de la esposa o de que los hijos no anduvieran de prostíbulos ni haciendo desfiguros. “El honor lo marca a él y a muchísima gente de la época”.
“También en ese momento le toca ver el verdadero parto de la Nación, hablo de los años que van desde la intervención estadounidense al fin del Imperio, ese periodo de guerra civil y de cuartelazos, momentos muy sangrientos y descubre lo mismo que muchísimas personas: estamos creando un país y tiene que participar”, destaca.
En palabras del autor, todos los personajes de esa época, Juárez, Díaz, Miramón y Maximiliano, eran patriotas, “todos se mataron por patriotismo”.
Con eso en la cabeza encontramos un Porfirio Díaz diferente del dictador horroroso o del constructor de la modernidad, añade. “Encontramos a un Díaz presidente que logra la reconciliación”.
Si alguien lo duda, Trueba Lara señala que camine por Avenida Paseo de la Reforma y por Avenida Juárez. “Lo primero que encontrará es el monumento a su enemigo, Juárez, y camina más encontraría a la Virgen de Guadalupe coronada como emperatriz de América con permiso de Don Porfirio; él logra la reconciliación nacional, pero también logra la reconciliación internacional”.
¿Qué representó la figura de la mujer en su vida?
Porfirio tiene una relación muy rara con las mujeres, anómala en algunos casos, pensemos en su vida amorosa: está perdidamente enamorado de su sobrina, Delfina, la hija de su hermana.
Ella se convertirá en su primera esposa, es un matrimonio que horrorizaría a cualquiera, pero en la época de Don Porfirio no era tan raro, lo único que se necesitaba para lograr una unión era una dispensa, no difícil de conseguir.
El problema y escándalo es que Díaz juró a la Constitución y de manera automática queda excomulgado porque no podía firmar trámites en la iglesia ningún papel, incluso la mayor parte de los hijos que tiene con Delfina mueren muy niños y ella piensa que es un castigo.
Trueba Lara detalla que el segundo matrimonio del ex presidente fue más extraño: se casó con Carmen Romero Rubio, hija de uno de sus mayores enemigos, Manuel Romero Rubio. La conoció porque dijo que tenía que tomar clases privadas de inglés con ella y cuando le pidió matrimonio lo hizo por oficio.
“Así no sólo logró la paz con los lerdistas, sino que se transformó en el Porfirio caballero, decente y de mayor roce social”, indica.
El autor comenta que Porfirio Díaz también tuvo amigas en el sentido más puro de la palabra, una de ellas fue Juana Cata, a quien erróneamente la han convertido en su amante.
“Fue una cacica istmeña, se dedicó al contrabando y le consiguió armas. Ambos establecieron una amistad profunda al grado que Cata visitó la Ciudad de México varias veces para ver a Porfirio, e incluso se llevaba bien con Delfina y mal con Carmelita. Esa amistad permaneció hasta el exilio”, detalla.
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