Por: Roberto A. Valenciano Capín
En esta travesía musical que nos invitó a ser partícipes esta tarde de domingo, como parte de su temporada Otoño 2012 de la Orquesta Sinfónica de San Luis Potosí, bajo la dirección artística del Mtro. José Miramontes Zapata.
Al ofrecer en esta sesión musical y así dar inicio con una emotiva y tempestiva Obertura de la Flauta Mágica K.620 de Wolfang Amadeus Mozart, por la cual fue siendo trazado este concierto.
Bajo el hálito de la Sinfonía No. 5 en Si Bemol, D. 804 del compositor alemán Frank Schubert.
Una Quinta sinfonía que ya todo el sello característico de su pensamiento sinfónico, que habría de culminar años más tarde en la majestuosa Novena sinfonía, terminada en 1828, siete meses antes de su muerte.
Respecto a este sello característico de la música de Schubert, el compositor y crítico Robert Schumann (1810-1856) escribió esto en una carta a su suegro, Friedrich Wieck:
"Muy pocos compositores han logrado tan bien poner la marca de una sola individualidad en cuadros tonales tan variados. Mientras otras personas llevan diarios en los que registran sus sentimientos del momento, Schubert confiaba los cambios de su estado de ánimo al papel pautado. Como su alma estaba llena de música, escribía notas ahí donde otras personas recurrían a las palabras".
Una sinfonía que se despliega en cuatro movimientos: Andante con moto, Menuetto- Allegro molto y Allegro vivace.
Aún cuando se puede decir que es un obra de repertorio de la OSSLP. Una obra madurada e interpretada bajo los puntuales registros, acentos y talante de la obra misma.
Nos referimos a la Obertura de "El Murciélago" de Johannes Strauss que causó por ser una pieza que expresa de una forma increíble la magia de los retratos de los personajes y situaciones chuscas de la fiesta en casa del príncipe Orlofsky.
El cual causo por sí mismo el punto álgido del concierto, al ser agradecido con un gran aplauso por el público que se dio cita al Coloso de Villerías.
Para concluir con el estreno de la Suite Antigua para flauta y orquesta de J. Rutter, interpretado magistralmente por la flautista María Vakorina.
Quien hizo de estos siete movimientos que integran esta suite: Prelude, Ostinato, Aria, Waltz, Chanson y Rondeau, al hacerlo bajo la premisa de ser siempre elegantes, libres y sonoras.
Al ser reconocido su interpretación con un extendido aplauso y en pie por el público y haciéndola salir dos veces para agradecer tal recepción de su trabajo.
Una suite que a pesar de retomar desde un estilo barroco o clásico, se deja permear por ese colorido del jazz y en donde en momentos nos remonta a este ámbito de la ligereza y belleza de lo cinematográfico.
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