martes, 10 de septiembre de 2013

La música a volumen alto puede afectar el aprendizaje y la memoria de adolescentes, según estudio

 
Las eternas disputas generacionales entre padres e hijos han tenido a la música como principal protagonista en el último siglo. Sin embargo, el volumen alto con el que muchos adolescentes oyen sus melodías favoritas podría darles la razón a los reproches de sus progenitores.
 
Según un estudio llevado a cabo por científicos del Centro de Estudios Farmacológicos y Botánicos de la Universidad de Buenos Aires, la música o, en general, los ruidos elevados durante la fase de crecimiento pueden acabar afectando a la memoria o a los mecanismos del aprendizaje, publicó la revista Brain Research.
 
De esta manera, mediante un experimento en el que se utilizaron ratas, los investigadores concluyeron que los ruidos elevados afectan la memoria y los mecanismos del aprendizaje si las personas son sometidas a ellos durante la fase de crecimiento.
 
El trabajo se realizó utilizando ratones de una edad entre 15 y 30 días, que equivalente a entre 6 y 22 años humanos, y les expusieron a ruidos de 95 a 97 decibeles, más altas de lo considerado un nivel seguro.
 
El nivel de ruido considerado seguro para una persona es de entre 70 y 80 dB, por lo que el volumen al que se expuso a los roedores puede considerarse elevado, aunque aún se encuentra debajo de otros volúmenes a los que se expone el ser humano, como un concierto de música en donde el nivel sonoro oscila los 110 decibeles.
 
Durante el experimento se trabajó con dos grupos de ratas, uno expuesto una sola vez a dos horas de ruido y otro que recibió ese mismo estímulo una vez al día por dos semanas.
 
Luego de dos horas de exposición, los roedores sufrieron daño celular en el cerebro, y se encontró que las principales alteraciones se produjeron en la zona del hipocampo, una región asociada a la memoria y los procesos de aprendizaje, informó.
 
Foto: EFE
Foto: EFE
 
“Esto sugiere que lo mismo podría ocurrir en humanos en etapa de desarrollo, aunque será difícil de comprobar debido a que no podemos exponer a niños a este tipo de experimentos”, dijo Laura Guelman, coordinadora del proyecto.
 
No obstante, otra observación que fue hecha tras este estudio fue que en los menores una exposición única a un sonido fuerte puede resultar más dañina que una exposición prolongada.
 
Alteraciones auditivas, cardiovasculares y endocrinológicas, además de estrés e irritabilidad, son efectos de los sonidos fuertes que ya han sido detectados años atrás. Sin embargo, Guelman afirma que esta es la primera vez que se detectan cambios morfológicos en el cerebro.
 
“Se podría teorizar que los niveles de ruido a los cuales se exponen los chicos en las discotecas o escuchando música fuerte por los auriculares podría causar déficit en la memoria y en la atención a largo plazo”, agregó María Zorrilla Zubilete, investigadora de la Facultad de Medicina de la UBA.
 
Los científicos atribuyen este daño a la “plasticidad neuronal” que tiene lugar durante los años de desarrollo, cuando el sistema nervioso aún se encuentra en una etapa de formación.
 
Sin embargo, según Guelman, “es posible que ante un estímulo más prolongado el cerebro tenga tiempo de ir reparando sus lesiones”.

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