miércoles, 13 de julio de 2016

Fernando Garcia presenta antimanual periodístico




Por: JORGE SANTAMARÍA



Sin la adrenalina e investigación, un periodista musical está a merced de una estrella de rock. Ningún esteta de la palabra y la interrogación perderá la vida al entrevistar a un rockstar, pero un paso en falso puede desembocar en la ira de la figura y, por consiguiente, poner punto final a una charla que tiene el fin de desenmascarar los secretos más escondidos de todos esos fenómenos que paralizan ciudades por una noche. En 18 años como redactor y editor en el diario El Clarín, el periodista argentino Fernando García tuvo las agallas de aventurarse en persecuciones casi policiacas en busca de Paul McCartney, sumó todos sus miedos al infiltrarse al hotel de Public Image Ltd. para platicar con el famosísimo John Lydon, exvocalista de Sex Pistols, y puso toda su fe en un enlace telefónico donde una voz juraba por sí misma que se trataba de Bono, el líder de la famosa banda irlandesa U2. Esas conversaciones las compiló en su nuevo libro Cómo entrevistar a una estrella de rock y no morir en el intento, una especie de “antimanual” con prólogo del escritor mexicano Juan Villoro.



PARODIÓ ESTILO DE MANUAL


“No hay instrucciones para hacer una buena entrevista; nadie se va a morir por platicar con una estrella de rock, pero lo que sí puede morir es el intento de hacer una buena entrevista. Sí es cierto que hay un juego con lo que es un manual, pero no era mi intención, pues los textos son muy descriptivos. Yo estaba consciente de estar escribiendo un manual, pero de una manera paródica.



“Uno tiene que ser responsable y dedicado. Yo tenía que rechazar noches de juerga con los colegas o salir a divertirme, prefería quedarme por varias noches a realizar un cuestionario bueno; lo hice con Lou Reed, es una entrevista que pasé en vela varios días por tener las preguntas adecuadas para un señor, una persona que me lanzó la pregunta ‘¿Qué quieres saber?’. Un reto, una picadura que pudo ser fatal”, dijo a Excélsior desde Buenos Aires, la ciudad que lo vio nacer.



Dedicación


Vía telefónica ríe al escuchar en voz ajena una idea que utiliza para describir el famoso phoner (enlace telefónico). “Ahora debemos tener fe en que eres el autor del libro”. García iba terminando un programa de radio y no evitó las carcajadas que se mezclaron con el ruido ambiental de la urbe bonaerense.



Lou Reed se fue del mundo en octubre de 2013, con fracasos como LuLu junto a Metallica y aciertos como Perfect Day y Velvet Underground. El 8 de noviembre del 2000 fue interrogado por García sobre su libro, su desapego y enseñanzas que dejó Andy Warhol, su mito como poeta oscuro y su manera de sobrevivir al letal rocanrol.



Cada una de las preguntas fue estrictamente elaborada con base en la inmersión de documentos pasados, libros y análisis de sus discos, y así sucede con otros interlocutores de la talla de Damon Albarn, Regina Spektor, Noel Gallagher y Gene Simmons, el demonio de KISS.



“Este género está subvalorado, pues no se ejerce como se debe y con la profundidad que merece. Me ha tocado viajar con periodistas locales y de otras nacionalidades y, si yo fuera el entrevistado, me hubiera enfadado mucho con sus cuestionamientos. Simplemente toman el boletín (documento con información general sobre el artista). Y transforman en preguntas lo que ya se sabe:


“‘¿Cuéntame sobre tu nuevo disco? ¿por qué fue grabado en 76 horas?’. ¡No! Hay que cruzar letras, pasado, algo que les haga ver que estás interesado en su obra. De lo contrario se aburrirán y lo harán evidente. También es cierto que hay que tener suficientes reflejos para ver que, si tu cuestionario no resulta, debes improvisar con base en tu investigación previa”, dijo.



Algunos riesgos bien tomados


García se presentó como fan ante Lydon en 1992. Se sentó a su mesa y logró llamar su atención con preguntas que muchas veces fueron respondidas con el desprecio de su pesada mirada y una que otra grosería. Sabiendo que odiaba a la prensa, sacó su grabadora y la colocó en la mesa. Oprimió el botón de play y quedó en manos del destino.




La adrenalina se disparó, sudó; una taquicardia lo atacó y, cuando pensó que había llegado su final, Lydon despilfarró su rebelde prosa en la grabadora. Logró la única entrevista de esa visita.




Cuestionó a Bowie sobre su sexualidad una noche en la que el finado Ziggy Stardust le arregló su grabadora y se atrevió a preguntar a Ozzy Osbourne sobre la famosa decapitación que hizo a un murciélago con sus dientes...aunque en este momento la suerte se acabó, pues el líder de Black Sabbath se hartó del trillado tema y sentenció la plática con un balbuceante y claro “se acabó”.



“A veces uno busca respuestas que transmitan humor, pero que implican el peligro de ser cortados de inmediato por el artista; con Ozzy no me atreví a preguntarle del murciélago sino hasta el final y me resultó; a Gene Simmons lo pasé por todos los clichés de su imagen demoniaca y resultó bien. Es un juego de azar al que hay que arriesgarse inteligentemente.”




Noel Gallagher, exintegrante de Oasis, es un personaje al que hay que conocer para ir con la idea de que sus respuestas serán igual o menos de los 150 caracteres permitidos por Twitter, dice García. El simple hecho de entrevistarlo es correr el riesgo de una humillación como la que sufrió un conocido conductor de televisión de paga mexicana.



Y teniendo el conocimiento de que el discurso y decisiones del vocalista de U2 lo ponen en aprietos muchas veces, como aquella polémica decisión de regalar —o imponer— un disco entero a usuarios de iTunes, el argentino tuvo la audacia de poner en juego su imagen de buen samaritano.



La moraleja para los periodistas, según el autor, es la siguiente: “En la entrevista con Bono hay varios momentos en los que su propia verborrea lo termina poniendo contra la pared. Muchas veces sólo hay que dejarlos ir y estar atento a las contradicciones en el discurso, pero no para desenmascararlos ni nada por el estilo, sino para que la conversación sea vibrante.




“No pretendo que mis entrevistas proyecten luz sobre la vida entera de unrockstar, pues son polaroids, momentos. En este caso, creo que se ve muy clara cierta impugnación de la escena electrónica hacia un grupo mainstream. Es ese momento de los 90, nada parecido a una década atrás ni 15 años adelante. No creo que haya sido complaciente respecto de Bono y sus justificaciones sino que expuse su complejo de estrella en todo caso (frente al punk, Irlanda y los ravers)”, explicó.

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