Por: Mauricio Mejía
Pocas mentes fueron tan
claras como las de Walter Benjamin (Berlín 1892-Portbou 1940). Y pocas también
tan humorísticas.
Ediciones Akal trae a
cuento los llamados aforismos del alemán, a quien se le admiraba tanto como se
le temía. En su colección Básica de Bolsillo aparece un librito (los grandes
libros son los pequeños) con un título muy al estilo de la obra de Benjamin:
Calle de sentido único.
Los textos compilados en
el tomo -traducido por Alfredo Brotons Muñoz (Algemesí,1957), también traductor
de Adorno, Freud y Assnan-, fueron escritos entre 1924 y 1926. Aparecieron por
primera vez en Alemania en 1928 con el título Einbahnstrasse. Se trasladan aquí
a un extraño -no para los expertos en el berlinés- juego literario en el que
Benjamin echa a volar su imaginación sobre una aventura a este país, que poco a
poco -de verdad, lamentable- ha ido perdiendo el humor a causa de lo
políticamente correcto. No esperen (y, si lo esperan, mejor tomen otra avenida)
una loa, un lamento o una postal de buenos amigos en el contenido de este
aforismo. Sería mejor que se lo tomen como un cumplido y una broma en la
distancia del tiempo. El final es genial.
Embajada mexicana
Je ne passe jamais devant
un fetiche de bois,
un Bouddha doré, une
idole mexicaine sans me dire:
C’est peut-être le vrai
dieu.
Charles Baudelaire
He soñado que estaba en
México como miembro de una expedición científica. Tras medir una selva virgen
de altos árboles, llegamos a un sistema de cuevas a flor de tierra en la
montaña, donde desde los tiempos de los primeros misioneros se había mantenido
hasta ahora una orden cuyos hermanos continuaban la labor de conversión entre
los nativos. En una gruta central inmensa y rematada en punta a la manera
gótica se estaba celebrando un servicio divino según el más antiguo rito.
Entramos y presenciamos su fase culminante: ante un busto de madera de Dios
Padre que se mostraba instalado a gran altura en alguna parte de una pared de
la cueva, un sacerdote alzaba un fetiche mexicano. Entonces la cabeza divina se
movió negando tres veces de derecha a izquierda.
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