Por: Jaime Chabaud Magnus
Paso a pasito, quedo quedito, el Teatro Julio Jiménez Rueda ha sido desmantelado bajo la casi secrecía que imponen las medidas de seguridad sanitaria ante la pandemia. También, en lo oscurito, sin ponerlo a la vista del sector cultural, el Inbal y el Issste han derogado el convenio de 2018 que se comprometió a preservar el teatro. La batalla que dimos los gremios culturales en 2017 y 2018 con la campaña “Ni un teatro menos” dio lugar al convenio que ahora derogan, pero es necesario recordar que hace más de 50 años la construcción de ese teatro en la Plaza de la República se dio por decreto presidencial. Me pregunto, dada la discreción extrema con la que proceden los funcionarios de ambas instituciones (¿solo esas?): ¿Hay un nuevo decreto presidencial que derogue el de 1964? Y en su caso, ¿cómo lo han mantenido en secreto? Han sido tan opacos que tampoco nos sorprendería.
Eso se llama albazo o madruguete. Es claro que las razones económicas de vender a toda costa los cotizados predios de ese valoradísimo espacio urbano son el motor de la infamia. Un centro comercial más coronará la zona en lugar de un gran centro cultural que también quedaría estupendamente. En 2013, según un informe público, el Issste pretendía obtener 950 millones de pesos, lo cual suena muy raro porque el predio debe de valer muchísimo más. De hecho, si nos atenemos al acuerdo Inbal-Issste de 2018 en el que se comprometían las instituciones a respetar el inmueble, o bien, construir uno con características similares en otro lugar, todo parece un muy mal negocio para todas las partes.
El afán por la transacción millonaria (de seguir siendo el precio el citado en 2013) no se explica si se pensaba respetar el acuerdo. Un teatro con las características del Jiménez Rueda levantado de cero implica, muy modestamente, la mitad de la cantidad de marras. Por tanto, parece un pésimo negocio a menos de que las cifras siempre hayan estado maquilladas y los intereses de algunos estén empeñados en ello.
TRASPUNTE BORRAR LA MEMORIA Y LA TRADICIÓN
Demoler teatros, borrar memoria de la ciudad, pasarse por el arco del triunfo la tradición de recintos culturales, desvalorizar la utilidad de algo para venderlo por monedas a intereses amigos… Todo eso son gestos absolutamente neoliberales. Cuarta Transformación, rectifica.
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