- No todas las infancias son sencillas y alegres, aún hoy en día hay millones de infantes separados de sus familias y en medio de conflictos bélicos, pensando en ello, la dramaturga Bertha Hiriart creó “Si no lo cuentas tú, ¿quién lo sabrá? Historia de los niños de Santa Rosa”.
La trama se centra en las experiencias de dos pequeños hermanos, vistas con la distancia de los años. A la protagonista, ahora abuela, le llega un baúl como regalo de cumpleaños, el cual le dará pie a romper el silencio bajo el que ha sepultado sus memorias.
La pieza, dirigida por Ewa Piotrowska, revive una historia real ocurrida durante la Segunda Guerra Mundial, y estará en temporada los sábados y domingos, del 21 de febrero al 12 de abril, en el Teatro Orientación del Centro Cultural del Bosque.
La historia narra la vida de los niños que comenzó cuando el ejército nazi invadió la zona Este de Polonia y la Unión Soviética, y Polonia fue fraccionada y repartida entre las potencias.
Piezas del pasado y del presente se unirán para mostrar la odisea que vivieron estos dos niños junto con mil 500 polacos deportados a Siberia durante la Segunda Guerra Mundial, quienes, luego de sufrir condiciones infrahumanas y lograr salir de los campos de trabajo, comenzaron la búsqueda de un refugio.
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Es ahí cuando la historia une a México, específicamente a la Hacienda de Santa Rosa, en León, Guanajuato, lugar en el que muchos pudieron comenzar una nueva vida y recuperar su dignidad como seres humanos.
En su segunda temporada, el montaje de la Coordinación Nacional de Teatro del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) tiene en su reparto a Rodolfo Guerrero, Tania Olhovich, Sofía Sylwin, Pablo Marín Vázquez y Luis Rodríguez.
En declaraciones al Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), Hiriart destacó que “no queremos dar un mensaje ni una enseñanza, lo que sí creo es que se trata de un tema interesante que no pasa de moda. Es una situación humana que está viva.
Es importante también que las nuevas generaciones conozcan la vida azarosa de los exiliados y puedan abrir su corazón para dar una buena acogida a esos grupos que abandonan sus países por situaciones ajenas a ellos”, aseguró.
A través de metáforas, títeres y multimedia, esta obra –dirigida a niños de ocho años de edad en adelante– ofrece elementos para la comprensión de un hecho que se mantiene vigente: dejar la propia tierra ante situaciones de guerra, tiranía o extrema pobreza.
Transmite además la necesidad de guardar en la memoria los sucesos pasados como parte de las raíces y de la identidad, y de impedir la repetición de actos atroces.
La historia es contada en español. Cuando nos trasladamos a Polonia, los actores hablan polaco; al irnos a Siberia; ruso, y al pasar por India y Persia, inglés, para finalmente regresar a México y hablar español”, abundó la directora Ewa Piotrowska.
En la puesta en escena se hablan cuatro idiomas para relatar la historia. El uso de varias lenguas está relacionado con los sobrevivientes que relataron cómo tenían que hablar dependiendo del lugar en el que se encontraban, ya que no los entendían y debían adaptarse al contexto cultural.
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