Por: Eugenia Coppel
En 1991, Saskia Sassen (La Haya, 1949) publicó la investigación que la convertiría en una de las sociólogas contemporáneas con mayor prestigio internacional. Se preguntaba, desde entonces, si los flujos de capital -que ya viajaban digitalmente- alguna vez tocaban la tierra. Si aquel dinero fugaz e invisible todavía requería de un espacio físico para ejercer su influencia.
Así desarrolló el concepto de ciudad global, que propone que las fronteras ya no están en los bordes geográficos nacionales sino en el centro mismo de las ciudades. Un concepto que es “actualmente aceptado y empleado en todas las Ciencias Sociales”, según el acta del jurado que en 2013 le entregó el Premio Príncipe de Asturias en dicha categoría.
“La ciudad global es una espacio-frontera”, sigue sosteniendo Sassen a casi 25 años de haber publicado The Global City: New York, London, Tokyo, y a pocos minutos de concluir su conferencia magistral en el Teatro Metropolitan. Ella y su marido, el también sociólogo y experto en temas urbanos, Richard Sennett, inauguraron este lunes el ciclo de conferencias magistrales de Méxtropoli, el Festival Internacional de Aquitectura y Ciudad de la revista Arquine.
A la investigadora holandesa, que pasó 16 años de su juventud en Argentina y que ahora vive entre Londres y Nueva York, le preocupa una tendencia que ha observado y registrado a lo largo de los últimos 25 años: la privatización de los espacios urbanos. O la amenaza creciente de que aquello que llamamos ciudad, deje de serlo.
“Mi problema con las inversiones extranjeras en las ciudades no es que sean extranjeras, sino que compran un pedazo de ciudad: llegará el momento en que se eliminen pequeñas calles, casitas y plazas, para hacer un gran proyecto privado”, advierte la socióloga.
Lo anterior ya sucede en metrópolis como Londres, dice, la ciudad del mundo que recibe la mayor inyección de capitales y “en cuyo centro ya no pueden vivir los profesores, los contadores, los maestros ni los policías”.
Para Sassen, la ciudad como espacio social "se vuelve una condición frágil de mantener cuando hay tanto capital que empieza a comprar tierras urbanas, mientras nuestros gobiernos se vuelven cada vez más pobres y aumenta la deuda pública”.
"Los sin-poder pueden hacer Historia"
“Las ciudades globales, como México, están marcadas por dos vectores”, explica Sassen en perfecto español con acento argentino. Por un lado, dice, están los distritos corporativos como Santa Fe, donde la ciudad "es una plataforma física con capacidades digitales para los sectores de poder”.
Pero al mismo tiempo, la ciudad es el espacio anárquico por excelencia, y es en ese contexto que “los sin-poder pueden hacer una economía de vecindario, crear una subcultura, hacer Historia”. Algo que ha sucedido, por ejemplo, en los barrios de inmigrantes de Nueva York.
Para la profesora de Columbia y de la London School of Economics, la ciudad es una de las grandes producciones sociales de la humanidad. Y una buena manera de definirla es como “un sistema complejo pero incompleto”. Es gracias a esta mezcla de factores que muchas urbes logran atravesar épocas históricas, a diferencia de los distintos poderes que en ellas operan: los reinos, los gobiernos, las grandes empresas.
“La Ciudad de México vivirá una vida más larga que Santa Fe, un corporativo que puede ser un sistema complejo pero que, al ser cerrado, no es incompleto”.
Sin embargo, dice Sassen, la gran mayoría de lo que se construye actualmente no es ciudad, sino terreno denso. Por eso “es importante movilizar a los vecindarios de los centros urbanos. Debemos hacer entender a los planificadores que no sólo impera un orden visual, limpio y prolijo. Que no se puede privatizar y echar a la gente". Y ese, concluye la investigadora, "es hacer un trabajo colectivo de ciudad”.
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