Por: Roberto A. Valenciano Capín
Una propuesta performática en donde converge las acciones y los relatos confesionales en este hecho escénico "Cinco intentos, un quiebre" bajo la dirección y dramaturgia María Sánchez Portillo.
Siendo la black box del Centro de las Artes Centenario, como escenario.
Una obra performática creada a partir de experiencias personales, tanto de la directora cómo del intérprete, Carlos Góngora Luque, a partir del cual se generaron no solo estos textos, sino estas imágenes, a partir de estas dinámicas o consignas propuestas por la directora al tratar el tema de la construcción del amor en base al capitalismo a partir de sus experiencias personales y visiones.
Acciones directas, en momento ser concluyentes, estos deseos dialogados con estos visos de humor a pesar del desaliento, esta violencia en y por si misma, esta elocuencia, esta satirización a través de la canción popular.
De ahí que se da esta resignificación de este constructo íntimo/ social del amor. No solo a través de su naturaleza misma, llena de estas caóticas rotaciones no solo discursivas sino a través de imágenes hechas movimientos que sin más retratan esta manipulación concreta a partir de acciones reflejas en este cuerpo social que se observa, se doblega, se insinúa, se reb-vela, y a su vez se multiplica a pesar de estos momentos de humor-violencia, es un aviso de riesgo para su pasividad que se interviene, se define como un espacio, a pesar de seguir la pauta de estos trazos, dándose así esta connotación de ser este certificado de su autopresencia, aún cuando el binarismo de género (femenino-masculino) propone una construcción más expandido de los afectos.
De ahí de esta posibilidad de quedar en vilo, a pesar de dejarse ver estos indicios de verse este corpo como esta posibilidad de ser creador de símbolos y de universos poéticos, a pesar de despojarse y a su vez ser esta invitación a reflexionar acerca del valor del corpo social del amor desde este sendero no solo de lo social, político, sino de lo íntimo y por consiguiente de su propia poética.
El equipo creativo está conformado: Dirección y dramaturgia. Alberto Lomnitz como diseñador de iluminación, María Sánchez Portillo. Virginia Reyna y Carlos Góngora Luque, co- creadores.
Una obra performática creada a partir de experiencias personales, tanto de la directora cómo del intérprete, Carlos Góngora Luque, a partir del cual se generaron no solo estos textos, sino estas imágenes, a partir de estas dinámicas o consignas propuestas por la directora al tratar el tema de la construcción del amor en base al capitalismo a partir de sus experiencias personales y visiones.
De ahí que esta obra se fundamenta en crear este distanciamiento desde tla perspectiva de la experiencia personal y las acciones físicas y performáticas, por medio de los intentos. Siendo estos a partir de cinco intentos: El primer intento fue este abecedario de la desolación, el segundo, la conferencia, uba disertación/ reflexión sobre el amor y como el capialismo ha creado estas formas de amor; el tercero, la soledad, a partir de la premisa: Ustedes saben algo de la soledad; el cuarto, kit de emergencia, incertidumbre / certidumbre sobre nuestra actual condición humana, y finalizar con esto no es un buitre.
Acciones directas, en momento ser concluyentes, estos deseos dialogados con estos visos de humor a pesar del desaliento, esta violencia en y por si misma, esta elocuencia, esta satirización a través de la canción popular.
De ahí que se da esta resignificación de este constructo íntimo/ social del amor. No solo a través de su naturaleza misma, llena de estas caóticas rotaciones no solo discursivas sino a través de imágenes hechas movimientos que sin más retratan esta manipulación concreta a partir de acciones reflejas en este cuerpo social que se observa, se doblega, se insinúa, se reb-vela, y a su vez se multiplica a pesar de estos momentos de humor-violencia, es un aviso de riesgo para su pasividad que se interviene, se define como un espacio, a pesar de seguir la pauta de estos trazos, dándose así esta connotación de ser este certificado de su autopresencia, aún cuando el binarismo de género (femenino-masculino) propone una construcción más expandido de los afectos.
De ahí de esta posibilidad de quedar en vilo, a pesar de dejarse ver estos indicios de verse este corpo como esta posibilidad de ser creador de símbolos y de universos poéticos, a pesar de despojarse y a su vez ser esta invitación a reflexionar acerca del valor del corpo social del amor desde este sendero no solo de lo social, político, sino de lo íntimo y por consiguiente de su propia poética.
El equipo creativo está conformado: Dirección y dramaturgia. Alberto Lomnitz como diseñador de iluminación, María Sánchez Portillo. Virginia Reyna y Carlos Góngora Luque, co- creadores.
No hay comentarios:
Publicar un comentario