domingo, 28 de agosto de 2022

Taller Coreográfico de la UNAM; 50 años sin esquemas ni límites

Bailarines realizando una coreografía


Por: Virginia Bautista

Mantener un carácter de pluralidad e inclusión, preservar su tradición y permanecer abierto a la creación contemporánea de México y el mundo. Con estas convicciones llega el Taller Coreográfico de la UNAM a sus 50 años de actividades, que celebra este año tras la pausa obligada por la pandemia.

"Llegamos con muchas ganas de seguir creciendo, de expandir nuestros límites, de integrar otras disciplinas artísticas y consolidar un lenguaje más actual, sin olvidar nuestra tradición; sentimos un ímpetu esperanzador”, afirma Diego Vázquez, su director artístico desde hace cuatro años.

En entrevista con Excélsior, el coreógrafo y bailarín explica que el objetivo principal de la agrupación sigue siendo que los estudiantes, los académicos y el personal administrativo de la máxima casa de estudios se acerquen a la danza, cumplir con el rol de divulgación de las artes, pero también llegar al público de todo el país.

Fundado en 1970 por la coreógrafa emérita Gloria Contreras (1934-2015), quien lo dirigió durante 45 años, lapso en el que creó más de 250 obras con música de los siglos XIV al XXI, la compañía integrada ahora por 23 bailarines festejará su medio siglo de vida con la Temporada 108, que arranca mañana, tres programas especiales que formarán parte del Festival Cultura UNAM en octubre, una exposición fotográfica y un libro conmemorativo.

"El Taller no ha perdido su esencia. Recordemos que el músico Eduardo Mata le puso el nombre, cuando presentó la propuesta a la UNAM junto con la maestra Gloria Contreras, con el objetivo de que fuera un centro de creación coreográfica que reuniera a músicos, coreógrafos, bailarines, iluminadores, escenógrafos, poetas, dramaturgos; incluso el escritor y poeta Carlos Pellicer colaboró en varias ocasiones. Y eso sigue siendo, un espacio abierto a los creadores tanto consagrados como jóvenes”, agrega Vázquez.

"Gloria Contreras fue rompiendo sus propios esquemas y límites. Siempre buscó que sus bailarines fueran muy versátiles. Así como tenía obras con un nivel y demanda técnica muy altos, empezó a trabajar con reguetones, mambos, música popular, rock, y fue abriendo su espectro. Muchos años trató de evitar obras narrativas o interpretar clásicos como El lago de los cisnes y La Bella Durmiente, pero al final sí hizo sus versiones de ambas obras”, detalla.

Quien tomó la dirección del Taller Coreográfico en 2018, después de que Ángel Rosas estuvo al frente durante dos años, añade que ha mantenido un 60 por ciento de la programación con obras de Contreras, y el otro 40 por ciento son estrenos de coreógrafos mexicanos y extranjeros.

"Hemos tenido entre 20 y 25 estrenos al año, sin contar el 2020, que no se produjo nada; en 2021, la producción fue en línea y ahora retomamos esas obras para llevarlas a escena”, indica.

Entre los coreógrafos con los que ha trabajado destaca al francés Julian Nicosia y la belga Annabelle López Ochoa, así como los mexicanos Yazmín Barragán, Daniela Vázquez, José Ramón Corral, Rosario Murillo y él mismo.

Además de la temporada 108, que se realizará desde hoy y hasta el 11 de diciembre, los domingos en la Sala Miguel Covarrubias, y los viernes del 9 de septiembre al 18 de noviembre en el teatro de la Facultad de Arquitectura, el Taller tendrá una presencia especial dentro del Festival Cultura UNAM, en octubre, con tres galas: Homenaje a Gloria Contreras, Tradición y actualidad y TCUNAM Siglo XXI.

Se exhibirá la exposición Taller Coreográfico de la UNAM. 50 años de danza, que presentará a partir del 2 de octubre una selección fotográfica de las obras más emblemáticas en cinco décadas de vida en el vestíbulo de la Sala Miguel Covarrubias. Y se publicará un libro conmemorativo, con imágenes desde 1970 hasta la actualidad, que

reúne ocho textos de autores como Alberto Dallal, Rosa Beltrán, Enrique Graue, Lucina Jiménez y Evoé Sotelo, entre otros.

Los festejos de la agrupación culminarán en diciembre con el clásico navideño El cascanueces, de Chaikovski, en una versión libre de Vázquez. “Espero que se quede como una tradición”, dice.

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