sábado, 25 de febrero de 2023

Renuevan visión sobre las culturas



Por: Juan Carlos Islas

El Huipil de la Malinche, el Lienzo Zacatitla, un mantón de Manila de origen chino del siglo XVIII, mapas, máscaras rituales y obras de Miguel Covarrubias integrarán el proyecto de renovación de las salas etnográficas del Museo Nacional de Antropología (MNA), que concluirá en 2024.

Así lo dice a Excélsior Arturo Gómez Martínez, subdirector de Etnografía del MNA, quien asegura que este cambio no será cosmético ni la simple sustitución de algunas piezas, sino una modificación total del discurso museográfico, el cual tendrá una caducidad de 20 años.

La primera sala, señala Gómez, estará lista en junio próximo, y las cuatro restantes abrirán a mediados de 2024.

"Desde que el MNA se fundó hace casi 60 años, en 1964, no ha habido una actualización formal de las salas ni de la representación de los pueblos indígenas de México y sólo se registraron algunas actualizaciones (menores) en 1999, 2003 y 2016, ya que permanecieron las mismas salas”, explica Gómez Martínez.

Ha pasado mucho tiempo y ha habido quejas del público y de los investigadores, así que el INAH debía responder a las necesidades actuales, pues las salas se habían avejentado en el discurso y sus objetos estaban maltratándose.

"Así que los investigadores plantearon la necesidad no sólo de actualizar los discursos de las salas existentes, sino de reestructurar toda la planta completa con un nuevo discurso de los pueblos indígenas”.

Esto ha propiciado que las 12 salas temáticas, definidas por discursos regionales, étnicos y por troncos lingüísticos, enfocados en un puñado de culturas (purépecha, otopame, de Oaxaca, maya y nahuas), se transformen en cinco núcleos temáticos que ya no estarán divididos por pueblos ni por origen étnico.

"Con aquella curaduría no alcanzábamos a representar a todos los pueblos, como el caso de la población afromexicana”, acepta.

A partir de esta revisión, los cinco grandes temas o salas que hablarán de los 68 pueblos indígenas serán: “Pueblos, lenguas y territorios”, “Comidas y economías regionales”, “Imaginarios sociales e identidad”, “La comunidad, la fiesta y la costumbre” y “Tradiciones textiles y producción de saberes”.

¿Se expondrán menos piezas con esta curaduría?, se le cuestiona a Gómez. “Al contrario, antes teníamos 6 mil piezas expuestas y ahora (con la nueva curaduría) tendremos entre 7 mil y 7 mil 500, evitando las repeticiones.

¿Serán salas históricas o cronológicas? “No es que hagamos salas históricas, sino espacios que estarán incluidos en un proceso cultural”.

En la primera sala o núcleo, explica Gómez, “se dará una introducción sobre el panorama de los pueblos indígenas actuales, explicando cómo viven, qué hacen y cómo son sus territorios.

"Porque ya no son como antes, que estaban bien ubicados en el país. Ahora, incluso esos territorios han sido llevados a otros espacios con las migraciones, incluso a las grandes ciudades de Estados Unidos, donde reproducen su cultura, hablan el idioma y hacen sus fiestas”, explica.

Y se incluirán varios códices coloniales, como el Lienzo Zacatitla, que es un códice de la Huasteca del siglo XVII, así como otros códices de Oaxaca y del centro de México relacionados con tierras.

En el segundo núcleo o sala se abordará lo que se come en las distintas regiones de los pueblos indígenas y cómo eso crea territorios e identidades culinarias.

Y exhibirá piezas de cerámica, como las de San Agustín Oapan, Guerrero, así como piezas desde el mundo kiliwa hasta la península de Yucatán.

En la sala 3 estarán los imaginarios sociales y las identidades, donde se mostrará cómo se miran los pueblos indígenas y cómo son observados desde afuera.

En este caso se incluirán las representaciones pictóricas de la Colonia, como el conocido Biombo de la Conquista de México, los cuadros de castas, y hasta obras de Miguel Covarrubias y de artistas contemporáneos como Marcelo Jiménez, de Quintana Roo, en una revisión pictórica de los siglos XVI al XXI.

En la cuarta sala se abordarán las fiestas y los rituales, donde se expondrá un módulo con las máscaras que representan a dioses y seres míticos.

También incluirá los instrumentos musicales de origen mesoamericano, como flautas, tambores, teponaztles, ocarinas, cordófonos y un salterio de origen árabe del siglo XVI.

Y cerrará con un núcleo dedicado a los textiles, desde los arqueológicos, provenientes de Chichén Itzá, su evolución a los tejidos de trama envolvente y tejido en curva, hasta los contemporáneos.

Un textil atribuido a la Malinche

Una de las piezas emblemáticas de la nueva curaduría será el conocido Huipil de la Malinche.

Es un textil que se adquirió en tiempos del porfiriato para un desfile, durante la conmemoración del centenario de la Independencia”, explica Arturo Gómez.

La adquisición, realizada por el investigador Nicolás de León, fue relacionada con los códices prehispánicos y fue llamado el Huipil de la Malinche para capitalizarlo políticamente, abunda.

Sin embargo, a principios del siglo XXI los expertos realizaron estudios de carbono 14 en la prenda y se determinó que su elaboración no databa del siglo XVI, sino del XVIII.

Pero, dada la manufactura del textil (elaborado con seda, lana, algodón y plumón de pato), fue revalorado por su técnica y la pieza mantuvo su nombre inicial.

Por último, Arturo Gómez habla sobre el acervo etnológico del Museo Nacional de Antropología, el cual es consultable y suma poco más de 100 mil objetos entre cerámica, joyería, textiles, máscaras y otros objetos, de los cuales casi 40 mil aún faltan de ser estudiados y clasificados.

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