Por: Virginia Bautista
La historia de una generación y de una vocación, pero también de la juventud y sus “primeras veces” y de un México que iba incorporándose a la era global.
El último carnaval (Alfaguara) es la más reciente novela del escritor mexicano Hernán Lara Zavala, quien, a sus 77 años, acude a la memoria para revivir sus años de juventud, cuando decidió ser escritor, se enamoró por primera vez y, sobre todo, la Ciudad de México y la Colonia del Valle que le tocó vivir.
"Es una novela de iniciación, y también de formación. El protagonista, Adrián, no es estático. Él va evolucionando de acuerdo con la época. Y vive este fenómeno raro que ocurrió en los 50, uno de los primeros globales, que fue la incursión de la música de rock en la cultura”, afirma el narrador mexicano en entrevista.
"Y eso cambió la perspectiva de una manera radical. No sólo en la parte musical, sino social, porque los músicos del rock and roll eran desenfadados, un poco agresivos, excéntricos. Éramos unos rebeldes sin causa; estábamos rebelándonos, pero no sabíamos contra qué".
"En realidad era contra el status quo, contra los padres, incluso contra la música de antes. Pronto empiezan a inyectar una fuerza desafiante, por un lado, e irrespetuosa, por el otro”, agrega.
El novelista y cuentista dibuja una juventud cuya rebeldía se va moviendo del plano personal al social. “Empezó a crecer en ellos un anhelo de renovación. No era nada más la música, sino también la Revolución cubana –una especie de esperanza que desgraciadamente se frustró–, la guerra de Vietnam, el movimiento del 68 en París. Recreo la juventud y sus primeras veces, porque son las experiencias grandes que van cambiando la personalidad de los personajes”.
El también ensayista explica que es inevitable que un autor se refleje en su obra. “Aunque debo decirte que no es estrictamente autobiográfica. Yo vengo de una familia de nueve hermanos, soy el mayor. O sea, si hubiera querido hacer una historia autobiográfica, me hubiera tenido que concentrar en mis hermanos y en mi familia.”
Dice que el protagonista “asume un papel que toma mucho de lo que yo viví, pero no es exactamente yo. Igual que Magdalena, su novia, que está basada no en una sola mujer, sino en varias, para que tenga una personalidad compleja, no simplona”.
El licenciado en Letras Inglesas y maestro en Letras Españolas por la UNAM admite que se amparó en el poder de la memoria. “Ésta es el instrumento de cualquier escritor. Muchas veces esa memoria es autobiográfica, pero otras es también lo que uno observa. Dejé hablar a la memoria, porque es la mejor manera de evocar. Todo escritor que se respete tiene que servirse de sus experiencias”.
Indica que usa el sentido literal del carnaval. “Adrián va de carnaval en carnaval. El primero es el literal; el segundo es cuando entra a la perrada y a la universidad, y el tercero cuando sucede el 68; pero ese carnaval ya era más crudo, no era chiste, eran muertos”.
Lara Zavala concluye que “no me arrepiento de ser escritor. Uno sabe que es muy difícil que hagas dinero; pero, evidentemente, ningún escritor que se respete está nada más ahí por el dinero. Soy un hombre optimista con unos ojos de duda y, al mismo tiempo, de crítica”.
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