Por: Ana María Tagle
El lenguaje está siendo amenazado y acusado, pero también está siendo trabajado por quienes los llevan: escritores, autores y poetas, señaló el escritor Adolfo Castañón, quien fue distinguido con el Premio Nacional de Artes y Literatura 2020 en la categoría Lingüística y Literatura.
“Este reconocimiento es un premio a la artesanía, por lo que me siento como un trabajador de la letra que anda cargando libros y letras de un lado a otro, haciendo distintos tipos de intervención en la letra y en el espacio escrito, ya sea en verso, prosa, edición y traducción, a lo largo del tiempo”, expresó en entrevista el poeta, editor, ensayista y crítico literario.
El Premio Nacional de Artes y Literatura 2020 viene duplicado o triplicado por la compañía de la designación, añadió. “Quienes recibimos este premio estamos de alguna forma calificados por estar envueltos en la fiebre de la creatividad, en ese sentido estoy muy contento de recibirlo en compañía de Alfredo López Austin, Manuel de Jesús y Mario Agustín Gaspar”.
Respecto al lenguaje, el también miembro de la Academia Mexicana de la Lengua, señaló que vivimos una “situación de enorme fusión, efervescencia, creatividad, explosión y cambio”, en la cual se han producido cadenas de comunicación más reales y leales entre personas, así como un oasis de textos que se transmiten de mano a mano e los libros que se prestan y de voz en voz.
“Mi visión del porvenir es que, por una parte, quienes vivimos el momento presente y contamos con un micrófono, un teléfono, una pluma o una letra, tenemos una gran responsabilidad y cuidado sobre lo que llevamos al futuro. Debemos de tener los ojos abiertos para ver que a ese futuro no le crezca maleza ni parásitos y sea un futuro limpio”.
Por otra parte, añadió, existe una corrosión del lenguaje que tiene que ver con los medios de comunicación, ya que en ocasiones nos obligan a ser poco ricos en matices y a hacer un uso muy precario del lenguaje, así como a resolverlo todo con intersecciones y malas palabras. “En ese sentido, tenemos que estar muy vigilantes para que eso no se convierta en parte de la educación”.
“Creo que el Estado mexicano, entendido como sociedad, está muy consciente de esta situación, pero sí podemos decir que el lenguaje mexicano está expuesto a la influencia de los extranjerismos, por ejemplo. No obstante, por otra parte, se está trabajando en adaptar las cosas y decirles de la mejor forma, adaptándola a nuestra cultura e idiosincrasia”.
El autor de Grano de sal y otros cristales destacó que las palabras son como los caracoles de mar que permiten escuchar el sonido del océano. “El que sabe escuchar bien el caracol de la palabra, sabe escuchar la historia y justamente en ésta puede haber fuerzas ideológicas, políticas y culturales. La carga que traen las palabras es, en ocasiones, muy pesada en relación a la discriminación, con el uso del masculino y el femenino, así como distintas posibilidades”.
No obstante, las palabras están en continuo movimiento, “como en un baile de máscaras donde están cambiando de ritmo y pasando de ser injuria a elogio y de novedad a arcaísmo. El lenguaje está en movimiento y ese es el gran chiste de materias como la filología, de estar mirando las palabras sin meterse a jugar con ellas, sino observando su evolución”.
“Observar es muy importante para la filología, la literatura y la política. Hay que tener mucho sentido de la observación y, en ese sentido, están quienes observan todo el tiempo”.
Respecto al sector cultural de nuestro país, reconoció que vivimos un momento de disrupción en el que es importante analizar y organizar las cosas para el futuro, tal como ocurrió en el año 2000 en el que se previó una serie de propósitos a realizarse en el nuevo siglo. “Estamos en un buen momento para hacer una especie de balance, ver qué es lo que todavía se puede llevar y que no, así como para hacer una proporción de qué es lo que nos va a salvar”.
“Me da mucho gusto saber que la sociedad civil se ha organizado, pero también que el Estado continúa con sus tareas. No soy de las personas que dice que todo está mal o que el Estado está mal, no al 100%. Hay que ser matizado y, en este momento, estamos en los matices, en la reflexión, la ponderación, el diálogo y la valoración de qué es lo que nos vamos a llevar al futuro”.
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