Por: Reyna Paz Avendaño
“Muchas veces asociamos la ópera con algo viejito, con algo pasado de moda, algo que sucede en otro momento y con música de otro tiempo. Eso no es correcto, la ópera es un género vivo porque hoy hay más teatros de ópera que nunca en la historia de nuestro planeta”, indica Gerardo Kleinburg (Ciudad de México, 1964), crítico musical y divulgador operístico.
Crónica conversó con el también escritor a propósito de su libro “La ópera hoy”, editado por la UNAM, en donde se reúnen 10 entrevistas hechas a protagonistas del quehacer operístico internacional como Francisco Araiza, Marcelo Lombardero, Enrique Arturo Diemecke, Christopher Koelsch y Gabriela Ortiz.
“Es un libro en el que se invita a personas de diferentes perfiles que acceden a la ópera o que generan ópera desde distintas trincheras a que hablen de lo que sucede, a que hablen de lo que creen que va a pasar, de cómo se está redefiniendo la tecnología en la ópera, el nuevo cantante y el hecho en la programación operística”, detalla Kleinburg.
Esas entrevistas, además de ser un diálogo entre los expertos, también resultan lecturas para quienes les gusta la ópera y para quienes quieran aprender más del género.
¿En la ópera ya no existen esos compositores aclamados por los que la gente hace largas filas?
La ópera ha tenido distintas etapas. En su origen, que es todavía finales del Renacimiento y principios del Barroco, el concepto de autoría, de estrellato, no se había incorporado, muchos eran anónimos o grupales. La idea de pelear por destacar individualmente no existía.
En una etapa subsecuente, en la ópera apareció un gran protagonista: el cantante. Después empezaron a aparecer Rossini, Verdi, Wagner y la preeminencia de los grandes compositores. En la primera mitad del siglo XX, los cantantes fueron las estrellas: María Callas, Renata Tebaldi, Pavarotti, Plácido Domingo…
El libro
De alguna manera ese protagonismo se lo han ido peleando los distintos factores que convergen en la ópera y hoy me parece que tenemos una vuelta al principio, en donde la ópera se entiende como el trabajo colectivo, donde tiene la misma relevancia el compositor que el libretista, el director de escena que el coreógrafo o que el cantante.
¿La ópera no se terminó con Verdi ni con Mozart?
Muchas veces asociamos la ópera con algo viejito en donde la gente está vestida de otra manera, pero hoy existen más funciones a la semana, al mes y al año de lo que nunca ha habido, hoy la ópera admite puestas en escena tradicionales, hiper tecnologizadas, transmisiones en cine o por televisión, temas de nuestro tiempo…la ópera está arriba, es un fenómeno de hoy.
El director de escena y barítono Marcelo Lombardero (Argentina, 1964) menciona en el libro que la esencia de la ópera es mirarla en vivo y no en una transmisión.
“No es solamente lo más importante, ése es el fenómeno verdadero. Me parece que las transmisiones son extremadamente valiosas pero son otra cosa, no es ópera, es transmisión de ópera, ni siquiera neurológicamente es lo mismo tener frente a nosotros a personas haciendo música, cantando y actuando que tenerlas frente a una pantalla”, comenta Kleinburg.
Es importante no pensar que al estar viendo streaming estamos consumiendo ópera, añade el autor.
“Es un elemento crucial para divulgar, enseñar y dar oportunidad a gente que de otra manera no podría verla, hasta ahí y no es poco, pero el fenómeno verdadero es el teatral: un cúmulo de presencias sobre el escenario, en el foso orquestal, en el público y eso es insustituible”, afirma.
Diemecke habla del reto de acercar este género a los jóvenes, ¿qué opinión le merece ese desafío?
Hay un elemento muy simple: la gente no cuestiona el teatro musical, la gente no dice que es algo del pasado ver “El fantasma de la ópera” u “Hoy no me puedo levantar” o “Moulin Rouge”. El argumento es contar una historia. La ópera es solamente una variante de la ficción musicalizada.
Creo que es un prejuicio falso y un estigma impostado porque nadie dice: no es creíble que en “Vaselina” canten y no hablen. Lo mismo sucede con la ópera y se trata simplemente de decir: ¿te gusta, aceptas un musical? entonces aceptas esto. ¿Te gusta oír a Calle 13 cantándote un cuento en rap medio hablado y cantando? Entonces qué diferencia podrás haber en escuchar un recitativo de Mozart.
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