Por: Virginia Bautista
Apropiación, intervención, deconstrucción. Éste es el método creativo que utilizó el compositor y artista interdisciplinario Manuel Roche Iturbide (1963) para dar vida a la obra Ye Ixquich Cahuitl (Todo este tiempo ha, en náhuatl), que evoca los sonidos, la música y las lenguas que han cohabitado en México desde hace 500 años.
Quien es uno de los pioneros de la música electroacústica y el arte sonoro en el país se apropió del sonido de los caracoles, cascabeles, de la música y los bailes indígenas, de los concheros del siglo XIX; pero también de las propuestas de Carlos Chávez y Silvestre Revueltas, de Jorge Reyes, Consuelo Velázquez y hasta de algunas canciones icónicas de Juan Gabriel, para crea una nueva obra “granulada y absteracta”.
Comisionada por la UNAM, en el marco de las conmemoraciones por los cinco siglos de la conquista de Tenochtitlan por los españoles, con apoyo de los tlaxcaltecas, la pieza electroacústica se estrenará en el Auditorio del Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC), el 8 de octubre a las 12:00 horas.
Es como un plasma rarísimo. La pieza se nutrió también de textos de diversos pensadores, de lenguas indígenas que conseguí y de canciones de diversas épocas transmutadas. Es antropológica de alguna manera”, explica el pianista en entrevista con Excélsior.
El egresado de la Escuela Nacional de Música de la UNAM admite que para la concepción de esta “pedacería sónica”, que reúne sonidos prehispánicos, coloniales y modernos, partió de la particular acepción náhuatl del vocablo “Cahuitl” (tiempo), que es a la vez registro, acumulación del pasado y memoria.
Dura 37 minutos. Todo transcurre muy lento, como si se fuera a detener el tiempo, como si entraras en otra dimensión, donde vas a ver qué puede ser México para alguien que siempre se ha estado cuestionando eso de la mexicanidad. Funciona muy bien a modo de instalación: llegas, te instalas, y si quieres escucharla toda bien, si no, te puedes ir”, afirma.
El maestro en Música electrónica y composición, por la estadunidense Universidad de Mills College, comenta que el “grueso de la pieza es ese mundo indígena que sigue prevaleciendo; por más que no exista la música de esa época, pero si están los documentos, las escalas pentáfonas, la percusión y los bailes. Todo está presente, es palpable”.
Añade que quiso expresar cómo se ha ido sintetizando en estos 500 años la idea de lo que es México. “La obra es cronológica. No puedes dejar de evocar lo que nunca supimos cómo fue, pero que lo recrearon los músicos nacionalistas como Chávez, Reyes, Zepeda. Por otro lado, está todo lo que pasa en el norte, los yaquis, los mayos, las danzas con cascabeles”.
Quien realizó una tesis de doctorado en Estética, Ciencia y Tecnología de la Música en la Universidad de París VIII destaca que este encargo es muy emblemático, “porque te invita a reflexionar por qué deberíamos de celebrar o no ese encuentro entre los aztecas, los españoles y los tlaxcaltecas de hace cinco siglos.
Renació ese nervio de lo qué es México, que me tocó desde muy joven, teniendo como primera referencia al poeta Octavio Paz y su Laberinto de la soledad. Leí mucho acerca de la conquista, me encanta el tema. Finalmente, el conquistador Hernán Cortés es el propulsor de un nuevo mundo mestizo, de la mezcla de Europa y América”, indica.
El autor de obras para cine, videos experimentales, instalaciones y esculturas sonoras dice que desea proponer a Ye Ixquich Cahuitl como una instalación que se esté tocando permanentemente en determinado sitio. “Por la pandemia se retrasó su estreno. Ya pasó un año; pero, lo más importante es que, como un experimento químico, uno de los elementos es el escucha, el público, y si quiero observar cuál es su reacción”.
Rocha Iturbide detalla que esta obra no representa nada nuevo en cuanto a los métodos y técnicas que usa. “Siempre me ha gustado la idea de intervenir, ya lo había hecho. Es una síntesis de cosas que he hecho en el pasado, pero con la temática de México. Considero que es el final de una etapa. Siento que tengo que ir hacia otro lado”, concluye.
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