Por sus innegables méritos artísticos, el director de
orquesta y compositor Francisco Savín, la escritora Amparo Dávila, el
escenógrafo e iluminador teatral Alejandro Luna, la actriz Rosenda Monteros, la
coreógrafa Cecilia Appleton, el arquitecto Fernando López Carmona y los
artistas plásticos Ángela Gurría y Manuel Felguérez recibirán la Medalla Bellas
Artes 2015, informó el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA).
A Francisco Savín se le reconoce como uno de los directores
más importantes de nuestro país. Las orquestas sinfónicas Nacional y de Xalapa
vivieron una de sus etapas más significativas cuando él estuvo al frente de
ellas, debido a su aspiración constante hacia la excelencia musical.
Alejandro Luna, arquitecto, iluminador teatral, extitular de
Teatro del INBA y, posiblemente, “el mejor escenógrafo de México por
unanimidad”, a decir de Vicente Leñero, fue merecedor del Premio Nacional de
Ciencias y Artes, en el área de bellas artes, en 2001, y exdiscípulo de Enrique
Ruelas, Fernando Wagner, Antonio López Mancera y Justino Fernández. Estudió
arquitectura y arte dramático en la Universidad Nacional Autónoma de México
(UNAM). Desde 1970 imparte clases y talleres de escenografía en diversas ciudades
del mundo.
Rosenda Monteros, actriz que actualmente pertenece al elenco
estable de la Compañía Nacional de Teatro, estudió con Seki Sano, Enrique
Ruelas, Álvaro Custodio, Tania Balachova, Marcel Marceau, Luis Rivero, José
Luis Ibáñez y Ludwik Margules, y trabajó con directores como Raúl Cardona,
Héctor Mendoza, Xavier Rojas, Miguel Sabido, Rafael López Miarnau, Manuel
Montoro, Juan José Gurrola, Luis Basurto y Enrique Pineda.
La narradora y poeta Amparo Dávila obtuvo el Premio Xavier
Villaurrutia en 1977 por Árboles petrificados. Fue becaria del Centro Mexicano
de Escritores en 1966. La crítica ha situado su obra a la altura de la de Juan
Rulfo, Juan José Arreola, Efrén Hernández y Guadalupe Dueñas. Otros libros
suyos son Muerte en el bosque (1985), Tiempo destrozado (1959), Música concreta
(1964) y Poesía reunida (2009).
La coreógrafa Cecilia Appleton se distingue por el uso de
gestos expresivos que recuperan la fragilidad del ser humano, un lenguaje
personal que surge de su propio imaginario y una constante reelaboración de su
trabajo artístico. Sus piezas se han escenificado en festivales nacionales e
internacionales. Su actual premisa dancística parte del impulso emotivo de la
actividad cotidiana y del movimiento estilístico de un cuerpo entrenado en
varias técnicas, como Graham, Limón, Falco, Cunningham, Release, Francis y el
yoga.
Fernando López Carmona es un arquitecto que, desde los años
cuarenta, trabajó con maestros de la disciplina como Enrique de la Mora y Félix
Candela. Más tarde se interesó en perfeccionar los cascarones de concreto de
superficie reglada en su propia producción arquitectónica; experimentó el uso
de los elementos presforzados, cuya prueba fue la gasolinera ubicada en la
esquina de Sagredo y Revolución, actualmente modificada; construyó la alberca
del Colegio Simón Bolívar en Mixcoac, obra en la que se incorporaron al proceso
de prefabricación los murales ideados por su hermano Armado, y edificó el
templo La Asunción de María para la Unidad Habitacional Alianza Popular Revolucionaria,
en la que realizó una cubierta mediante el uso de pequeñas piezas
prefabricadas.
Una de las escultoras más importantes de la escena plástica
de México en el siglo XX es, sin duda, Ángela Gurría, quien, en su afán por
utilizar la naturaleza como punto de referencia, dedicó infinidad de obras a
este tema, como Homenaje a la ceiba (1977), la Espiral Serfin (1980) y El
corazón mágico de Cutzamala (1987), sin olvidar que ha realizado varios
proyectos de arquitectura integral.
Manuel Felguérez forma parte de la primera generación de
artistas mexicanos abstractos confrontados con la tradición de la Escuela
Mexicana de Pintura, es decir, la llamada generación de la Ruptura, integrada
por Vicente Rojo, Fernando García Ponce y Lilia Carrillo, entre muchos otros.
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