Ery Camara (Dakar, capital de Senegal, 1953), radicado aquí
desde 1975, aseguró que México todavía carece de personal competente para
atender, adecuadamente, la enorme cantidad de patrimonio que posee,
“especialmente en las áreas de museografía, curaduría y conservación”.
Por lo anterior, el artista, restaurador de arte,
museógrafo, promotor cultural y curador realiza votos a favor de la formación
de profesionales en esas ramas y de mejorar la calidad de los ya existentes.
“Es necesario que los museógrafos sepan atender la solicitud
pública que hay porque México tiene mucho potencial creativo”, expresó el
especialista en entrevista con Notimex.
Camara lamentó que a México le falte infraestructura para
documentar, difundir y salvaguardar su patrimonio. Sin embargo, dijo, hay
alternativas de solución. En el Museo del Antiguo Colegio de San Ildefonso,
donde es coordinador de exposiciones y registro de obra, realizó recientemente
un ejercicio.
Se trató de la exposición “Haciendo una buena obra”, porque
notó la grave carencia de restauradores para la cantidad de patrimonio que
sufre accidentes a manos de gente que es improvisada y no sabe cómo hacer su
trabajo profesional y científicamente, lo cual deriva en muy lamentables
errores y perdidas valiosas.
“Y hacer un error en el patrimonio es algo irreversible, sin
marcha atrás”, subrayó, y agregó que otro riesgo que se corre es el de la
especulación en torno al patrimonio.
“Si uno no se valora a través del patrimonio que puede
reconocer, difícilmente puede salvaguardar su propia identidad”, explicó desde
su experiencia.
Subrayó que muchas veces, el arte y la cultura se prestan a
las interpretaciones ajenas, y lo peor, es que se sigan sin cuestionar. “Todo
lo que producimos es una oportunidad de aprendizaje, y es muy importante que el
patrimonio cultural sirva para fortalecer la conciencia soberana de los
individuos”.
Ataviado a la usanza de su país natal, con ropas y
accesorios de finas telas y vistosas joyas, Ery Camara aseguró que fortalecer
la conciencia “permite a los individuos respetar lo propio y lo ajeno, y saber
discernir y reconocer nuestro patrimonio donde uno lo encuentre, si no, podemos
estar frente a lo que mejor nos representa, y ser indiferentes a su cuidado”.
Al echar la vista atrás, el experto recordó que la
museografía en México ha tenido mucho auge desde los albores de los años 60 del
siglo XX, cuando fueron creados el Museo de Nacional de Antropología (MNA) y el
Museo de Arte Moderno (MAM) y surgieron pioneros que trazaron lo que definiría
la museografía mexicana.
Definió que la museografía es la puesta en escena de una
selección de obras que fue curada con el sentido de otorgarle un significado y
un valor que el público puede apreciar en un recorrido espacial donde la
relevancia está en el contenido de la exposición y la apreciación de los
objetos que ilustran el discurso expositivo.
Ery Camara inició su historia en el mundo del arte local con
un reto mayor: Renovar el Museo Nacional del Virreinato
“Un museógrafo debe ser una persona totalmente abierta y
receptiva a la colaboración con su equipo y con los curadores, pues la
museografía es una interpretación del trabajo curatorial, y esa colaboración
permite dar acentos a los valores que se quiere resaltar en la exhibición”,
comentó el entrevistado.
El museógrafo, dijo, debe informarse sobre los materiales
que está manejando para saber cuáles son los requerimientos ambientales del
lugar de exposición, así como sobre su correcta manipulación; de origen de
orgánico, inorgánico o con elementos biológicos, no se deben poner sobre un
soporte sin conocer las reacciones, acotó.
Por otro lado, destacó que hoy en día, el museógrafo debe
estar muy bien enterado del lenguaje que la generación actual utiliza, “porque
se trata de comunicar un contenido a un público heterogéneo, y si no sabemos en
qué lenguajes se maneja ese público, podemos ser muy eruditos pero nuestro
mensaje no va a llegar a los destinatarios”.
Por eso, añadió, es importante el estudio del público para
conocer sus costumbres y ver cómo se pueden establecer puentes, y con códigos,
generar un mayor público, mayor interés sobre los contenidos y un dinamismo en
la transmisión-recepción. “Es decir, qué es lo que queremos que el público gane
en una experiencia museística”.
Ery Camara comenzó su trayectoria cursando la licenciatura
en Restauración de Bienes Culturales y luego la de Museografía y Museología.
“Eso complementó y reforzó los criterios en mi trabajo, y me permite trabajar
en museografía y en curaduría, creando formas elocuentes para que las
exposiciones generan expectativas y estímulos en el público”.
Con los artistas, agregó, el trabajo es importante, pues la
exposición es como una revisión muy específica de su trabajo en un espacio
dado. “Por eso la colaboración con ellos es ver cómo dialogan sus obras en un
espacio determinado”.
Con 40 años en México, Camara inició su historia en el mundo
del arte local con un reto mayor: Renovar el Museo Nacional del Virreinato.
“Durante cinco años coordiné el proceso a nivel técnico y
conceptual, trabajando con historiadores, curadores, investigadores y las
empresas que participaron en la remodelación de los espacios y el montaje”,
recordó.
Posterior a ese éxito, fue invitado al Museo Nacional de
Culturas Populares (MNCP), donde conoció las primeras exposiciones de ese
centro, dirigidas por el antropólogo Guillermo Bonfil Batalla. “Tenía mucho
interés en adentrarme en esa parte para entender la cultura popular mexicana”,
subrayó.
Con los trabajos que realizó ahí, nació un interés
accidental, la docencia. “Estábamos en Europalia, festival cultural en Bélgica,
a la que México fue invitado. La exposición ‘Fiesta de la Muerte', del MNCP
ganó un premio por la forma en que fue montada allá; a raíz de eso recibí una
invitación para montar la exposición ‘El Oro de Colombia' aquí”.
Posteriormente fue nombrado subdirector de museografía en el
Museo Nacional de Antropología. “Durante todo ese tiempo tenía la inquietud de
retribuir mi formación a otras generaciones. Por eso comencé a dar clases,
tanto en diplomados para museógrafos como una licenciatura para museógrafos y
la maestría en Museos de 1993 a 2003”, concluyó.
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