Ígor Stravinski, fotografiado en París en
1929. / Boris Lipnitzki (© Boris Lipnitzki / Roger-Viollet / Cordon Press)
Por: Pablo L. Rodríguez
Canto fúnebre (Chant Funèbre en francés o
Pogrebal’naya pesn’ en ruso) es pura y simplemente el eslabón perdido para
comprender en toda su dimensión el fenómeno de Ígor Stravinski (Oranienbaum,
Rusia, 1882—Nueva York, 1971). Ese giro personal hacia la modernidad desde la
tradición decimonónica rusa. Esa revolución musical que emprendió en 1910 con
el estreno en París de El pájaro de fuego. Y que continuó cada vez con mayor
intensidad los tres años siguientes con dos títulos fundamentales: Petrushka y
La consagración de la primavera.Siguió componiendo hasta finales de los
sesenta, pero con esas tres obras le bastó para pasar a la historia.
En realidad, el hallazgo de las partes de
orquesta de Canto fúnebre se produjo en otoño pasado gracias a una remodelación
en el mítico Conservatorio de San Petersburgo que permitió remover centenares
de manuscritos musicales sin catalogar. La pericia de la musicóloga Natalia
Braginskaya, una destacada especialista rusa en Stravinski, unida a la
profesionalidad de los bibliotecarios del centro de enseñanza musical de la
antigua Leningrado, han permitido dar con esta composición orquestal de 1908
que se creía perdida tras los rigores bélicos de la Revolución de 1917.
El hallazgo fue dado a conocer el pasado
viernes dentro de un simposio de la Sociedad Internacional de Musicología
celebrado precisamente en San Petersburgo. Allí se reivindicó el poder del
estudio de los manuscritos para ahondar en el conocimiento de los grandes
compositores y la ponencia de Braginskaya fue un verdadero corolario de ello.
Esperanza
Stravinski tuvo siempre en vida la vaga
esperanza de que la obra apareciera algún día entre los fondos de una de las
bibliotecas orquestales de San Petersburgo, tal como confesó a Robert Craft en
su libro de 1959 titulado Memorias y comentarios. Y tenía toda la razón. Canto
fúnebrese estrenó en el Conservatorio peterburgués en enero de 1909 durante un
concierto dedicado a la memoria de Nicolai Rimski-Korsakov que dirigió Felix
Blumenfeld; lo recuperado ahora son precisamente las partichelas o partes
sueltas manuscritas utilizadas por la orquesta del conservatorio en aquel
estreno.
La historia se repite y algo similar
sucedió con la Sinfonía n° 1 de Sergei Rachmaninov, considerada perdida hasta
que se encontraron las partes orquestales de su estreno en 1944. Antes como
ahora, ninguno de los dos compositores ha vivido para conocerlo.
Stravinski siempre tuvo una especial
inclinación hacia Canto fúnebre. En el referido libro de 1959 confiesa a Craft
que era su mejor composición anterior a El pájaro de fuego y también la más
avanzada.
Ello concuerda con los comentarios
publicados por los críticos tras su estreno, que alabaron la orquestación pero
condenaron su frialdad claramente ajena a los postulados postrrománticos imperantes.
Y ello especialmente al tratarse de una obra fúnebre donde el discípulo lamenta
la muerte del maestro. Nicolai Bernstein indicó en Peterburgskaya Gazeta, con
no poca sorna, que la obra era todo menos “un clamor del corazón”.
Primeros pasos
A sus 26 años, un Stravinski apenas
conocido en Rusia daba con firmeza sus primeros pasos como compositor dejando
levemente a un lado la tradición a la que pertenecía. Esa insolencia unida a un
novedoso manejo de la orquestación con tintes impresionistas es lo que atrajo a
Sergei Diaghilev, quien le propuso unirse a sus Ballets Rusos y viajar a París
en 1909. Inicialmente su labor consistió simplemente en orquestar piezas de
Chopin, aunque pronto se embarcó en la composición de El pájaro de fuego, donde
recondujo su herencia nacionalista rusa hacia una estela sonora que se vincula
más con Scriabin.
Maestro del siglo XX
Ígor Stravinski nació en Oranienbaum
(Rusia) el 17 de junio de 1882 y murió en Nueva York el 6 de abril de 1971.
Principales obras. Ballet: El pájaro de
fuego (1910), Petroshka (1911), La consagración de la primavera (1913), El
ruiseñor (1914), Renard (1916), El beso del hada (1928)... Música de cámara:
Historia de un soldado (1919)... Música de escena: Edipo Rey (1927), La carrera del libertino (1951), El diluvio
(1962)...
Libro. Escribió Poética musical, con
Alexis Roland-Manuel.
En Petrushka combinaría después danzas y
cantos populares con un lenguaje musical plagado de impresionantes juegos
tímbricas como resultado de la mezcla y yuxtaposición de ideas, lo que abrió
camino hacia la bitonalidad y el primitivismo rítmico que tiñen de modernidad
La consagración de la primavera, sin duda su propuesta más novedosa y duradera
a pesar de que su estreno, el 29 de mayo de 1913 en el Teatro de los Campos
Elíseos de París, constituyó (y sigue haciéndolo) uno de los escándalos más
sonados de la historia de la música.
Aunque Canto fúnebre represente el nexo
entre la tradición y la modernidad en Stravinski, todavía no es posible
escucharla. Sobre el hallazgo de esta temprana composición exhumada de
Stravinski escribió Stephen Walsh, otro relevante especialista en el
compositor, algunas impresiones en The Guardian, claramente a partir de lo
presentado por Braginskaya en el referido simposio.
Según parece, el tesoro rescatado en San
Petersburgo es una obra lenta, procesional, tímbricamente dialogada y llena de
contrastes. Un verdadero juego de sonoridades donde, según explicó el propio
Stravinski en su Autobiografía, cada instrumento solista de la orquesta va
desfilando con su propia melodía como si portara una corona de flores a la
tumba del maestro.
Sin embargo, las influencias en la obra
no se limitan a Rimski-Korsakov, sino también a Richard Wagner. Una influencia
que el propio Stravinski no habría admitido de buena gana años después...
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