Por: Camilo Ernesto Olivera Peidro
Noche de viernes 13 en La Habana, otra más. Hay concierto en el malecón, específicamente en la denominada Tribuna Antiimperialista, o Protestódromo, como le dicen por la calle.
La movida policial es semejante en dimensiones a la que suele controlar los conciertos de Van Van, Gente de Zona u otra agrupación popular bailable. Al llegar al área una fila de guardias revisa a todos. Pero en esta noche se les nota a los uniformados el aburrimiento en los rostros.
El público que tienen delante no es esencialmente violento. Sin embargo, hay expresiones de este que no entienden o nadie se encargo de explicarles. El pogo, mosh o, como se conoce en Cuba, hard-core les pone muy nerviosos.
El evento del cual forma parte este concierto se denomina Patria Grande. Incluye conciertos de rock protagonizados por bandas latinoamericanas y cubanas.
Esta noche no es de timba ni de reguetton. Por unas horas domina el rock en el estilo de los argentinos Carajo o Ska fusionado con hip-hop a la manera de los colombianos Don Palabra y los mexicanos Paquidermia. O el rap-metal fusionado de los chilenos Sinergia.
La música para ambientar los interludios es por suerte cercana a la tónica del espectáculo. Pero el tufillo político no deja de estar presente, es lógico y lo pone el presentador.
La timba metalera de los cubanos Tendencia llega con algunos de sus clásicos: “La tumba que tumba”,”Punto” o una sorpresa titulada “El chivatón de mi barrio”. Cierran con una versión de Pantera, el clásico “Five minutes alone”.
Lo mejor de la noche resultan ser los argentinos Carajo. Abren con “El error”, tema extraído de su CD Atrapasueños, de 2004. También de ese disco tocan “El triste”. Interpretan títulos de su discografía más reciente como “La humildad” y “Dónde está Dios?”.
Casi al cierre del show la policía interviene fuertemente contra un grupo de punkies que no se deja controlar fácilmente.
Marcelo Corvalán pide tranquilidad al público y control a las fuerzas del orden: “Los chicos no están haciendo nada malo” les dice Corvalán a los policías. De todas maneras el concierto concluye de forma bastante abrupta.
Otra noche de viernes en La Habana. Concluye otro concierto en un espacio transfigurado y en reparaciones. La denominada Tribuna José Martí ya no parece ser un capricho antiimperialista del máximo líder. Sin embargo las astas siguen en pie frente a la fachada de la embajada estadounidense. La noche de rock termina, la dura vida continúa.
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