Una ventana al universo íntimo que subyace en la obra de Leonora Carrington ha sido abierta –por primera vez– con una colección de más de 200 piezas de diversa naturaleza que estuvieron alojadas en la que fuera vivienda de la creadora surrealista por más de 60 años; muestra que permanecerá en el Centro de Difusión Cultural Casa de la Primera Imprenta de América de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) hasta el 24 de enero de 2020.
La curaduría de la exposición Leonora íntima: objetos y memoria es apenas un atisbo del proyecto Casa Estudio que la UAM desarrolla, incluida la conservación de muebles y 90 esculturas donados a esta institución por el hijo de la autora, Pablo Weisz Carrington.
la parte superior del recinto figuran santuarios portátiles, que denominaba tabernáculos para colocar cosas pequeñas: un alhajero con libélulas, una rana de jade, cascabeles en forma de máscaras, rosarios y cuarzos. Un armario de madera reducido contiene pigmentos utilizados en la gama cromática de las obras y comúnmente mezclados con clara de huevo para dar fijación y durabilidad a sus pinturas.
Entre peinetas, caleidoscopios, relicarios y un sinfín de artículos personales, llaman la atención unos 50 anteojos, muchos de ellos rotos o mordidos por los gatos, que gozaban de libertad absoluta debido al profundo amor y respeto que la pintora prodigó a los animales.
Debido a que en las historias de Carrington las cosas aparecen comiendo otros objetos o viceversa, la presentación recreó parte de la cocina, sitio primordial, porque ahí recibía a sus invitados y donde se forjaron innumerables anécdotas con Aldous Huxley, Octavio Paz, Kati Horna y Remedios Varo, entre otros personajes.
Junto se encuentra un área dedicada a libros, cartas y agendas, testigos de su profunda cercanía con los pensadores Giorgio Agamben o Pierre Bourdieu, o con investigadores, monjes budistas, curadores y galeristas internacionales que le regalaron y dedicaron publicaciones y fotografía.
Lo Contemporáneo
La segunda fase de la instalación –en la parte baja de la Casa de la Primera Imprenta de América– plantea una propuesta más contemporánea, a cargo del colectivo ArTepito, que en una intervención en muro presenta un cocodrilo conduciendo una trajinera con destino al zócalo de la capital; así como un alebrije con una lámpara, que proyecta dos figuras femeninas icónicas de la artista, entrelazadas con aviones de papel suspendidos en el aire.
En la sala contigua es transmitida una serie de animaciones cortas en video mapping, a cargo de Maizz Visual, con imágenes surrealistas de Carrington: aves humanoides en movimiento, mujeres con cabeza de media luna que transmutan en gatos negros, seres barbados de gran altura con báculos que portan iguanas o magos que vuelan en nubes dirigiéndose hacia la escritora, quien pierde su rostro una y otra vez para fundirse con una bruja.
Leonora íntima: objetos y memorias –que marca la reapertura del Centro de Difusión Cultural, ubicado en la calle Primo Verdad, en el Centro Histórico– comparte cuatro esculturas y tres grandes máscaras de bronce a la cera perdida, como prueba del último periodo creativo de la autora, consagrado a esta disciplina, y cuyos personajes emergieron de sus cuadros en enormes dimensiones en metal, dando vida a Ing, Cocodrilo o La inventora del atole.
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