domingo, 25 de octubre de 2020

La metafísica del trancazo



Por: María Eugenia Sevilla

Hay historias que se escriben a trompadas. La del boxeo mexicano, por partida doble. El descuido de los archivos en este deporte pone contra las cuerdas a cualquier valiente que intente narrar con ánimo de ser veraz las épicas pugilísticas del siglo pasado en este país. Aquí el rival es el vacío de información: la falta de datos, el silencio irremediable de los muertos, la mirada huida de un ídolo que habita desde hace mucho “en un resquicio perdido del tiempo”.

Hace unos años, un reportero con muchas suelas gastadas en el periodismo deportivo se vio así, contra las cuerdas. Tenía un deadline. Mensajero obligado de la verdad, no tuvo más que encomendarse a los dioses del pancracio. Y los dioses, que nada saben de datos, le respondieron -al fin, griegos- del otro lado del tiempo: el vacío no se enfrenta con los puños, sino con el logos, pues todo lo que acontece, acontece en la palabra. Se arremangó entonces y se arriesgó a contar, a golpe de tecla, aquello que nadie podrá nunca verificar, pero que él, exégeta de la tranquiza, alcanzó a ver en esa arena semi-divina y demasiado humana que algunos llaman boxeo nacional.

¿De qué otro modo podrían cohabitar en un mismo libro, en una misma frase, los nombres de Hugo von Hofmannsthal y el Chango Casanova?, ¿de Ludwig Wittgenstein y Joe Conde?, ¿de Hermann Broch y Lev Tolstói y Alberto el Babe Arizmendi? El alcance de la mirada de Mauricio Mejía es lo que hace de Golpe a golpe. Historias del boxeo en México (Proceso) una pieza rara en la literatura boxística y un título ya insoslayable sobre la ontología del mexicano.

El libro reúne los retratos de 20 campeones mundiales, de Rodolfo el Chango Casanova a Ricardo el Finito López. Cada uno un pretexto para el despliegue literario, para el guiño filosófico, incluso la licencia poética. El Kid Azteca, el Toluco López, o Julio César Chávez son interrogados, escudriñados y desentrañados en estas páginas a punta de Joseph Campbell, Cortázar, Nietzsche, Dostoievsky...

Especial

Este lanzamiento editorial es, hay que decirlo, una nueva edición de un título ya agotado que vio la luz por primera vez en 2012 bajo otro nombre: Boxeo en México. La fe en el campeón (Ediciones DGE/Equilibrista). Ediciones Proceso recupera este compendio, oportunamente, para goce de expertos y desconocedores absolutos

En Golpe a golpe se hilvanan, pues, una veintena de textos que oscilan entre el cuento y la crónica periodística, escritos con la autoridad que dan tres décadas en el oficio y la audacia del ensayista que sabe apoyarse en la ficción para hablar del “sentido metafísico de la arena mexicana”, y lanzar con libertad hipótesis osadas, como la que sugiere sobre Raúl Macías: “El Ratón es el primer gran ídolo de la Ciudad de México de la posrevolución y que reinventa la capital en el juego político de la nueva República”. Se abre la discusión.

Texto de textos híbridos, más bien trans-territoriales, Golpe a golpe es en todo caso un ejercicio de pensamiento. Mauricio Mejía piensa el boxeo. Lo piensa desde la literatura, el humor, desde la alquimia y la astrología. Lo piensa desde la herida originaria, profundamente helénica a la mexicana; Sófocles que narra en la Coliseo el destino trágico, solitario, de los héroes que dieron a nuestra afición un sentido renovado de la pasión y de lo sagrado: “Las ovaciones, las apuestas, la angustia, la algarabía; el ser colectivo, la masa comprimida mirando de cerca el debate entre la vida y la muerte; el boxeador, como ser, expuesto a sus debilidades y fortalezas: el teatro, la tragedia, la dialéctica”.

Piensa también la miseria, barro del que todos estos héroes están hechos. “Debajo de mi cara habita la desgracia”, confiesa casi en secreto una voz, un soliloquio en el que el escritor nos introduce en la cabeza de Guadalupe Pintor, quien, rasurándose frente al espejo, bien podría ser Kafka: “Todo comienza con mi padre”.

Más que un compendio biográfico, Golpe a Golpe es, en su conjunto, una disertación libre en torno a la metafísica del trancazo, y un análisis, sin duda lírico, de la materia que distingue al ídolo –ese al que todo se le perdona- de los héroes que alimentan el fervor nacional en “un país de héroes derrotados”.

Perfil

Mauricio Mejía (Ciudad de México, 1972) prefiere que le llamen reportero. Premio Alemán de Periodismo, ha sido también editor de deportes y cultura en diversos medios y en esta casa editorial. En Canal 22 creó y condujo Ludens, serie galardonada sobre deporte y cultura, y fue conductor del programa Espresso Doble en El Financiero Bloomberg TV. Es colaborador de las revistas Proceso y Letras Libres y autor de los libros Blue Demon: memorias de una máscara y 25 años de la CONADE.

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