Por: Miguel Alejandro Rivera
En la literatura medieval, el Bestiario es una colección de relatos e imágenes de animales reales o fantásticos. Este concepto se ha deconstruido a través de la mirada que diversos artistas han plasmado; ejemplo de ello es el mexicano Rodrigo Solórzano (Guadalajara, 1980), cuya experiencia visual llegó a Qatar, en pleno Mundial de Futbol.
Su Bestiario es una colección que reinterpreta las figuras de papel inspiradas en el origami. Las efigies de animales toman nuevas formas a partir de su composición de acero y aluminio, que tiene la ligereza del papel y la resistencia de las estructuras metálicas.
Una de las peculiaridades de esta muestra es la mezcla de métodos creativos a través de diferentes etapas históricas, siendo el bestiario un producto medieval y el origami una práctica que data del siglo I o II d.C. Esta exposición fue creada digitalmente y fabricada utilizando máquinas asistidas por computadora.
En charla con Excélsior, Rodrigo Solórzano cuenta que el Bestiario fue diseñado para Qatar, para un evento que no se concretó. “Lo que ocurrió con el Mundial de Futbol estuvo padre, pero han salido cosas interesantes. Por ejemplo, la Secretaría de Relaciones Exteriores nos invitó a hacer una donación a una casa de la cultura en Doha, la capital de Qatar, se van a quedar allá un oryx y una ballena jorobada, que es un animal muy mexicano. Ésas ya van a vivir en Qatar”.
EL ORIGEN DE LAS IDEAS
Aunque desde niño su familia vio en él la vena creativa del artista, no fue hasta que estudió Diseño Industrial en la Universidad Iberoamericana que Rodrigo Solórzano identificó su necesidad de hacer arte.
Después, al realizar su maestría de Diseño de Producto en el Royal College of Art de Londres, desarrolló un proyecto para que los niños pudieran fabricar sus propios juguetes reciclando materiales. “Ahí empezó mi gusto por el origami”, comparte Rodrigo al explicar que su Bestiario está basado en los dobleces de las enormes placas de acero y aluminio, pues no existe soldadura en sus obras.
Rodrigo vive en un zoológico. Se pasea por su estudio para mostrarnos un gorila o un oso, prototipos a escala de lo que después serán bestias enormes de metal. En Cancún, por ejemplo, algunas de sus obras están en un parque en el que el público puede interactuar con ellas.
Solórzano reflexiona sobre la relación que el arte debe guardar con la audiencia.
"Hay espacios para diferentes tipos de obras; obviamente clásicos como éstos que han vandalizado tienen una importancia tan grande que tienen que ser protegidos, y también los artistas contemporáneos, que hacen piezas de valor altísimo. Una galería querrá protegerlas para cuidar su inversión; sin embargo, creo que depende del artista. Creo que debería haber más espacio para que la gente interactúe con el arte”.
Al respecto, Rodrigo recuerda cuando uno de sus enormes osos, expuesto en una Bienal de arte en cartón en Italia, fue tomado como hogar por un indigente. “Ese oso, de cuatro metros de altura era un juguete, la reacción de las personas hacia él fue muy positiva. Al acabar la bienal, estuvo expuesto y un indigente le hizo un hoyo y empezó a vivir dentro del oso; lo sacaron, intentaron reparar la pieza, pero ya la había arruinado”.
Sobre el Bestiario que habita en Qatar desde el 20 de noviembre en la MexiHouse, que inauguró el canciller Marcelo Ebrard, y que estará hasta el 18 de diciembre, cuando termine la actividad mundialista, Paola Calderoni, quien llevó la obra de Solórzano hasta Oriente Medio, comenta: “las piezas enamoran. Son de metal, pero no son frías, son duras, pero son ‘acariciables’. Rodrigo ha logrado diseñar insectos que quisieras en la pared de tu sala’.
Y abunda: “aquí en Qatar la gente se emociona al verlas; el tiburón ha tenido enorme éxito, y en el espacio que tenemos de exhibición no hay niño que no se acerque a ver a los animalitos”.
Rodrigo Solórzano sabe que a los pequeños les impactan las formas y los colores de su obra, sin embargo, busca evocar en el adulto esa referencia al juguete, a lo divertido, al arte como pretexto de alegría.
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